jueves, 14 de julio de 2016

LA PRIMERA RONDA ACABA EN BLOQUEO.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, este miércoles

La primera ronda acaba en bloqueo.


El líder del PP dice que tiene interés en gobernar, pero admite que no cuenta con el apoyo de nadie.

Mariano Rajoy concluyó este miércoles su primera ronda de conversaciones con todos los partidos con una comparecencia que aclaró poco y que dio pie a extraer una conclusión y su contraria. Por un lado, el candidato del PP resaltó lo que le habían transmitido sus interlocutores: nadie quiere unas terceras elecciones y todos están abiertos a seguir dialogando. Anunció además que ya había entregado a todos ellos un programa de Gobierno —con pocas novedades y apenas algún guiño en materia educativa o laboral— para comenzar a negociar. Y expresó claramente que “tiene interés en gobernar” y que tiene prisa en hacerlo cuanto antes. Pero por otro lado, admitió que en la actualidad no cuenta con el apoyo de nadie, que nada se ha avanzado desde el 26-J y que ni siquiera tiene decidido aún si se presentaría a un debate de investidura en estas condiciones o de nuevo daría una espantada como ya hizo tras el 20-D.
No fue tan explícito, pero sus palabras eran fácilmente interpretables. Rajoy afirmó que, ante la certeza absoluta de que no fuera a contar con suficientes apoyos como para sacar adelante su proyecto de Gobierno, “abriría un periodo de reflexión” con el resto de las fuerzas políticas. Con sus 137 diputados, asumió que le corresponde a él la principal responsabilidad de que la legislatura eche a andar, pero exige al resto que asuma también la suya. No solo para permitirle empezar a gobernar, sino para garantizar además la estabilidad necesaria para poder hacer frente a todas las exigencias procedentes de Europa a las que debe darse respuesta cuanto antes.

 La versión de Sánchez


Rajoy tuvo ocasión de explicarle todo esto al líder socialista, Pedro Sánchez, tras una reunión de casi hora y media. Esta vez, a diferencia del encuentro que mantuvieron tras los comicios de diciembre, fue algo más que la escenificación de un desencuentro. Hablaron, explicó Sánchez a la salida, de los esfuerzos de Rajoy por conseguir su investidura y de las acciones de Gobierno que resultarían más urgentes si finalmente acaba habiendo uno. El tono fue mucho más cordial y constructivo que la anterior ocasión, en la que ni siquiera se dieron la mano. El resultado, sin embargo, fue el mismo. Sánchez se reafirmó en su voto en contra a la investidura de Rajoy, le exigió que se esforzara, trabajara y negociara a fondo con sus “aliados potenciales” y le recordó que le queda mucho camino por recorrer hasta llegar a los 176 diputados necesarios para ser investido.
La explicación del líder socialista a su salida de la reunión dejó también un reguero de ambigüedades y de preguntas sin responder. En primer lugar, porque aseguró que el PSOE será siempre parte de la solución. Y porque se comprometió a que los socialistas harán todo lo posible para evitar nuevas elecciones. No explicó, sin embargo, en qué consistiría ese esfuerzo último de responsabilidad. Por no responder, ni siquiera respondió a la pregunta de si en algún momento se planteaba la posiblidad de volver a intentarlo él en el caso de que Rajoy fracasara en su intento. Y dio pie, de ese modo, a que en el aire quedara flotando esa posibilidad. No parece, sin embargo, que se trate de una hipótesis seria.
Fuentes socialistas explican la falta de claridad en las palabras de Sánchez con tres argumentos: debe ser Rajoy quien reciba la presión por el actual bloqueo; la dirección del PSOE se encuentra en una situación endiablada en la que la opinión pública le acabará culpando del bloqueo o las bases del partido montarán en cólera si permite gobernar a Rajoy; y, finalmente, por mucha urgencia que flote en el ambiente, “la situación sigue estando muy verde” y la negativa expresada este miércoles responde a un escenario concreto que todavía puede cambiar en las próximas semanas. Y es tras este tercer argumento cuando todos los ojos se vuelven hacia Ciudadanos. La Ejecutiva de este partido se reunió este miércoles a primera hora para formalizar su posición ante el debate de investidura de Rajoy, si finalmente se celebra. Dirá no en la primera votación y se abstendrá en la segunda. Una decisión que Albert Rivera quiso vestir de ejercicio de responsabilidad y con la que pretendió incrementar la presión sobre el PSOE. 

La abstención no basta


El movimiento de Rivera, sin embargo, no dejó satisfecho a Rajoy, que aspira no solo a ser investido, sino a dotar de cierta estabilidad a su Gobierno —una estabilidad para la que no le valen únicamente los votos de Ciudadanos y mucho menos su abstención—, ni sirvió para que el PSOE se diera por aludido. Solo un escenario más rotundo, reconocen fuentes socialistas, podría servir como palanca para propiciar un replanteamiento de todo. “No es lo mismo abstenerse para que Rajoy gobierne con sus 137 diputados que hacerlo para permitir que eche a andar un Ejecutivo con el apoyo de 169 o 170 diputados”, explican.

La prueba que puede demostrar en los próximos días si la ronda de contactos de Rajoy ha sido la constatación de un bloqueo irresoluble o el comienzo de una negociación complicada pero posible estará en la existencia o no de un diálogo que todos se han comprometido a mantener, pero al que aún no se ha puesto calendario ni metodología. De momento, lo que quedó este miércoles sobre la mesa fue un programa de Gobierno que apenas incluye propuestas novedosas, el anuncio de una abstención que resulta insuficiente y el rechazo tajante de los socialistas a ser ellos la solución. A día de hoy.

La persistente sombra de la “investidura Frankenstein”

Son minoría las voces socialistas que piden a Pedro Sánchez que intente aproximarse a Podemos y forjar una alternativa de izquierdas. Y sin embargo, ese temor persiste en la cabeza de algunos notables del partido, a los que la falta de contundencia del secretario general del PSOE en descartar esa posibilidad les empuja a realizar declaraciones preventivas.
“Pablo Iglesias no puede seguir jugando con la gente y decir que hay posibilidad de un Gobierno de izquierdas cuando no es verdad”, advirtió ayer Alfredo Pérez Rubalcaba durante su participación en los cursos de verano de la Universidad Complutense. Unidos Podemos, dijo el ex secretario general socialista, integra a grupos independentistas, anticapitalistas, ecosocialistas o confederalistas. Lo que proponen, defendió, no es un Gobierno de izquierdas, porque ni el PNV ni Convergència son de izquierdas, y Esquerra Republicana de Catalunya es independentista. No suman, concluyó Rubalcaba, y sería además una “investidura Frankenstein”.
Rubalcaba ironizó con la rapidez con la que Rajoy se ha cansado de formar Gobierno y le recomendó que pidiera consejo a José María
Aznar, que cuando tuvo que sacar adelante su investi-
dura “se lo curró mucho más que él”.
Y a Albert Rivera, horas después del anuncio de su abstención, le recomendó que tuviera cuidado en “echar órdagos en política, ya que a veces uno los pierde”.
MARIANO RAJOY NO QUIERE GOBERNAR CONOCIENDO MUY BIEN LOS PROBLEMAS DE ESPAÑA Y PARA ELLO HACE COMO QUE TIENE VOLUNTAD DE GOBERNAR PERO NO PONE LAS BASES SERIAS SOBRE LA MESA DE UNA NEGOCIACIÓN ,ES TODO UNA PANTOMIMA.OTRAS ELECCIONES NO ARREGLARÍA  NADA Y HABRÍA UNA GRAND ABSTENCIÓN, LOS ESPAÑOLES ESTAMOS CANSADOS DE UNA POLITICA INTERESADA EN EL SALARIO,PREBENDAS Y SILLONES SIN NINGUNA RESPONSABILIDAD POLÍTICA.

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