Domicilio en el que ha sido hallada una familia descuartizada, en Guadalajara
La familia descuartizada en Guadalajara llevaba al menos un mes muerta.
Los investigadores trabajan con la hipótesis de "un ajuste de cuentas, llevado a cabo por sicarios".
Los cuerpos descuartizados de una familia —dos adultos de unos 40 años, una niña de cinco y un niño de un año— con documentación brasileña han sido hallados por la Guardia Civil en un chalé de Pioz (Guadalajara) la madrugada de este domingo. A falta de las pruebas de ADN que certifiquen la identidad de las víctimas, los investigadores trabajan con la hipótesis de “un ajuste de cuentas, llevado a cabo por sicarios profesionales”. El estado de la vivienda (casi vacía), y de los cuerpos, indica que huían de alguien y que llevaban al menos un mes muertos.
El teléfono sonó en el puesto de la Guardia Civil de Horche (Guadalajara) casi de madrugada. Un vecino se quejaba del mal olor proveniente de una casa. Hacia la 1.00 del domingo varios agentes se presentaban en la calle de Los Sauces, justo a la entrada de la urbanización La Arboleda, en las afueras de Pioz, una de las pequeñas poblaciones (3.500 habitantes) de su demarcación.
El hedor y la falta de respuesta del interior llevó a los guardias a abrir, “con la llave que tenía un vecino”, la puerta de la vivienda, un chalé unifamiliar, como el resto que componen ese complejo urbanístico rodeado de campo y dehesas. “La casa estaba casi vacía, apenas había muebles, ni rastros de vida, ni comida, tan solo seis bultos en el salón”, cuentan fuentes cercanas a la investigación.
Esos perfectos desconocidos vecinos
La mayoría de los vecinos se encoge de hombros cuando se le pregunta por los del chalé de al lado, la familia que este domingo fue hallada descuartizada en una casa de la urbanización La Arboleda en Pioz (Guadalajara), a 60 kilómetros de Madrid.
Conocen al propietario de la vivienda, “Pedro, de toda la vida, pero no sabíamos ni que había alquilado”. Los que sí vieron a la familia asesinada, dicen no haberles vuelto a ver “desde finales de agosto”. Recuerdan al padre “andando hacia el supermercado del pueblo, porque creo que no tenía coche”. Nada más. Eran unos perfectos desconocidos vecinos.
Seis bolsas de basura de plástico grandes, apiladas en la estancia principal de la casa, de las que procedía ese terrible olor a muerte. En una estaba el tronco de un hombre de unos 40 años. En otra, sus extremidades. Repartido en otras dos, el cuerpo descuartizado de una mujer de edad semejante. Y en otras dos bolsas, los cadáveres (completos) de dos menores, un niño de cinco años y una niña de uno.
“La muerte fue rápida, no hay signos de tortura, no sufrieron”, aseguran fuentes cercanas a la investigación, que está dirigiendo la comandancia de Guadalajara con una veintena de efectivos especializados. “El trabajo lo han hecho sicarios profesionales, probablemente con un cuchillo de carnicero o un hacha”, aseguran.
El hecho de que las cerraduras de las puertas no estuviesen forzadas lleva a los investigadores a pensar que entraron a la vivienda sin violencia, “les conocían, les dejaron pasar”. Por el tipo de muerte y “la limpieza” intuyen que puede tratarse de “un ajuste de cuentas, probablemente por drogas, pero los que han hecho esto no era la primera vez que lo hacían”. El hecho de que la casa estuviese casi sin amueblar les hace creer que “la familia estaba huyendo, se estaban escondiendo”. Y el estado de los cadáveres revela que “al menos llevaban un mes muertos”.
Aparentemente, “por la documentación encontrada, se trata de una familia brasileña, un matrimonio y sus dos hijos, pero serán las pruebas de ADN las que lo certifiquen”, señalan. En la vivienda no se ha encontrado ni droga ni grandes cantidades de dinero.
Los vecinos de la urbanización se enteraron este domingo “por la tele” de que en el chalé de al lado había toda una familia despedazada y metida en bolsas plásticas.
Se trata de “la casa de Pedro, el anterior administrador”, comentaban este domingo por la tarde los vecinos. “Pero él y su familia vivieron aquí hasta hace muy poco, tan poco que ni siquiera sabíamos que lo habían alquilado, como mucho debe hacer algo más de un mes, porque por esa fecha les vimos”.
Según fuentes próximas a la investigación, la casa “fue alquilada a través de una inmobiliaria hace más de un mes”. El tipo de contrato firmado por los inquilinos revelará parte de sus intenciones. Según los vecinos, el propietario, de nombre Pedro, vive ahora en Madrid con su familia. La casa debía ser de las pocas en alquiler en esta urbanización, construida hace 21 años y con un vigilante que entra y sale de la garita de la entrada aleatoriamente, “solo tiene la obligación de permanecer dentro a partir de las 20.00”. Con la vivienda acordonada, la investigación se centra ahora en el control de vehículos que han accedido a la zona en los últimos dos meses.
VIVIMOS EN UNA SOCIEDAD MUY ENFERMA Y PLAGADA DE LOCOS Y CRIMINALES.
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