Seis «héroes de la resistencia» piden una reacción social frente al nacionalismo.
Lideran la resistencia civil en la España del siglo XXI. Allí donde la mayoría silenciosa, a veces silenciada, no reacciona al pensamiento totalizante de los nacionalistas, ellos se rebelan. Son la voz de la conciencia nacional, que en territorios como Cataluña o el País Vasco se ha ido apagando por la fuerza dominante de quienes durante décadas se fueron apoderando del espacio público y han puesto la educación y los medios de comunicación públicos al servicio de su ideología única. Héroes anónimos, asumiendo un altísimo coste personal, que se comprometen con la defensa de España ahí donde el Estado se inhibió.
Fueron siete aldabonazos los que se escucharon ayer en Madrid en torno a la mesa-debate sobre «El fortalecimiento del coraje cívico para la defensa de España», que organizó la Fundación Villacisneros y Valores y Sociedad. El acto, coordinado por María San Gil, estuvo moderado por Ana Velasco Vidal-Abarca, que presentó a a sus invitados como «personas excepcionales, ejemplares, que no se resignan». Uno a uno fueron tomando la palabra en un auditorio a rebosar, al que se dirigieron con un mensaje unísono: frente a los atropellos e imposiciones del nacionalismo, y la «apatía» general, la sociedad civil tiene por tarea pendiente rebelarse para defender su dignidad. La de todos.
«Yo solo soy un granito de arena», se presentó la voz cálida pero enérgica de Dolores Agenjo. Ella es la directora del instituto de Hospitalet de Llobregat, que se negó a abrir su centro para celebrar el referendum ilegal del 9-N en 2014. «No te metas en líos, da las llaves», le advirtieron. Pero se rebeló. «Llegó el momento de decir no. Y no me arrepiento. Porque a pesar de que soy una oveja negra y debo estar en todas las listas negras del señor Santi Vidal y los comisarios políticos de la Generalitat, sé que hay gente que se siente representada por mí. Sé que mi acto no ha sido en vano, que algo se ha roto y esto puede cambiar».
El discurso y sobre todo el ejemplo de resistencia cívica frente al «establishment secesionista» en Cataluña de esta docente jubilada, llano y directo, enardeció a la audiencia. «Es necesario que esto no se quede en acciones individuales. Somos ciudadanos anónimos los que denunciamos que se ponen banderas esteladas en los ayuntamientos, multas a los comerciantes que no rotulan en catalán, que a los niños no se les deja estudiar en español. ¿Dónde está el Gobierno?», inquirió.
En todos hubo una preocupación común: el hastío generalizado de la sociedad española que, ante sus propios desafíos, desintoniza de la realidad. «Necesitamos el apoyo de la sociedad civil del resto de España. Nos desalienta pensar que el problema catalán cansa. Pero por favor, el problema de Cataluña lo es de toda España. Por favor, ayúdennos porque está en juego España y la libertad», apuntó Agenjo.
A Mariano Gomá también le avisaron de que se metía de lleno «en el punto de mira» del independentismo cuando en octubre de 2014 asumió el testigo al frente de Sociedad Civil Catalana. «Me dijeron: Mariano, te vas a meter en un lío. ¿Pero qué hace un arquitecto ahí? Pues muy sencillo. Estoy ayudando a apuntalar Cataluña y a construir España», dijo, arrancando más aplausos de una sala abarrotada. Gomá denunció que la espiral independentista ha hecho que los catalanes «se miren de reojo», incluidos quienes apelan al “seny”, el sentido común, que se desvanece en un paisaje social donde las banderas esteladas no encuentran oposición en los balcones de Cataluña. «Hay que despertar a la sociedad. Por eso les convocamos el 19 de marzo en Barcelona a la marcha “Por la libertad y por la democracia”. Lo que están haciendo es un golpe de Estado institucional. Y es la propia sociedad la que debe decir a sus propios mandatarios políticos que basta».
Contra ETA
A la rebelión llamó también José Antonio Ortega Lara, símbolo de la libetad contra ETA, al que se le presentó como «referente moral incuestionable». «Necesitamos mayor concienciación de la sociedad civil ante la inhibición de las autoridades», fue su mensaje central, respondido con aplausos del público como muestra de respeto y admiración a quien estuvo 532 días secuestrado por la banda terrorista. Ortega Lara advirtió que no solo los poderes del Estado y los medios de comunicación deben liderar la batalla de las ideas, sino que la sociedad civil «debe jugar un papel importante», en defensa pero también en gratitud a la casa común de todos: España. «Tenemos la obligacion de devolverle algo aunque sea en señal de gratitud. Por nosotros, por nuestros hijos y por la propia España».
Otro ejemplo de dignidad y «luchadora incansable» por la deslegitimación del terrorismo en el País Vasco es Consuelo Ordóñez, hermana del líder del PP en Guipúzcoa Gregorio Ordóñez asesinado por ETA, quien avisó de que «la libertad sigue secuestrada en el País Vasco». Ella, que viene de enfrentarse a los radicales en las calles de Alsasua (Navarra) conoce bien de lo que habla cuando afirma que «alzar la voz mientras la masa te invita a adentrarte en la espiral del silencio es peligroso. Salir de tu zona de confort es lo que diferenció a quienes se enfrentaron con valentía al silencio impuesto». «¿Qué paz se construye honrando a terroristas? Esa es la paz que nos quieren imponer. Derrotar a ETA es lograr que la juventud vasca cuando oiga el nombre de un etarra, sienta lástima,no admiración y orgullo», fue su retrato del paisaje sociológico hoy en el País Vasco. Y concluyó su intervención con otra llamada de atención. «Es la hora del coraje cívico».
Jorge Campos, presidente de la Fundación Nacional Círculo Balear, lleva desde los 19 años desafiando el «pancatalanismo» en Baleares. «Es surrealista, tenemos un nacionalismo que es de fuera. Somos víctimas del nacionalismo totalitario, casi un tercio de España sufre las consecuencias de un nacionalismo totalitario», dijo tras relatar las imposiciones del catalán en la enseñanza en las islas. Josep Bou, presidente de Empresaris de Catalunya, advirtió contra «los silentes» que no «se meten en líos» para no comprometerse.
El público superó el medio millar, alguno tuvo que buscar asiento en las escaleras del salón de Mutua Madrileña. Entre los presentes estuvieron Jaime Mayor Oreja (Fundación Valores y Sociedad), Íñigo Gómez-Pineda (Villacisneros), Esperanza Aguirre o Santi Abascal.
POCOS SON PARA LA GRAN DIVISIÓN EXISTENTE Y NADIE LES HACE CASO, PERO NO SE CALLAN POR ESO TIENEN MAYOR VALOR,QUE SE LO DIGAN AL SR RAJOY QUE ESPERA QUE EL PROBLEMA SE SOLUCCIONE SÓLO.
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