Begoña Pérez, con sus tres hijas, en una foto familiar.
Una pareja desahucia a su propia hija y a tres de sus nietas en Gran Canaria
Un juzgado ordena que la mujer y sus tres hijas menores de edad abandonen la casa
Los padres de la mujer, que viven en Fuerteventura, son propietarios de siete casas.
Begoña Pérez, de 43 años, tuvo que oír a su padre, de 72, llamarla "sinvergüenza"; y a sus hijas, todas menores de edad, "malas personas". Fue en el juicio celebrado la semana pasada en el juzgado número 3 de Telde, que sentenció que la mujer y sus tres hijas, de 17, 13 y 11 años, deberán abandonar el próximo 16 de abril la casa en la que viven desde hace algo más de siete años, propiedad de sus padres.
¿Qué ha hecho que una familia acabe rota y enfrentada hasta ese punto? La afectada asegura que, en general, las relaciones con sus progenitores habían entrado siempre dentro de la normalidad. Fueron ellos quienes, tras separarse de su marido, le cedieron su casa del barrio teldense de La Herradura para que se acomodara allí junto a sus hijas. Ellos pagaron durante todo este tiempo la luz y el agua, y nunca le pidieron alquiler ni ninguna otra contraprestación económica (Begoña solo recibe 200 euros de su exmarido como manutención de las niñas, más lo poco que gana limpiando esporádicamente casas de amigas y conocidas).
En mayo del año pasado, la situación dio un vuelco. Los padres, que viven en Fuerteventura, fueron a su casa a pasar unos días, como hacían periódicamente. Ya Begoña los notó "raros". Casualidad o no, también se presentó en la casa una de sus hermanas con su hijo. La visita acabó con acusaciones de supuestas agresiones y en un juicio rápido en el que sus padres actuaron de testigos de la otra hermana. Al día siguiente, según cuenta Begoña, le sacaron todas sus cosas de la habitación de matrimonio. "Me las dejaron tiradas por la casa y le cambiaron la cerradura a la puerta de la estancia". Luego le advirtieron tajantes a una de sus hijas: "Dile a tu madre que no se atreva a abrir esa puerta". A partir de ahí, las peticiones de que abandonara la casa, y luego el juicio y la sentencia.
La madre de Begoña, de 67 años, pide que se omita su nombre por temor a represalias. Está convencida de que lo que ella y su marido han hecho es lo correcto, y manifiesta que el trato que ha recibido de Begoña la ha llevado a estar en tratamiento psiquiátrico desde 1999. "Mi hija siempre fue una rebelde. Cuando se casó se olvidó de nosotros durante más de una década, y a pesar de eso, le ofrecimos la vivienda al separarse. Pero me di cuenta de que seguía siendo mala". Su opinión sobre las niñas no es mejor: "Son traviesas y malcriadas".
Esta mujer reconoce que fue el hecho de conocer que su hija había llevado a "un novio" a su propia casa lo que había desatado su ira y provocado el cambio de la cerradura de la habitación. "¡Se estaba acostando allí con él!", añade indignada. ¿Y la razón última por la que ha desahuciado a su hija? "Porque la casa es mía", concluye. La casa de Telde no es la única de la que son propietarios. Al apartamento en el que viven en Fuerteventura se suman cuatro más en el mismo complejo, tres de ellos arrendados, más otro en el sur de Gran Canaria.
El 16 de abril, el día en que su hija ha de marcharse definitivamente de la vivienda en cumplimiento de la sentencia, ella dice saber lo que ocurrirá: "Seguro que monta un espectáculo con la Guardia Civil". Eso, siempre que el recurso que Begoña va a interponer contra la decisión judicial que ordena el desahucio no prospere.
Arístides Rodríguez es uno de los miembros de la plataforma ciudadana Telde Responde, que ha estado al lado de Begoña y sus hijas en todo el proceso. Señala que la verdadera razón por la que la desahucian es que quieren vender la casa para saldar una deuda de otra de sus hijas. Recuerda que cuando justo se lo echó en cara a la madre el día del juicio, "me intentó agredir y me amenazó diciéndome: 'Te cojo y te reviento la cabeza".
La plataforma ha ayudado en la búsqueda de alternativas para encontrar una solución a un escenario que ahora mismo parece inevitable. "El Ayuntamiento dice que no tiene viviendas y les ofrecían ir a un centro de rehabilitación de toxicómanos lleno de estiércol y basura", expone. Están luchando para que el Gobierno de Canarias les dé una casa, para lo que han presentado la correspondiente solicitud.
Mientras tanto, no descartan ninguna posibilidad, desde que ocupen ilegalmente alguna vivienda deshabitada del municipio hasta que se instalen una cueva en los montículos que rodean a Telde. Cualquier cosa antes de que Begoña se quede en la calle con las menores porque eso implicaría —explica Arístides Rodríguez— que, de acuerdo con la Ley de Protección del Menor, habría que llevar a las niñas un centro y, por tanto, separarlas de su madre. Un golpe quizá demasiado fuerte para Begoña.
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