TARRADELLAS RECIBIODO EN BARCELONA TRAS EL EXILIO.
Tarradellas: “Ja sóc aquí!”
- El regreso del president en el exilio, tras unas duras negociaciones con Adolfo Suárez, simbolizó la recuperación de la Generalitat como institución de autogobierno de Catalunya y el triunfo de su tozudez por conservar la legitimidad democrática de la institución durante el franquismo
Josep Tarradellas i Joan nació en Cervelló, Baix Llobregat, el 19 de enero de 1899. Militó en el CADCI, como secretario de propaganda, y fue uno de los fundadores de Esquerra Republicana de Catalunya en 1931, de la que fue su primer secretario general. Diputado en las Cortes (1931-33) y en el Parlament (1932). Fue conseller de gobernación desde diciembre de 1931 hasta enero de 1933. Este año se separó del partido y del gobierno por divergencias con el president de la Generalitat, Francesc Macià. Junto con el grupo de la Opinión constituyó el Partido Nacionalista Republicano de Esquerra.
Fue detenido y procesado por los Fets d’octubre de 1934, promovidos por Lluís Companys, que siempre desaprobó. Desde el inicio de la Guerra Civil española ocupó diferentes consellerias: Sanidad, Economía y Servicios Públicos, Finanzas. Organizó las industrias de guerra y las colectivizaciones. Se exilió en febrero de 1939 y residió en Francia. El gobierno franquista pidió la extradición, que fue denegada por el régimen de Vichy. Pudo huir a Suiza, donde obtuvo el derecho de asilo. Volvió a París en 1944.
El 7 de agosto de 1954, tras la dimisión de Josep Irla –por motivos de salud-, Tarradellas fue elegido el 114.º president de la Generalitat, en una votación convocada en Ciudad de México, donde residía el grupo más numeroso de diputados. Renunció a formar gobierno en el exilio -“el poder es para ejercerlo” y "Todo menos hacer el ridículo" son dos frases que resumen su actitud frente a otras instituciones republicanas-. Fijó su residencia en Saint-Martin-le-Beau, Francia. Hasta la muerte del general Franco mantuvo una actitud testimonial, manteniendo la presidencia de la Generalitat como único poder legitimo catalán.
Tras las primeras elecciones democráticas -15 de junio de 1977-, en una operación organizada por el presidente Suárez y algunos íntimos colaboradores, viajó a Madrid, donde negoció la restauración de la Generalitat. Regresó a Barcelona como president –su gran obsesión durante el exilio- el 23 de octubre de 1977, en medio de un impresionante recibimiento popular. Nombrado president de la Generalitat provisional, con el acuerdo de los partidos políticos catalanes mayoritarios, formó un gobierno de unidad. Después de una gestión muy personal, pragmática y, en ocasiones, polémica, una vez aprobado el Estatut de 1979, elegido el Parlament de Catalunya e investido Jordi Pujol como su sucesor, en mayo de 1980, se retiró de la política –con la excepción de alguna intervención crítica-.
En 1980 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Toulouse, Languedoc, y en 1985 el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor. En 1986, el rey de España le concedió el marquesado de Tarradellas. Falleció en Barcelona el 10 de junio de 1988 y dos días después fue enterrado en su pueblo natal.
Tarradellas en La Vanguardia
A través de nuestra hemeroteca pueden acceder a las principales reflexiones del president; su visión de los años de la República, la Guerra Civil, el exilio y, sin duda, el hecho fundamental que marcó su presidencia: el restablecimiento de la Generalitat en 1977. También a las opiniones de políticos y analistas sobre su figura.
Autonomías. Nunca fue partidario del café para todos. Siempre defendió un mayor autogobierno para las nacionalidades históricas. Conforme se fue desarrollando el modelo autonómico, tras la aprobación de la Constitución de 1978, acentuó sus críticas sobre la uniformidad autonómica –incluido el federalismo-. Tampoco ocultó su decepción sobre las competencias de la autonomía catalana que llegó a tachar de “autonomía administrativa, no política”.
Arxiu Tarradellas . En 1980 el president decidió entregar su archivo personal, documentos y papeles atesorados durante su larga carrera política al monasterio de Poblet, con la condición de que no puedieran abrirse al público hasta quince años después de la muerte de su viuda, Antònia Macià (1904-2001). La elección de Poblet ha sido atribuida al recelo del president hacia Montserrat –tuvo discrepancias con el abad Aureli Maria Escarré y el monasterio benedictino siempre se ha identificado con la fundación de la Convergència de Jordi Pujol-. Josep Benet también defendió que los documentos de la Generalitat republicana y del exilio que integran el fondo del Arxiu Tarradellas debían ser restituidos al Arxiu Nacional de Catalunya.
Benet, Josep. El historiador siempre fue crítico acerca de la figura del president. Su libro El president Tarradellas en el seus textos (1954-1988), publicado en 1992, provocó una dura y larga campaña contra sus argumentaciones. Benet consideraba que Tarradellas fue un “pésimo gobernante”, que “claudicó ante Suárez de todo lo que había defendido” y que había aceptado volver del exilio “porque estaba en una situación económica desesperada”. Entre otros muchos, salieron en defensa del president, Ricard Lobo, Raimon Obiols, Jaume Sobrequés o Ernest Lluch.
Companys, Lluís. Tarradellas había discrepado de la política del president durante la República, especialmente crítico con los Fets del sis d’ocubre. De hecho no tuvo contactos con él desde 1932 hasta que estalló la Guerra Civil. No obstante reconoció que fue un gobernante muy querido, con una sólida formación jurídica y generoso tanto en su vida pública como privada. Su presidencia fue decisiva para el mantenimiento de la Generalitat y su coraje ante su ejecución un ejemplo.
Exilio. Tras salir de Catalunya en febrero de 1939 vivió en Francia, excepto el paréntesis de su estancia en Suiza durante la Segunda Guerra Mundial, hasta su regreso en 1977. Tras su elección como presidente de la Generalitat en 1954, fijo su residencia familiar en Clos Mosny, en Saint-Martin-le-Beau, cerca de Tours. Desde allí se dedicó al mantenimiento de la legitimidad histórica de la Generalitat como única institución de autogobierno de Catalunya. Por el Clos Mosny pasaron todos los opositores al franquismo. Tristán La Rosa le realizó una larga entrevista, publicada en septiembre de 1976, donde Tarradellas revisaba los principales acontecimientos de su trayectoria política: Por encima de los partidos ; Francesc Macià ; Lluís Companys ; La guerra y La Generalitat.
Generalitat provisional. Tras las negociaciones Suárez- Tarradellas, el 29 de septiembre de 1977 –treinta y nueve años después de su abolición- el Consejo de Ministros aprobó el restablecimiento de la Generalitat con carácter provisional hasta la entrada en vigor del régimen de autonomía que aprobarían las Cortes. Se le atribuían unas pocas competencias, básicamente de coordinación de las que tenían las cuatro diputaciones. Documentos conocidos hace pocos años revelan que Suárez estaba dispuesto a ceder más autogobierno a Catalunya. El 18 de octubre, el BOE publicaba el nombramiento del honorable Josep Tarradellas i Joan como presidente de la Generalitat de Catalunya. Durante dos años y medio dirigió un gobierno de unidad en que estuvieron representados todos los partidos parlamentarios.
Guerra Civil. Durante los tres años de guerra, Tarradellas formó parte de los diferentes gobiernos de la Generalitat –excepto unos pocos días, tras los Fets de Maig de 1937-. Organizó las industrias de guerra y las colectivizaciones, intentado que la autogestión obrera y el control sindical no pusiera en peligro la continuidad industrial de Catalunya. Siempre defendió el papel de la Generalitat, especialmente durante los primeros meses de la guerra, cuando se enfrentó a los sectores más extremistas de la CNT-FAI para evitar el caos y la barbarie. Siempre afirmó que se salvaron muchas vidas y casi todos los patrimonios.
Ja sóc aquí! El 23 de octubre de 1977 el president era aclamado por miles de barceloneses que asistían entre entusiasmados y perplejos a la recuperación de una institución abolida por los vencedores de la guerra. Su regreso fue el único acto de ruptura democrática de toda la transición. Su histórico y estudiado “Ja sóc aquí” desde el balcón del Palau de la Generalitat enlazaba, además del pasado con el presente, una voluntad de futuro. Al día siguiente tomó posesión como president, en el Palau de la Generalitat, con la presencia del presidente del gobierno español, Adolfo Suárez y dos de sus ministros.
Legitimidad. Desconocido para la mayoría de los catalanes, Josep Tarradellas mantuvo la llama de la legitimidad democrática de la Generalitat. Fue una de sus grandes virtudes y aciertos. Lo hizo a su manera, con tozudez y tenacidad, pero también con divergencias con la oposición franquista en el interior y con suspicacias ante la Assemblea de Catalunya, que como institución unitaria podía cuestionar su papel como único poder catalán legitimo. Tarradellas mantuvo siempre una obsesión permanente por el poder y, sobre todo, por su representación. Amante del protocolo y de subrayar el cariz institucional de su autoridad política, salvaguardó durante los veintiséis años de su mandato el perfil de president de la Generalitat.
Macià, Francesc. Tarradellas comenzó su carrera política de la mano de l’Avi, de quien fue, primero, secretario personal y, después, estrecho colaborador. Juntos fundaron ERC en 1931. Después formó parte del primer gobierno autonómico bajo la presidencia de Macià. Aunque dimitió en 1933 al perder la confianza del president, siempre fue leal con su persona. Custodió durante el exilio el corazón de Macià –que le había sido extirpado al fallecer- y lo retornó a la familia cuando regresó a Catalunya.
Noble. En julio de 1986 fue nombrado marqués de Tarradellas. El título nobiliario al viejo republicano era todo un símbolo de la transición española. En los motivos de la concesión se subrayaba su destacado papel en el encaje de Catalunya en España y su contribución a la reconciliación. Para muchos tarradellistas, el título encajaba con su personalidad, siempre atento a las formas y el ceremonial.
Ortínez, Manuel. Empresario y estrecho colaborador del president desde los años 60. Fue uno de los artífices –y mecenas- de la operación retorno de Tarradellas desde su exilio de Saint-Martin-le-Beau. Conseller de Governació en el primer gobierno de la Generalitat restaurada.
Presidencia. Durante sus dos años y medio al frente de la Generalitat provisional, Tarradellas defendió férreamente la necesidad de una buena administración, consolidó el desarrolló una política con sentido de Estado basada en la reconciliación y el pacto con el poder español. No hubo un gran avance en el traspaso de competencias y tampoco tuvo un papel destacado en la elaboración del Estatut de autonomía, consciente de que su papel histórico finalizaba con las primeras elecciones autonómicas. Había restaurado la Generalitat más allá de los partidos políticos e intuyó que participar en el proceso electoral podría desdibujar su figura histórica.
Retorno. Desde 1976 el president mantuvo contactos con enviados del Gobierno español o del Rey –Milian Mestre, Santiago de Pablos, el teniente coronel Cassinello-. Cuando Suárez decidió negociar con Tarradellas encargó la operación a Alfonso Osorio, Martín Villa y Carlos Sentís –diputado de UCD por Barcelona y amigo del president-. Sentís, miembro de La Vanguardia durante más de 50 años, escribió en múltiples ocasiones sobre como se organizó el retorno.
La presencia en Madrid del honorable sorprendió y desconcertó a los partidos catalanes. Tras las diferentes entrevistas de finales de junio se inició un proceso negociador que empezó con una Generalitat con competencias de mancomunidad de diputaciones, pero acabó el 29 de septiembre con un reconocimiento que daba a la Generalitat un inicio de poder político. Tarradellas aplicó la tradicional estrategia catalana del pactismo. Con pocas bazas, consiguió que el gobierno central aceptara el restablecimiento de la Generalitat –formalmente la única legalidad republicana que se incorporó a la transición-. En cierta manera, su restablecimiento era el reconocimiento de la especificidad de la cuestión catalana, de la existencia de un sujeto político antes, incluso, de la aprobación de la Constitución de 1978 y el Estatut de 1979.
Suárez, Adolfo. Se conocieron el 27 de juni o de 1977, dos semanas después de las primeras elecciones democráticas que en Catalunya supusieron el triunfo de los partidos de izquierda –PSC, PSUC-. Este hecho fue decisivo para que el presidente del Gobierno español decidiera jugar la carta Tarradellas para incorporar la histórica reivindicación catalanista al proyecto reformista de la transición. La entrevista de aquel día fue un fracaso, pero Tarradellas respondió a la prensa: “Todo ha ido muy bien” y los posteriores encuentros entre dos dirigentes pragmáticos y realistas pusieron las bases para el restablecimiento del autogobierno. Años después, el honorable se quejaba amargamente de que Suárez ya no lo necesitaba.
ME PREGUNTO SI PUIGDEMONT COBRARÁ LOS 90 MILLONES DE PESETAS ,QUE COBRÓ TARRADELLAS DE ATRASOS COMO PRESIDENT DE LA REPÚBLICA CATALANA EN EL EXILIO, PARA QUE TRANQULIZARA A LOS SEPARATISTAS¿NO LES PARECE QUE ESPAÑA ES MUY DIFERENTE A OTROS PAISES? LO QUE HOY ES, MAÑANA ES TOLO LO CONTRARIO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario