Las bandas juveniles siembran el terror en Bilbao.
El miedo se ha apoderado de los vecinos de la villa, donde en un mes se han producido varios asesinatos y robos.
Aunque en menores dosis, todavía se respira cierto temor en Otxarkoaga, el barrio de Bilbao en el que dos ancianos fueron brutalmente asesinados a manos de un grupo de menores de edad. Han pasado dos semanas desde que tuvo lugar la tragedia, tiempo en el que la Ertzaintza ha conseguido identificar y encerrar a los presuntos agresores. Sin embargo, los vecinos de la zona son conscientes de que más adolescentes violentos campan libremente por las calles de la capital vizcaína.
De hecho, Rafael y Lucía, la pareja de 87 años que apareció muerta en Otxarkoaga, no son las únicas víctimas de la ola de terror juvenil en la que se encuentra sumida Bilbao. A finales de diciembre, el exfutbolista de la S.D. Amorebieta Ibon Urrengoetxea murió en pleno centro en el marco de un asalto perpetrado por dos jóvenes de 13 y 16 años. Días después, una menor denunció haber sido agredida sexualmente por otros cuatro chicos en el municipio de Baracaldo. Finalmente, un varón perdió la visión en ojo en las instalaciones del metro tras ser atacado por otro grupo de adolescentes.
Estos últimos crímenes fueron presuntamente llevados a cabo por miembros de la llamada «The Guetto Family», una banda formada por individuos con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años que, a lo largo de los últimos meses, ha sembrado el terror por varias zonas de la localidad vasca. La Policía autonómica le atribuye cerca de una veintena de delitos, entre los que se encuentran varios robos con violencia e intimidación. Por el momento se desconoce si mantuvieron alguna vez contacto con los homicidas de Otxarkoaga, a los que también se les ha relacionado con otras pandillas bilbaínas como «Los viseras negras». En total, en torno a 15 menores, entre ellos una chica, han sido arrestados a lo largo del último mes.
Inexpertos
La violencia desmesurada constituye el denominador común de este tipo de bandas, cuyos miembros han sido vistos por zonas como Indautxu, Santutxu o Begoña con todo tipo de artilugios: desde porras, navajas y puños americanos hasta perros de razas peligrosas. Cualquier objeto es válido para paralizar a sus víctimas, a las cuales, según informes policiales, abordaban en plena calle y las coaccionaban para que les entregaran el teléfono móvil, la cartera o prendas de ropa. Actos de los que se muestran orgullosos y de los que se hacen eco a través de las redes sociales.
También eran viejos conocidos de la Ertzaintza los detenidos por el doble crimen de Otxarkoaga, ambos de 14 años. Según confirmaron a este periódico fuentes de la Policía, dichos individuos habían realizado poco tiempo atrás atracos con violencia e intimidación, algo de lo que era consciente la Fiscalía de Menores de Bilbao antes de que consumaran presuntamente el asesinato de Rafael y Lucía. Por ello, a raíz de este caso los jueces han ordenado la búsqueda de 30 adolescentes fugados de centros de internamiento.
Dicha actitud impetuosa, sin embargo, está acompañada de una total inexperiencia a la hora de llevar a cabo robos de cierta magnitud. De hecho, en la vivienda del matrimonio de octogenarios dejaron más de 300 huellas y se olvidaron de algunas joyas a priori fáciles de hallar. Un dato que generó mucha incertidumbre entre los investigadores, impresionados también por la violencia con la que habían actuado los agresores contra las víctimas, que fueron apuñaladas y golpeadas en la cabeza. En el crimen también estuvo implicado supuestamente un tercer menor, en este caso de 16 años, que no habría participado directamente en los homicidios.
Familias desestructuradas
Tanto los chicos de 14 años como los dos implicados en la muerte de Urrengoetxea guardaban además otras similitudes. La primera de ellas, y posiblemente la más importante, es el hecho de que proceden de familias totalmente desestructuradas. En algunos casos, los padres habían sido detenidos en el pasado por robos o agresiones. Fuentes cercanas a los menores afirman que, además, la Diputación Foral de Vizcaya había arrebatado la tutela de los menores a sus progenitores.
Es el caso, por ejemplo, del joven de 13 años involucrado en el asalto a «Urren», el cual no puede ser imputado porque no alcanza la edad legal mínima fijada para tal efecto. Procedente de una familia de clase medio-baja, el chico mintió supuestamente a su madre el día del asalto mortal para poder escaparse con su amigo por la noche. Entre lágrimas, el joven admitió ante el juez que ambos pararon al exfutbolista para pedirle tabaco y que después mantuvieron un forcejeo que resultó fatal para la víctima, que se golpeó en la cabeza al caer al suelo.
Respuestas
A raíz de estos acontecimientos, una sensación de incertidumbre y rabia se ha apoderado de los ciudadanos de Bilbao, que estas semanas han salido a calle varias veces para exigir planes de choque contra las bandas juveniles. Con especial fuerza reclaman soluciones los padres de los adolescentes, uno de los segmentos más afectados. De hecho, hace aproximadamente un año se creó en las redes sociales un grupo de protesta ante la sucesión de robos en Indautxu: «La Policía tiene que dar respuesta a lo que está pasando», aseveraron. Es la misma reivindicación que pusieron sobre la mesa decenas de personas a comienzos de enero en Baracaldo tras la agresión sexual múltiple a una joven.
«Tenemos mucho miedo, nadie nos asegura que el día de mañana no nos pueda pasar algo parecido a nosotros», lamentaba en declaraciones a este periódico Estíbaliz Gómez, vecina de Otxarkoaga y madre de una niña pequeña, que subrayó que hacen falta «soluciones» a un problema que no es nuevo. En efecto, hacía varios meses que los habitantes de la zona venían denunciando la proliferación de robos, especialmente en los pisos más bajos. Desde entonces, son muchos los que han tomado medidas extra para evitar disgustos: «Nosotros hemos puesto una puerta nueva para mi madre», explica otro bilbaíno preocupado por la seguridad de sus allegados. Gastos que suponen un esfuerzo económico inesperado para un barrio habitado por gente obrera y humilde.
Superada la consternación inicial, las dudas se centran ahora en cómo es posible que unos adolescentes pudieran llegar a cometer un crimen de semejantes características: «Eso solo puede ser un problema de educación -aventura otro transeúnte de la zona-. Y eso no se va a arreglar dándoles palmaditas en la espalda como están haciendo».
«En un primer momento, el Ayuntamiento actuó y se puso serio, pero últimamente daba la impresión de que se habían relajado», comenta el presidente de la Asociación de Familias de Otxarkoaga, Pablo Herrán. En este sentido, destacó a Efe que las autoridades «tienen que asumir que el barrio necesita un empujón en todos los ámbitos», incluidos también el educativo, asistencia, económico, de empleo, de ocio y el de vivienda.
Instalaciones de lujo
Buena parte de los menores detenidos a lo largo del último mes han sido trasladados al centro Ibaiondo de Zumárraga. Unas instalaciones de 15 años de antigüedad y más de 3.000 metros cuadrados equipadas con piscina, pista de frontón y jardines. Algunos medios apuntan que los jóvenes internos reciben además una paga semanal.
A pesar de estas comodidades, los responsables del centro tienen muchos problemas a la hora de reconducir la vida de los adolescentes. De hecho, el comité de empresa denunció hace dos años las «continuas agresiones verbales y amenazas» que sufren los trabajadores. Una situación a la que se han propuesto poner remedio los fiscales vascos, que han anunciado que actualizarán su programa de visitas de inspección en este tipo de instalaciones con el fin de reforzar su control sobre ellas y descubrir por qué algunos chicos con antecedentes no están localizados.
ESTA ES LA ARCADIA FELIZ QUE NOS PRESENTA EL PP,TIENEN UN CUAJO QUE NO PUEDEN CON ÉL, NUESTRA DEMOCRACIA ESTÁ TOTALMENTE PODRIDA.
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