jueves, 18 de febrero de 2016

BRUXELAS QUE NOS HAGA UN TRAJE A MEDIDA COMO A CÁMERON

El primer ministro británico, David Cameron, habla con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

‘Brexit’: ¿por qué nos debería importar en España?


Pese al impacto económico que pueda acarrear, quizás la consecuencia más importante de que Reino Unido abandone la UE sería el precedente político que marque.

Pese a no afrontarse en circunstancias cercanas al pánico vivido en otras cumbres europeas de estos pasados años, el Consejo Europeo que se celebra estos días resulta igual de relevante para el futuro de la Unión Europea. Se trata nada más y nada menos de determinar el futuro de Reino Unido en la UE
Históricamente, Reino Unido ha tenido una visión particular de la UE que en ocasiones ha sido interpretada desde el continente como demasiado enfocada en intereses económicos. Para Reino Unido la UE representa, en mayor medida que para otros países, una alianza con fines comerciales. En consecuencia, se juzga su pertenencia otorgando mucho peso a las ventajas económicas que le reporta.
La crisis del euro y la mayor integración forzosa que de ella se ha derivado provocan sentimientos contrapuestos en el Reino Unido. Por un lado, Londres siente que ha perdido capacidad de influencia en las decisiones comunitarias, especialmente en aquellas con impacto directo sobre el sector financiero, principal motor de su economía (un 7,9% del PIB en Reino Unido, frente al 5,5% de promedio para la UE y el 4,1% en España). No obstante, estar fuera de la moneda única ha permitido a este país poder actuar con más rapidez y flexibilidad frente a los retos de la crisis. La recuperación económica ha sido más vigorosa frente al resto de la UE, argumento utilizado para reivindicar su recetario de políticas liberales y flexibilidad laboral.
En todo caso, estas políticas también han convertido a Reino Unido en una relativa víctima de su propio éxito. El efecto llamada a la inmigración desde el resto de Europa (incluida España) ha aumentado la oferta de trabajo, contribuyendo a la bajada de salarios, facilitada por la flexibilidad del mercado laboral. Reino Unido es el país del G7 donde más han bajado los salarios reales desde el inicio de la crisis. Los salarios apenas se han recuperado y las infraestructuras del país muestran el desgaste esperable tras el aumento poblacional que ha acarreado la inmigración y los recortes presupuestarios. En definitiva, los beneficios de la recuperación económica no se están sintiendo por igual en todas las capas de la sociedad.
Todo lo anterior ha hecho de la inmigración un tema clave en el debate político. Como prueba el aumento del apoyo a partidos populistas como el UKIP, un número no desdeñable de votantes achacan a la presión migratoria su pérdida de poder adquisitivo y de bienestar (en contra de la literatura económica, que no refleja demasiada causalidad entre la inmigración y los salarios medios).
La libertad de movimiento de trabajadores en la UE se ha convertido en un punto de fricción con los británicos, forzando al primer ministro David Cameron a revisar la relación de su país con aquella mediante una propuesta de renegociación de los términos de la relación y un posterior referéndum.

Los efectos de un 'Brexit'

Cameron busca en el Consejo Europeo un acuerdo en cuatro áreas: reequilibrar el balance de poder entre los países del euro y los que están fuera; acabar con el objetivo de la UE de aspirar a una mayor unión política; impulsar medidas económicas de corte liberal, y limitar los beneficios sociales a los inmigrantes.
Si Cameron alcanza un acuerdo satisfactorio es de esperar que convoque el referéndum para el próximo junio. Las últimas encuestas apuntan a que la votación se decidirá, por un ajustado margen, a favor de la permanencia en la UE. El desempeño de la economía europea y la frecuencia y el tratamiento que haga la prensa sensacionalista sobre la inmigración serán aspectos clave para predecir el resultado del referéndum.
Si triunfa la opción de abandonar la UE (el denominado Brexit), los efectos económicos y políticos se sentirían en toda la Unión, España incluida. Más allá de la incertidumbre que generase en los agentes económicos británicos y extranjeros, la magnitud de los efectos a largo plazo dependería de cómo el Reino Unido y la UE configurasen sus futuras relaciones. Existen varios modelos posibles de colaboración entre ambas partes (por ejemplo, Suiza o Noruega) aunque si el Reino Unido pretende mantener un acceso significativo al mercado común, tendría que plegarse a la normativa europea, incluida la libertad de movimiento de personas (con el añadido de perder una notable capacidad de influencia en Bruselas).
Un eventual Brexit afectaría al comercio, la inversión directa extranjera (IDE) y los flujos migratorios dentro de la UE; así como a la estabilidad política de ambas partes. También tendría efectos sobre la City, clave en la financiación, gestión de tesorería y de riesgos para las empresas europeas.

¿Cómo afectaría a España la salida de Reino Unido?

España no será inmune al contagio, dados sus fuertes vínculos con el Reino Unido a través del turismo, la emigración y la IDE española en el Reino Unido (en particular en el sector financiero).
Actualmente, el superávit comercial de España con el Reino Unido alcanza el 1,1% del PIB español en 2014 y el Reino Unido se sitúa como el quinto destino más importante para las exportaciones de bienes y servicios españoles (especialmente importante para la industria automovilística y de aviación, alimentaria y farmacéutica). Reino Unido es el principal mercado para la industria turística española y los flujos de turistas británicos suponen casi un 25% del total de turistas que recibimos. En 2015 llegaron más de 15,5 millones de turistas británicos que gastaron 14.057 millones de euros, un 20,9% del total del gasto por turismo en España.
Respecto a los flujos migratorios entre ambos países, los británicos son la tercera nacionalidad más numerosa en España, tras rumanos y marroquíes (se estima que hay entre 800.000 y un millón de británicos que vive en nuestro país durante alguna parte del año). En sentido contrario, según datos del INE, Reino Unido es el primer destino para la emigración española (un 14% del total). Este organismo estima que la emigración española a Reino Unido aumentó un 25% interanual en 2014.
Reino Unido es el principal destino para la inversión española en el extranjero, con un 14% del total de IDE española en 2013. Esta se concentra en los sectores financieros (35%), de telecomunicaciones (32%) y abastecimiento energético (15%). Reino Unido es también una fuente de IDE relevante para España: la inversión británica representa un 10% del total de la que el país recibe, con presencia principalmente en los sectores de tabaco, telecomunicaciones y servicios financieros.
Por último, España está particularmente expuesta al sector financiero británico. Según datos del Banco de Pagos Internacional de Basilea (BPI), el sistema bancario español ostenta derechos de crédito sobre contrapartes británicas por valor de 412.000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2015, solo algo por detrás de Alemania (417 MM$) y EE UU (447 MM$). En cualquier caso, la estructura subsidiaria de los bancos españoles limitaría el impacto de un eventual Brexit.
Pese al impacto económico que pueda acarrear, quizás la consecuencia más importante de que  Reino Unido abandone la UE será el precedente político que marque, que podría no solo incentivar a otros países a seguir su ejemplo, sino también inspirar otros movimientos de corte secesionista. La composición de la UE también se vería alterada, con la pérdida de un contribuyente neto con relevancia en la escena mundial y una importante historia.
YA TENEMOS UNA UNIÓN EUROPEA ASIMÉTRICA.MUY MAL ASUNTO PARA LA UNIÓN O MEJOR DICHO DESUNIÓN

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