sábado, 26 de abril de 2014

PORNO ECOLÓGICO

Tommy Hol Ellingsen y Leona Johansson, fundadores de Fuck For Forest

Porno ecológico para salvar los bosques

Una ONG alemana produce pornografía amateur para salvar bosques de todo el mundo

En diez años suman 4.000 socios y han recaudado 250.000 euros con sus fotos y vídeos.

¿Se puede proteger la selva amazónica con sexo? Se puede. La pareja formada por Leona Johansson y Tommy Hol Ellingsen, sueca ella y noruego él, lleva haciéndolo desde 2004 a través de Fuck For Forest, un proyecto de corte “erótico ecológico”, según lo definen ellos mismos, que busca recaudar fondos para financiar proyectos ecológicos ofreciendo material pornográfico amateur. Con sede en Berlín, hoy cuenta con 4.000 socios y unos eslóganes que no dejan lugar a malentendidos: Cambia la realidad con amor y sexualidad o Salvar el planeta es sexy.
En sus diez años de andadura, estos activistas eróticos han recaudado 250.000 euros que han servido para financiar ocho proyectos medioambientales en Perú, Brasil, Ecuador, Costa Rica y Eslovaquia. “Apoyamos iniciativas locales que tengan una intención idealista, y siempre tratamos directamente con los grupos que trabajan en la zona, por lo que siempre sabemos a quién apoyamos y en qué se usa el dinero”, explica la pareja en un correo electrónico.
La ONG estuvo salpicada de polémica desde su nacimiento, el día en que Tommy y Leona se pusieron a realizar sexo explícito ante las 4.000 personas que estaban viendo el concierto de la banda The Cumshots (Las eyaculaciones) en el festival de música The Quart, en Noruega. Querían protestar de una manera llamativa sobre el daño que hace el hombre al medioambiente. Fueron detenidos y hubieron de pagar una multa de 1.200 euros. Tras el incidente, se trasladaron a la capital alemana y Fuck For Forest comenzó a crecer.
Nos grabamos por placer y por salvar la naturaleza; no sacamos ningún beneficio económico
¿Y cómo creció? Gracias a las aportaciones de sus activistas sexuales, que cuentan con dos variantes: una es hacerse miembro del club y participar con fotos y vídeos eróticos propios, que pasan a formar parte de la oferta de la web. Esto da al usuario acceso libre a todo el material subido. Pero si el interesado quiere participar en la salvación del medio ambiente sin desnudarse, hay una alternativa: pagar una cuota mensual que también permite visualizar todas las fotos y vídeos publicados. No hay profesionales entre los activistas. “Una de las ideas de FFF es no ser demasiado profesional, nos preocupa más pasarlo bien que hacer un producto perfecto. Muchos de nuestros activistas nunca querrían aparecer en una web porno convencional”, aseguran.
Tal ha sido el éxito de esta iniciativa que se han rodado dos películas contando la historia de la pareja. La primera, del director polaco Michal Marczak, muestra la vida de unos hippies que profesan el amor y el sexo libre, consumen drogas, son vegetarianos y recorren el mundo publicitando su causa. Ha tenido cierta repercusión a nivel internacional, pero no muestra a la organización como realmente es, en opinión de sus fundadores. “Estamos a punto de estrenar un documental hecho por nosotros mismos que narra los tres primeros años del desarrollo de la ONG, muestra más la realidad que hay detrás del proyecto”, cuentan.
Poster de la película sobre la ONG.
Los fundadores de Fuck For Forest rechazan que su iniciativa sea vista como pornografía a secas. La diferencia está en la intención que hay detrás. “Documentamos relaciones sexuales reales y no decimos a la gente cómo se tiene que comportar o qué tiene que hacer. Grabamos por placer y por salvar la naturaleza y no sacamos ningún beneficio económico. Como los activistas eróticos no cobran, la energía que se ve entre ellos es muy diferente a la que hay en la pornografía comercial”, explican.
Pese a los logros conseguidos, el camino no ha sido siempre de rosas para esta pareja, ya que alguna vez se han topado con organizaciones que han rechazado su ayuda por su manera de recaudar dinero. “La mayoría de las veces, esas organizaciones piensan en su imagen pública y temen el qué dirán”, explican. “¿Por qué el cuerpo humano desnudo se considera ofensivo, mientras que coches y fábricas pueden contaminar abiertamente sin que nadie lo juzgue?. Si trabajas con sexo, ¿no eres suficientemente bueno para salvar la naturaleza?”.

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