Alexis Tsipras, líder de Syriza, en un mitin este sábado.
Syriza busca una gran mayoría
Los sondeos consagran una clara ventaja de Tsipras sobre sus rivales políticos en Grecia.
La llaman “encuesta de encuestas”, consiste en la media de los últimos datos recabados por 12 institutos demoscópicos y el estudio de una universidad local, y ofrecía este domingo los siguientes resultados: a siete días de las elecciones generales griegas, Syriza, el partido izquierdista que desde hace meses lidera todos los sondeos, se despega (con el 34,7% de apoyos) del segundo partido en intención de voto, la conservadora Nueva Democracia (ND), con el 30,2%, y se acerca a la mayoría absoluta; la diferencia entre ambos es ahora de 4,5 puntos, frente a los 3 en que se había estabilizado en las últimas semanas, según los datos publicados este domingo por el diario conservador Kathimerini.
La mayoría absoluta es precisamente el objetivo de Alexis Tsipras, líder de Syriza; la idea que repite en encuentros y mítines para, asegura, poder negociar con la troika “sin tener las manos atadas” por un socio de Gobierno. Pero si no lo logra, la principal incógnita reside en averiguar quién desempeñará ese papel —el de tercer partido más votado, un puesto que se disputan el centrista To Potami (El Río) y el neonazi Aurora Dorada, pero que también ambicionan los socialistas del Pasok, más rezagados—, con el telón de fondo de un 11% de indecisos.
Otra encuesta publicada también este domingo —la de Public Issue para el diario Afyí (Aurora), órgano de Syriza— da a Tsipras un margen aún mayor (35,5% de los votos), frente al 30,5% de ND, lo que le permitiría lograr 144 escaños de 300, es decir, sólo siete por debajo de la mayoría absoluta. El resto de resultados está en consonancia con otros sondeos: tercera plaza muy disputada para To Potami (creado en marzo y que debutó con éxito en las europeas), los neonazis, los comunistas del KKE (a los que cabe excluir de cualquier coalición con Syriza) y, en último lugar, el Pasok. El nuevo partido de Yorgos Papandreu, Movimiento de Socialistas Democráticos, que este domingo propuso un referéndum sobre la deuda, ronda el 2% de apoyos, por debajo del 3% requerido para lograr representación parlamentaria. Según el sondeo de Afyí, hay un 21% entre indecisos, votos en blanco y abstenciones. Así pues, los sondeos marcan la pauta de una campaña austera —el coste total de la convocatoria será de 50 millones, menos que en 2012 o 2009—, polarizada y monocorde, marcada por la ausencia de debates pese a la reiterada petición de Tsipras de verse las caras en televisión con el primer ministro Andonis Samarás (“no debato con quienes hacen hooliganismo político”, zanjó este domingo este en referencia a Syriza); una campaña breve por las circunstancias que rodearon el anticipo electoral —el fracaso de la designación de presidente—, y atravesada por avisos y advertencias dentro y fuera de Grecia ante el probable cariz anti-troika del Gobierno que resulte de las urnas (al respecto, Syriza aseguró el sábado que no emprenderá ninguna acción unilateral tras anunciar la Comisión en Bruselas una posible ampliación del rescate a seis meses).
El líder izquierdista quiere negociar con la troika "sin tener las manos atadas"
Samarás, paradójicamente, habla directo al corazón y el bolsillo de la gente; promete una bajada de impuestos y acusa a Syriza de querer destruir la clase media o, al hilo del atentado yihadista contra la revista satírica Charlie Hebdo, de “invitar al país a inmigrantes sin papeles” y querer “desarmar a la policía”, como dice uno de los anuncios de la propaganda electoral de ND, con imágenes de duelo en París yuxtapuestas a otras de indocumentados (y divulgado unos días antes de la desarticulación en Atenas de una supuesta célula yihadista, el pasado fin de semana).
Por su parte, Tsipras, que la semana pasada agitó la campaña con un encuentro en Twitter que recibió más de 10.500 preguntas de internautas, no se sale ni un milímetro del llamado Programa de Salónica, la columna vertebral de su programa de gobierno: alivio inmediato a las víctimas de la crisis, recuperación económica, creación de empleo y reforma del Estado.
Otros asuntos deben de parecerle tan secundarios que tras la citada entrevista virtual muchos lamentaron la tibieza con que el líder de Syriza despachó temas como el matrimonio homosexual (“no está entre mis prioridades”, dijo), la separación de poderes Iglesia-Estado o el desarme de las fuerzas antidisturbios de la policía.
Sufragio obligatorio
El voto sigue siendo obligatorio en Grecia, y los autobuses interurbanos y los trenes ofrecen esta semana descuentos de hasta el 25% para facilitar la afluencia a las urnas, pero por las calles resulta difícil ver indicios de agitación política más allá de los contados y habituales quioscos callejeros de los grandes partidos; pero los carteles brillan por su ausencia en beneficio de los mensajes televisivos, el escenario donde se han refugiado la mayoría de los líderes, como demostraron este domingo el propio Andonis Samarás, en una entrevista en un canal privado, o el neosocialista Yorgos Papandreu. Y mientras, la calle bulle como si, efectivamente, no fuese a terminarse el mundo se vote lo que se vote el día 25.
“En otras elecciones he votado a Nueva Democracia y al Pasok, y ya no los quiero ver ni en pintura. Voy a votar a Tsipras; por muy mal que lo haga no se equivocará ni la mitad que los otros”, cuenta Fanis Pappás, pequeño empresario de automoción, en una calle de Atenas. “Nos han mentido, han robado, han esquilmado la riqueza del país y encima nos amenazan y nos conminan a votar lo ‘correcto’. Lo correcto para seguir conservando sus privilegios…”.
LAS COSAS TIENEN QUE CAMBIAR EN EUROPA SI O SI, A VER SI SE LES ACABA LA TONTERÍA A LOS BANCOS Y LA PREPOTENCIA DE UNA VEZ, ENTRE OTRAS COSAS.
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