sábado, 27 de agosto de 2016

DONDE NUNCA ACABA LA CRISIS

Personas desahuciadas en Sevilla.

Donde nunca acaba la crisis.


Ana González y su familia, en paro y desahuciados, siguen sufriendo los efectos de la recesión, como miles de españoles.

Esta es una historia de apretar los dientes. De "rabia". De "frustración". De "impotencia". De policías irrumpiendo en la cocina tras atravesar la pared a primera hora de la mañana para echarte de tu propia casa. De correos electrónicos al banco sin respuesta. De la búsqueda sin éxito de un trabajo estable. De noches en vela. De unas vacaciones con tu hija que no llegan. Este es un relato que los gobernantes obvian al presentar sus victoriosos balances de empleo. Y que dejan en un segundo plano para destacar que ya acabó la recesión. Pero esta es la vida de Ana y Roberto. La crónica de a quien la crisis continúa dejando en la cuneta.
El paro bajó un 4,5% en el segundo trimestre de 2016, según los datos de la EPA. Pero más de 4,5 millones de personas siguen sin encontrar un trabajo. Los desahucios se redujeron en 2015 un 2,4%, recalca el Banco de España. Pero más de 29.000 familias perdieron su vivienda a lo largo de ese mismo año. Y más de 60 millones de turistas extranjeros desembarcaron en el país el pasado ejercicio, mientras que un 40% de los españoles no puede permitirse marcharse ni una sola semana de vacaciones o afrontar gastos imprevistos, como detalla la última Encuesta de Condiciones de Vida. "Nuestra angustia empezó en otoño de 2014, cuando recibimos en casa una carta de desahucio dirigida a nuestro casero", se arranca Ana González, de 34 años, sentada en un parque de un humilde barrio de Móstoles (Madrid), a apenas unos metros de su nuevo hogar.

Hace ya casi un mes que la comisión judicial la ha expulsado de ese piso donde llevaba viviendo casi cuatro años y donde su marido, Roberto, residía desde hace una década. Aquel que el propietario había dejado de pagar al banco. "Pero nunca nos lo dijo". Lo supieron cuando recibieron el "maldito" aviso que puso una primera fecha a su agonía. El juzgado había fijado el 23 de octubre de 2014 para desalojar la casa. Solo que dentro no estaba el dueño, el que había incumplido con las letras; sino la familia que abonaba cada mes el alquiler de 500 euros.
Más de 4,5 millones de personas se encuentran en paro y cerca de 29.000 familias perdieron su casa en 2015
Lo que llegó como misiva derivó, entonces, en una pelea en los tribunales. Y, por supuesto, en más noches en vela. Y en peleas en la pareja. "Estábamos irritados constantemente y saltábamos a la mínima", subraya Roberto. El magistrado sentenció a principios de 2015 que la entidad financiera, Bankia, debía respetar el contrato de arrendamiento. Una primera victoria que pronto se vio empañada. "El problema surgió porque, hasta que el juez nos dio la razón, pasaron unos meses durante los que no pagamos. Pero, ¿a quién teníamos que pagarle? Al dueño le habían quitado la casa y nosotros no teníamos aún ningún contrato con el banco", detalla Ana González, camarera en paro, que asegura que acudieron a los juzgados para preguntar qué debían hacer: "Nos recomendaron que no pagásemos hasta que se resolviera". Y así hicieron.
En abril de 2015, tras darle la razón la primera sentencia, empezaron a abonar el alquiler a Bankia. Estuvieron haciéndolo durante un año. "En ese tiempo, contactamos con la entidad y hablamos para que nos prorrateasen esos meses adeudados. Me dijeron que no me preocupara. Pero fue todo por teléfono", asegura González, que explica por qué no se extrañó ante la falta de respuesta por escrito: "Pensábamos que, como siempre pasa con los bancos, estas cosas van lentas...". Pero la entidad financiera había puesto en marcha el procedimiento judicial para echarlos. Y les llegó otro aviso de desahucio —este ya dirigido a ellos—. Y, de nuevo, tuvieron que acudir a los tribunales.

Síntomas de una crisis que sigue

  • Empleo: 4,57 millones de personas se encontraban en paro en el segundo trimestre de 2016, según los datos de la EPA. Esta cifra supone el 20% de la población activa. Entre abril y junio de este año se han creado 271.400 puestos de trabajo, muy lejos de los más de 400.000 contabilizados en el mismo periodo de 2014 y 2015.
  • Desahucios: Los últimos datos del Banco de España revelan que 29.327 familias perdieron su residencia principal en 2015, un 2,4% menos que en 2014. Más de la mitad de las viviendas (15.500) se entregaron a los bancos de forma voluntaria. Las 13.000 restantes se desalojaron por orden judicial.
  • Precariedad laboral: Los contratos más cortos, de una semana o menos, suponen más del 26% de los firmados en los primeros siete meses de 2016. La duración media de los contratos temporales ha bajado a 50,9 días, según los datos del Ministerio de Empleo: 30 menos que hace una década.
En esta ocasión, perdieron. El juez dijo que tenían que abandonar su hogar por una deuda de 2.000 euros. "Nos han echado pese a que nosotros siempre hemos querido pagar. Al principio, le dijimos a Bankia que nos la repartiera en varios meses porque no podíamos afrontar esa cantidad de una sola vez", insiste la mujer, que acumula contratos temporales en su historia laboral y que, desde el pasado 15 de julio, cobra la prestación por desempleo. Su marido, carpintero de profesión, también está en paro. "Después, incluso, hemos reunido el dinero, gracias a la ayuda de familiares y amigos, para entregárselo al banco. Pero no lo quisieron. No había marcha atrás", sentencia González.
Nunca olvidarán aquel 22 de julio, el día de su desahucio. Los golpes resuenan en el interior de la casa de Ana y Roberto. La policía trata de derribar la puerta, apuntalada con electrodomésticos viejos y sillas de madera. No lo consiguen. Entonces, buscan otra vía. Atraviesan la pared que comunica con la cocina. "No queremos jaleo, ¿vale?", dice uno de los primeros agentes que entra en el domicilio. "Nosotros tampoco", responde la familia y los activistas de Stop Desahucios que la acompañan. Fuera, en la calle, decenas de personas protestan. "Hoy se cometerá una injusticia. Bankia, que ha sido rescatado con el dinero de todos, desahuciará a una familia por una deuda de 2.000 euros. Menos que lo que costará el despliegue policial. No tiene sentido", grita un hombre, megáfono en mano.
Cuando la policía entra, el matrimonio y su hija de 12 años ya han asumido que deberán dejar su casa. Durante semanas han buscado otra. Pero les ha costado encontrarla. "Nosotros íbamos con la verdad por delante y le comentábamos a los caseros cuál era nuestra situación. Que nos iban a desahuciar, pero no porque no quisiéramos pagar", explica González, que detalla cómo el banco no les dejó quedarse con un alquiler social y cómo, finalmente, han conseguido encontrar un nuevo hogar, gracias a que un amigo se ha puesto también en el contrato y a que su madre les ayuda con el aval y la fianza. "Sin su ayuda, no sé qué habríamos hecho. No teníamos para afrontar ese gasto". Otra marca de esta crisis: la familia como único sostén.
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