Callejón sin salida.
Es irresponsable no dejar gobernar y no ofrecer una vía alternativa clara.
Evitar otra repetición de elecciones es una prioridad compartida, al menos formalmente, por el PP, el PSOE y Ciudadanos. Sería por tanto un buen punto de partida para el acuerdo que se busca en la ronda que Rajoy inició ayer con Sánchez (sin ningún acercamiento) y proseguirá hoy con Rivera. Quien quiere el fin, quiere los medios. En este caso, todos deberían mostrar la mejor disposición para alcanzar los pactos necesarios para una investidura cuyo fracaso llevaría a nuevas elecciones.
Esos contactos han comenzado de forma desalentadora. Ciertamente, no ayuda la confusión creada por Rajoy sobre si se someterá o no a una votación, imprescindible desde el punto de vista constitucional para avanzar en este proceso. Pero más chocante aún es la actitud de Sánchez, empeñado en conducir a su propio partido y al país entero a un callejón sin salida en el que ni deja gobernar al PP ni ofrece, al menos explícitamente, una vía alternativa para cumplir con su deseo aparente de que se forme un Gobierno cuanto antes.
Sánchez practica un juego de verdades a medias o de simples falsedades para esconder su fracaso electoral en dos ocasiones consecutivas y su manifiesta incapacidad para afrontar este crítico momento. Por un lado, invita a lo que llama “las derechas” a formar un Gobierno sobre una mayoría inexistente. ¿O es que pretende que el Gobierno de España busque su estabilidad en un acuerdo con la pretendida derecha catalana que acaba de respaldar la independencia unilateral y fuera de la ley? ¿Es esa una recomendación sincera o tal vez una manera de justificar que el propio Sánchez intente negociar con los independentistas en el caso de que Rajoy fracase? ¿Y cuál es esa mayoría alternativa de cambio de la que habla? ¿Quiénes son las izquierdas que él separa con tanta nitidez de las derechas? Qué clase de juego arcaico es ese de dividir al país ideológicamente en dos con semejante simpleza en un momento tan complejo, precisamente cuando los electores acaban de decir que quieren pactar y superar la vieja política?
Esta estrategia destila un aroma insoportable de tacticismo orgánico. Es imposible escuchar a Sánchez sin deducir que está pensando únicamente en su cálculo personal para sobrevivir como secretario general del PSOE. Y eso solo le puede conducir a fracasar en ambas tareas: ni puede razonablemente intentar presidir un Gobierno con 85 diputados y una suma disparatada de siglas, ni merece dirigir un partido al que día a día condena a la irrelevancia.
Sánchez argumenta que el PSOE es la alternativa a Rajoy, por lo que sería absurdo que le facilitase su continuidad. Pero la cuestión previa es si cabe cualquier posibilidad de desbloqueo que no pase por permitir la investidura mediante la abstención.
Se ha dicho que abstenerse sería un suicidio para el PSOE, pero según Metroscopia, el 63% de los votantes socialistas dicen que, si fuera la única alternativa para evitar elecciones, estarían de acuerdo “a cambio de una serie de reformas pactadas”.Y se ha sugerido que Sánchez no ha descartado del todo volver a encabezar una alternativa con Podemos y los nacionalistas: para sumar los escaños necesarios habría que contar con al menos los 17 votos de ERC y la ex CDC, y en ese caso los socialistas (85 escaños) estarían en minoría frente a la combinación de populistas e independentistas (88). Eso sí que sería un suicidio.
EL PSOE TIENE QUE DAJAR GOBERNAR, PONIENDO CLARAS SUS CONDICIONES.
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