sábado, 27 de junio de 2015

PLAN B DE LA UE PARA GRECIA

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, este jueves en Bruselas.

Esbozo del plan B de la UE

Los acreedores planean la hoja de ruta a seguir si Grecia deja de poder afrontar sus pagos.

La panoplia de opciones que se abren después de que el viernes por la noche el primer ministro griego, Alexis Tsipras, anunciara que convoca un referéndum sobre la propuesta de los socios es muy diversa. Los acreedores (la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo) pusieron en marcha hace meses, con el máximo sigilo, una célula formada por funcionarios de varias instituciones para preparar un plan B si llega un momento en el que Grecia no puede pagar.
“Sería suicida no tener preparados los mínimos cortafuegos”, decía en marzo pasado un alto funcionario comunitario. Fuentes conocedoras de esos planes contaban entonces algunos detalles:
  • Uno: se produciría una nacionalización inmediata en Rumanía y Bulgaria de las filiales de los bancos griegos en esos dos países.
  • Dos: se activarían controles de capital, incluso de forma asimétrica en el lado europeo, a pesar de que se considera que el riesgo financiero en Grecia es escaso y absorbible, y sería necesario el recurso al BCE.
  • Y tres: la clave sería la postura del Banco Central de Grecia en caso de impago técnico. ¿Si el BCE decide cortar las líneas de emergencia, el Banco de Grecia lo haría automáticamente? En 2012 también se hicieron planes de contingencia. En aquel momento, se planteaba un escenario de colaboración entre las autoridades griegas y las europeas; esta vez, las instituciones continentales no tienen claro el grado de colaboración del bando griego.
La eurozona está hoy mejor pertrechada que en 2012 para combatir la crisis, pero aun así esa salida tendría un enorme efecto indirecto a través de los mercados. El euro es esencialmente un proyecto político: si resurgen las dudas sobre la unidad de la eurozona reaparecerían las dificultades con las primas de riesgo en los países más endeudados (Italia, Portugal, Irlanda, España).
Los expertos no son optimistas. “Tanto los acreedores como Grecia están reaccionando de una forma muy emocional. Los costes de una salida serían gigantescos. Pero quizá no a corto plazo: es posible que Europa pueda contener el contagio, pero el problema resurgiría en la próxima crisis. Un Grexit sería el principio del fin de la eurozona: desestabilizaría el euro”, decía esta primavera Paul De Grauwe, de la London School of Economics. “Lo preocupante es que todo el mundo hable ya del Grexit con esa ligereza en Bruselas”, aseguraba Ángel Ubide, del Peterson.
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