martes, 28 de abril de 2015

KATMANDÚ ESTÁ DESTRUIDA

Terremoto en Nepal 2015

Los primeros 37 españoles,en ser evacuados de Katmandú (Nepal).

“Corrí hacia al aeropuerto y solo se veían cabezas, brazos, ríos de sangre”

Todos los españoles localizados en Nepal son evacuados a India. 107 están en paradero desconocido.

Taciturnos, ojerosos, exhaustos, como si salieran de una pesadilla, los primeros españoles evacuados de Nepal, también los primeros europeos, llegaron la pasada madrugada al aeropuerto de Nueva Delhi. Primero lo hizo un grupo con 36 adultos y un bebé y más tarde otro con 78 personas. Muy pocos tenían ganas de hablar, pero quienes lo hicieron no podían contener la tristeza y la rabia. “Nos han tratado como a perros”, exclamaba Jonathan Herranz, un extremeño de 27 años, residente en Barcelona, que salió de Nepal en en primer avión, un vuelo comercial de la compañía aérea Spice Jet. El terremoto le sorprendió en un taxi, camino del aeropuerto. El coche se empotró contra una casa, él tuvo el reflejo de salir, tirado del brazo por un nepalí. El taxista y sus dos compañeros de trayecto murieron aplastados en el vehículo.
“Corrí durante 45 minutos en shock hacia al aeropuerto y nada más se veían cabezas, brazos, ríos de sangre y gente superpreocupada. La ciudad está en el suelo, no existe, el patrimonio histórico se ha destruido totalmente”, relata.
Las 50 horas siguientes las pasó confinado en el aeropuerto, custodiado por guardias armados y sin poder salir porque le obligaban a pagar una nueva visa. “Cada botella de agua costaba 10 dólares, me robaron y no solo a mí, a todo el mundo”. La prioridad, asegura, la tenían indios y chinos, a quienes separaron del resto y a los que daban comida y bebida, al contrario que a los demás extranjeros. “Fueron 50 horas en la pista, lloviendo, en manga corta, sin mantas…hacía mucho frío y yo soy un adulto, pero allí había niños”.
Jonathan afirma que ha llegado mucha ayuda humanitaria a Katmandú, pero que lo único que han recibido los nepalíes es una botella de agua un solo día. “La mercancía llegó al aeropuerto, pero de ahí no salió”. Arremete contra el Gobierno nepalí del que dice que es “la peor escoria" que ha visto jamás, y se confiesa “deprimido” pero “orgulloso por tener un Gobierno como el español". "Al menos me ha sacado de una catástrofe como ésta y no intenta estafarme como han hecho ellos”, dice.
Al contrario que Jonathan, que solo llevaba 19 días en Katmandú, Mikel Aingueru Leizeaga, un guipuzcoana de 49 años, vive en Katmandú desde hace 22 y está casado con una nepalí. A las 11.57 del sábado, cuando se produjo el seísmo, estaba en su agencia de viajes en Thamel, “el barrio mochilero por excelencia, sin posibilidades de escape, porque son todo edificios juntos, con calles por las que no cabe un camión y apenas entra un taxi. No tienes escapatoria”.
A su lado se derrumbó un edificio de siete plantas y él buscó refugio en un jardín público. Las dos últimas noches las ha pasado en una campa, donde se reunieron todos los vecinos y cada uno colaboraba aportando lo que podía: mantas, algún colchón, una esterilla, galletas, un poco de té; lo básico.
Lo peor han sido las más de 70 réplicas que siguieron al terremoto. “Son horas eternas, no puedes dormir, cada vez que notas una vibración en el suelo piensas que puede ser peor que la primera, es una angustia total”.
Algunos familiares de conocidos de Mikel han muerto. De otros no lo sabe, porque no ha podido contactar con ellos. Lo que más le preocupa es que, en poco tiempo, sin electricidad, sin agua, se agotarán los alimentos y el combustible y pueden llegar las enfermedades. Aún así, piensa regresar. “En cuanto nos quitemos el susto”. Allí está su vida.

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