De reyes a primeros ministros: la identidad de dos millones de masones, desvelada
La publicación de una lista con dos millones de nombres de masones ha vuelto a recordarnos que la organización gozó de un gran poder político y legislativo en la etapa de mayor esplendor británico.
Nuestro país, como en todos aquellos donde triunfaron las dictaduras fascistas y autoritarias, ha perseguido activamente a los masones, esa organización de carácter iniciático que, a lo largo del último milenio, ha influido en el devenir de la historia del hombre. Uno de los países en los que más se ha dejado notar su influencia ha sido Gran Bretaña, especialmente a partir de 1717, cuando cuatro Logias de Londres se unieron para formar la Gran Logia de Londres y Westminster (UGLE) que hoy en día sigue reuniendo a 270.000 miembros y cuyo Gran Maestro es actualmente Su Alteza Real el Duque de Kent Eduardo, primo de Isabel II y nieto de Jorge V. Una buena muestra de que la relación del país inglés con la masonería es mucho más natural que en otros países europeos.
A pesar de ello, la publicación de una lista con alrededor de dos millones de nombres de masones sorprenderá a un buen número de británicos. Se trata de una relación realizada por Ancestry, una página web lanzada en 2002 que rastrea los orígenes genealógico de los ingleses para ayudarlos a trazar su propio árbol. Si tanto interés han mostrado en la investigación de los archivos masónicos es porque sus libros, en los que figuran las fechas de iniciación, el nombre del masón y la logia a la que pertenecen (y, en algunos casos, la profesión), son uno de los pocos documentos que existen sobre determinados antepasados familiares. Como recuerda Genealogy Today, el equivalente americano de Ancestry, los registros masónicos pueden ser una buena herramienta para “verificar una fecha de muerte o ayudar a identificar que tu antepasado vivía en un lugar y período determinado” o localizar a otros familiares pertenecientes a una logia.
En la lista hay reyes (Eduardo VIII, Jorge IV), políticos (Winston Churchill), exploradores (Ernest Shackleton), científicos (Alexander Fleming) y deportistas
La lista, a la que ha tenido acceso 'The Telegraph', “puede conducir a una revisión de casi 200 siglos de historia británica, revelando el grado de influencia de los masones en los escalones más altos de la sociedad durante la gran época de esplendor imperial británico”. En concreto, el período comprendido entre 1733 y 1923. Entre sus nombres se encuentran reyes (Eduardo VII, Eduardo VIII y Jorge IV), políticos (Winston Churchill o Arthur Wellesley, I duque de Wellington), exploradores (Ernest Shackleton), científicos (Alexander Fleming), escritores (Arthur Conan Doyle, Rudyard Kipling, Oscar Wilde) e incluso deportistas. Muchos de ellos ya eran conocidos, como es el caso de Churchill, pero otros ayudan a entender mejor la influencia que dentro de la sociedad inglesa tiene la UGLE que, adaptándose a los tiempos, dispone de su propia página web.
La catástrofe del Titanic
La mayor parte de medios británicos han reparado en el importante papel que, a juzgar por los nombres revelados en el listado de Ancestry, jugó la masonería en la investigación sobre el accidente del Titanic de 1912: tanto el juez, sir John Charles Bigham, lord Mersey, como los investigadores, pertenecían a una logia. Ello provocó, señala 'The Telegraph', que a pesar de las acusaciones del senado estadounidense, la Cámara de Comercio británica exonerase a la mayor parte de los implicados. Una investigación muy polémica en su época, ya que tan sólo se entrevistó a tres pasajeros de primera clase, y que gozaba de un carácter más técnico que la americana.
Jorge VI, rey entre 1936 y 1952, escribió: “la francomasonería ha sido una de las influencias más importantes de mi vida”
El veredicto provocó que la naviera británica White Star Line saliese indemne de la investigación, así como el fallecido capitán Smith y el segundo oficial, Charles Herbert Lightoller. Los nuevos hallazgos sugieren que tanto el juez como dos de los cinco investigadores y uno de los directivos de la compañía motriz de White Star Line eran masones. Una coincidencia que ayuda a entender por qué no hubo culpables ingleses de la tragedia, a pesar de la patente escasez de botes salvavidas a bordo del fallido transatlántico.
Winston Churchill
Hay una gran cantidad de información publicada sobre la relación del Primer Ministro británico y la masonería. Fue iniciado en la logia de Studholme n.º1591 el 24 de mayo de 1901, a los 27 años, siguiendo la tradición familiar. Sin embargo, nunca fue un masón activo, como afirmó el Gran Maestre Sydney White: “Winston Churchill fue iniciado de joven pero nunca progresó dentro de la orden y no ha tomado partido desde hace muchos años”.
Churchill se unió cuando lo consideró apropiado y, de igual manera, renunció cuando quiso
La Churchill Society que vela por el legado del político inglés asegura que renegó públicamente de la masonería en 1912. Por su parte, el masón Yasha Bereshiner asegura que la organización no había tenido ningún significado para Churchill, más allá el de ser una “placentera actividad social”, como demuestra que no se refiriera a ella en ninguno de sus incontables libros: “Se unió cuando lo consideró apropiado, renunció cuando lo vio apropiado y estuvo dispuesto a prestar su nombre a los proyectos masónicos que se encontraban en su área de influencia”. Probablemente, se trataba más bien de una adscripción propiciada por amigos y familiares que un compromiso serio.
Los reyes masones
No hay más que echar un vistazo a la relación entre monarquía y masonería para entender cómo esta fue, durante siglos, un importante brazo del poder inglés. En la lista recién revelada figura, por ejemplo, el nombre de Eduardo VII, hijo mayor de la reina Victoria y rey inglés entre 1901 y 1910, que fue iniciado en Estocolmo en 1868 por el rey de Suecia, Carlos XV. También su hijo, Jorge V, que reinó entre 1910 y 1936, y su nieto, Eduardo VIII, que se sentó en el trono brevemente en 1936 antes de abdicar. Nada que resulte particularmente sorprendente, puesto que se conservan imágenes de todos ellos vistiendo ropas y abalorios masónicos. No sólo ellos, sino que Jorge VI, rey entre 1936 y 1952, también lo fue hasta el punto de que se le atribuye haber escrito después de la Segunda Guerra Mundial “la francomasonería ha sido una de las influencias más importantes de mi vida”.
Jack el Destripador
¿Es posible que el nombre del verdadero asesino londinense figure entre los dos millones publicados por Ancestry? Nunca lo sabremos, pero lo que sí está claro es que sí lo hace uno de los principales sospechosos, James Maybrick. El comerciante de algodón acusado de asesinato por envenenamiento y fallecido en 1889 pasó a formar parte de la lista de candidatos en 1992, cuando se encontró un diario atribuido a él en el que sugería era Jack the Ripper (JA-mes Maybri-CK) y en el que reconocía haber cometido cinco asesinatos. La información que rodea a dicho caso es contradictoria: no se ha podido demostrar que el libro perteneciese a Maybrick, aunque sí que databa de la época victoriana; el chatarrero Michael Barrett, que encontró el diario, llegó a afirmar en 1995 que lo había falsificado, aunque terminó retractándose de su confesión; sin embargo, Maybrick sí se encontraba en Whitechapel en la época de los crímenes.
La francomasonería ha negado toda conexión con el Destripador durante 130 años, pero todas las mujeres fueron asesinadas según los rituales masónicos
No sólo el asesino era probablemente masón, sino también un gran número de los investigadores del caso y los miembros del parlamento del momento lo eran. Esta tesis es defendida por el director de cine Bruce Robinson (¿recuerdan 'Los diarios del ron', protagonizada por Johnny Depp?), que en su último libro, el voluminoso 'They All Love Jack: Bustin the Ripper' (Harper), defiende que los asesinatos llevaban la marca de la masonería por todas partes… sólo que el asesino no habría sido James, sino su hermano, el cantante Michael, que perteneció a la logia de St. Andrews entre 1863 y 1887 (un año antes de los asesinatos). Como explicaba el autor en una entrevista con 'GQ', "la francomasonería ha negado toda conexión con el Destripador durante 130 años, pero todas las mujeres fueron asesinadas según los rituales masónicos". Para el cineasta y escritor todo es “claramente masónico”, de las gargantas abiertas en canal a los intestinos colocados sobre los hombros de las víctimas.
Artistas masones
La lista de masones es inacabable, pero en ella figuran en un lugar privilegiado algunos de los autores británicos más relevantes del siglo XIX y el XX. Uno de ellos es Rudyard Kipling, que llegó a dedicar un melancólico poema a su vida como masón llamado “Mi logia madre”: “¡Cómo los recordaba! ¡Y cuántas veces he deseado volver a verlos a todos! A todos los de la Logia Madre. (…) Y volver a sentirme un masón perfecto una vez más, en esta mi logia de hoy”. También Oscar Wilde, iniciado el 25 de mayo de 1875 en la logia universitaria Apollo n.º 357 de Dublín, donde prosperaría hasta llegar al grado de maestro. También lo era Arthur Conan Doyle, cuyo ingreso en la masonería coincide con la misma época en la que comenzaba a escribir los primeros relatos del detective más famoso de todos los tiempos. Si Holmes era masón, se lo dejamos a sus grandes estudiosos. De lo que no cabe ninguna duda es que los personajes masónicos abundan en sus aventuras, como ese comerciante de 'El constructor de Norwood' que, contraviniendo las órdenes de su logia, porta un compás y una escuadra en su pasador de corbata.
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