Cerca de 1,2 millones de inmigrantes de diferentes nacionalidades aguardan en Libia poder entrar en Europa a través del Mediterráneo, según datos de la Policía española.
El Centro de Inteligencia y de Análisis de Riesgo de la Comisaría General de Extranjería de la Policía expuso hoy esas cifras durante unas jornadas sobre tráfico de personas que se celebran en Las Palmas de Gran Canaria (Atlántico).
El responsable del Centro, José María Nieto Barroso, explicó que ese 1,2 millones de personas se agrupan en su mayoría en la costa comprendida entre Trípoli y la frontera con Túnez, donde operan las mafias que aprovechan el vacío de poder en el país para convertirlo en punto de salida de barcos-patera hacia Italia.
Barroso subrayó que las mafias instaladas en Libia no tienen ningún problema en desentenderse de la suerte de los inmigrantes a los que embarcan en "buques chatarra", cargados muy por encima de su capacidad, después de lanzarlos al mar rumbo a Italia.
Como tampoco lo tenían hace unos años, recordó, cuando enviaron a decenas de miles de personas hacia las islas Canarias en cayucos y pateras, en travesías de hasta nueve días de navegación que en no pocos casos acabaron en tragedias, con la barquilla hundida en el mar o pérdida en mitad del océano Atlántico.
En el caso de España, el progresivo cierre de las rutas que conducen a Canarias también ha elevado las tarifas que exigen las mafias a los inmigrantes que embarcan en las pateras, en su mayoría subsaharianos, según el comisario jefe de la Brigada de Extranjería de la Policía en Las Palmas, José Luis Sebastián Montesinos
De los 700 a 800 euros que se pagaban por persona en 2006, en pleno apogeo de la crisis de los cayucos, se pasó a 1.500-2.000 euros cuando se aumentó la vigilancia sobre las costas, y ahora el pasaje en patera se cotiza casi a 3.500 euros.
"Por 3.500 euros, usted se va a los fiordos noruegos, en el 'Queen Mary', en primera, exterior y con todo pagado. Usted y su pareja. Y ellos vienen en una patera de la muerte que puede naufragar. No saben manejarla, ni saben cómo funciona un GPS... Esas mafias son a las que tenemos que combatir", dijo Montesinos.
El Centro de Inteligencia y de Análisis de Riesgo de la Comisaría General de Extranjería de la Policía expuso hoy esas cifras durante unas jornadas sobre tráfico de personas que se celebran en Las Palmas de Gran Canaria (Atlántico).
El responsable del Centro, José María Nieto Barroso, explicó que ese 1,2 millones de personas se agrupan en su mayoría en la costa comprendida entre Trípoli y la frontera con Túnez, donde operan las mafias que aprovechan el vacío de poder en el país para convertirlo en punto de salida de barcos-patera hacia Italia.
Barroso subrayó que las mafias instaladas en Libia no tienen ningún problema en desentenderse de la suerte de los inmigrantes a los que embarcan en "buques chatarra", cargados muy por encima de su capacidad, después de lanzarlos al mar rumbo a Italia.
Como tampoco lo tenían hace unos años, recordó, cuando enviaron a decenas de miles de personas hacia las islas Canarias en cayucos y pateras, en travesías de hasta nueve días de navegación que en no pocos casos acabaron en tragedias, con la barquilla hundida en el mar o pérdida en mitad del océano Atlántico.
En el caso de España, el progresivo cierre de las rutas que conducen a Canarias también ha elevado las tarifas que exigen las mafias a los inmigrantes que embarcan en las pateras, en su mayoría subsaharianos, según el comisario jefe de la Brigada de Extranjería de la Policía en Las Palmas, José Luis Sebastián Montesinos
De los 700 a 800 euros que se pagaban por persona en 2006, en pleno apogeo de la crisis de los cayucos, se pasó a 1.500-2.000 euros cuando se aumentó la vigilancia sobre las costas, y ahora el pasaje en patera se cotiza casi a 3.500 euros.
"Por 3.500 euros, usted se va a los fiordos noruegos, en el 'Queen Mary', en primera, exterior y con todo pagado. Usted y su pareja. Y ellos vienen en una patera de la muerte que puede naufragar. No saben manejarla, ni saben cómo funciona un GPS... Esas mafias son a las que tenemos que combatir", dijo Montesinos.
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