sábado, 2 de mayo de 2015

PODEMOS,O ÍÑIGO O YO

Arbitraje y culto a la personalidad.

 La carta de despedida de Juan Carlos Monedero no es una misiva a los militantes de la organización Podemos ni está dirigida a su dirección. No hay en el texto una explicación de lo que ha ocurrido para que uno de los fundadores abandone la dirección. Pero, en cambio, es una proclamación de culto a la personalidad de Pablo Iglesias.
  Fuentes que dicen conocer el desenlace apuntan que en realidad hemos asistido a un arbitraje. El arbitraje de Pablo Iglesias. Monedero no ha planteado, dicen esas fuentes, un pulso a Iglesias sino a Iñigo Errejón, el número dos de la organización. No había sitio para ambos.
  He puesto varios tweets para informar lo que me han explicado las personas que dicen conocer entresijos del desenlace. Y me dicen que me vaya a Argentina y que me suba a un árbol.
   Acepto el reto de subirme a un árbol, pero con una diferencia. Lo hago aquí en Madrid. Y subido a él intento ver por encima de las copas de los árboles que tapan el bosque.
  La carta de Monedero destila nostalgia. Da la impresión de que Monedero se identifica con Ernesto Che Guevara cuando deja al partido y a la Cuba de Fidel Castro. Si el Che sublima su impotencia ante el curso prosoviético de Fidel a través de la lucha armada en Bolivia, quizá uno de los países menos propicios de América Latina para volver a intentar la teoría del foco guerrillero, Monedero ha decidido, al llegar a la conclusión de que él y Errejón son incompatibles,  abandonar  la burocracia del partido para actuar entre el pueblo llano como un militante más.
  Bien.
  La idea de que todo lo que le ha sucedido a Monedero y a Podemos es producto casi exclusivo de la acción del otro, de los de fuera, según se desprende de la carta de despedida, es la clásica representación paranoica de echar las culpas sobre el exterior.
    En la política española está a la orden del día. No hay mucha diferencia entre los ataques de Monedero a los demás, a los otros, a las fuerzas atávicas de la sociedad capitalista, y a los medios de comunicación, que la que verbalizan a diario los dirigentes de otras fuerzas políticas, como pueden ser el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
   Del mismo modo que UPyD han sido un partido cortejado en su fase ascendente por los medios de comunicación y ahora es vapuleado por ellos, Podemos vive una experiencia similar. Vidas paralelas UPyD-Podemos.
   Por eso es tanto más incoherente que Monedero se presente como el guardián del tarro de las esencias y advierta que Podemos se está asimilando a los partidos del establishment al tiempo que exhibe en sus explicaciones una conducta idéntica a la de esas fuerzas políticas.
   Habría que explicar por qué las cosas han ocurrido de una manera y no de otra en apenas unos meses. Y, más allá de las trampas tendidas, que haberlas, como las meigas, haylas, lo importante para Monedero, para Iglesias y para Podemos, es saber cómo se ha caído en ellas.
    El asunto de los ingresos de Monedero declarados a Hacienda le ha acompañado como la sombra porque en lugar de responder con humildad intentó hacer lo que se llama un cover up. Y el encubrimiento es lo que queda del día, parafraseando a Ishiguro. Es, desde luego, peor que el asunto fiscal subyacente.
  Que Cristóbal Montoro se comporta más como ministro o comisario del PP que como ministro de Hacienda, eso es una realidad.
  Pero es que contar con ello, como suele decirse, va en la factura a pagar por Podemos. Monedero dio unas explicaciones un día para ir corriendo a presentar la complementaria a Hacienda  al otro. Entonces, por su conducta milonguera (en este caso no de bailar sino de vender milongas) la dirección debería haber exigido su dimisión y relegarle a actividades alejadas del primer plano al menos durante una temporada.
   Y, ahora, parece que esa historieta ha alimentado la fuente de una discrepancia sobre táctica y estrategia. ¿Sí?
    Fuentes consultadas señalan que entre esas discrepancias está el peso que según Monedero debería suponer América Latina - la teoría del populismo del fallecido sociólogo Ernesto Laclau - en el programa y la acción del partido. Otra parece haber surgido en el debate de los programas relacionados con las Comunidades Autónomas españolas.
   Pero, dicen esas fuentes, esas discrepancias tenían nombre y apellido: Iñigo Errejón. Según esta interpretación, Monedero habría forzado el arbitraje de Pablo Iglesias. Un arbitraje sobre el número dos de la organización. Al fin y al cabo, también Errejón había tenido su pecadillo con la Universidad de Málaga.
  “O Iñigo o yo”. Pero con una aclaración: decidiera Iglesias lo que decidiera, Monedero seguiría aceptando el superliderazgo de Iglesias.
 Eso, el culto a la personalidad.
MAL EMPIEZA EL PARTIDO CON TRIFULCAS INTERNAS POR CUOTAS DE PODER HAY QUE SER SOLIDARIO Y DESINTERESADO POR EL BIEN DEL CONJUNTO

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