miércoles, 16 de abril de 2014

ALEMANIA YA NO ES SERIA Y NOS HACE MUCHO DAÑO

“Pensaba que Alemania era un país serio”

Los jóvenes españoles que ven peligrar sus prácticas se quejan de que Berlín no ha cumplido su parte del trato.

Lidia López y Nabil Kaddaure tienen muchas cosas en común. Los dos son españoles y provienen de zonas donde ser joven y estar en el paro son prácticamente sinónimos. Los dos se apuntaron al programa alemán de fomento del empleo juvenil con la idea de aprender al mismo tiempo una profesión y un idioma. Y, tras un periodo en el hotel-escuela de la ciudad de Rostock, los dos se sienten defraudados con la decisión del Gobierno de suspender el plan El trabajo de mi vida por falta de fondos. Ambos consideran que ellos han cumplido su parte del trato; y que el Ejecutivo más poderoso de Europa no.
Pese a los puntos en común, también hay cosas que les diferencian. Como el efecto que tendrá en sus vidas la decisión del Gobierno de Angela Merkel. Para la canaria Lidia López, de 25 años, que lleva más tiempo en esta ciudad de la costa báltica y que ya ha dado casi todos los pasos del programa —curso de alemán en España, clases de idioma y prácticas profesionales ya en el destino y, por fin, un contrato de formación de tres años—, las implicaciones serán menores: ella trabaja en la administración del hotel y se queja de que el Gobierno alemán está retrasando los pagos y rechaza dar más información para nuevas ayudas. Para el malagueño Nabil Kaddaure, de 21 años, la situación es más complicada. “Tras dos meses de curso en España, llevo dos semanas en Rostock dando clases ocho horas al día de lunes a sábado. Las cosas empezaron a torcerse hace unos días, cuando el centro de Málaga donde estudié recibió una carta del Gobierno diciendo que iban a paralizar la concesión de becas porque no había fondos. Ahora no sé qué va a pasar conmigo”, asegura por teléfono.
Kaddaure no solo se queja de que Berlín no haya querido ampliar la partida de 48 millones que el programa El trabajo de mi vida tenía destinado para ese año, sino de una forma de hacerlo que define como “chapucera”. “Aquí hay un grupo de italianos y barceloneses que ya saben que va a haber dinero para sus prácticas, pero a los de Málaga, que somos cuatro, nos han dicho que por ahora no nos pueden confirmar nada. Y eso que algunos de nosotros llegamos antes que los otros dos grupos”, explica. Este veinteañero que quiere hacer las prácticas de cocinero concluye con una frase rotunda: “Pensaba que Alemania era un país serio”.
Los responsables del centro de prácticas de Rostock aseguran que el carpetazo del Gobierno afectará tan solo en su escuela a dos centenares de jóvenes que habían aceptado trasladarse a un país extranjero para aprender un oficio y al mismo tiempo ganar 818 euros mensuales, de los que 618 proceden de las arcas públicas alemanas. Más de la mitad son españoles; y el resto proceden de países como Italia, Hungría, Eslovaquia, Lituania y Polonia.
Las escuelas de idiomas corren el riesgo de no cobrar los pagos aplazados
“Las escuelas de idiomas aplazaron el pago de los cursos confiando en las normas alemanas y ahora corren el riesgo de no cobrar. El pasado mes de marzo se informó a miles de candidatos de que su solicitud está ‘en espera’, cuando ellos ya han hecho los cursos o han viajado a Alemania”, asegura Peter Pedersen, gerente del hotel-escuela.
El Gobierno alemán argumenta su decisión en el incremento desproporcionado de las solicitudes de los últimos meses. Fuentes de la agencia de empleo responsable de conceder las ayudas aseguran que en el primer trimestre del año se duplicaron las solicitudes recibidas respecto al mismo periodo del año anterior. Pero lo cierto es que hace un año, cuando se presentó el proyecto en España, la entonces ministra de Empleo y ahora titular de Defensa, la democristiana Ursula von der Leyen, aseguró que ofrecería 5.000 plazas de formación a los españoles. Las cifras se han quedado por debajo: en 15 meses se habían presentado algo menos de 9.000 solicitudes, de las que poco menos de la mitad eran de españoles. No está claro cuántas de estas se quedarán por el camino tras el cerrojazo de Berlín. La sucesora de Von der Leyen en el Ministerio de Trabajo, la socialdemócrata Andrea Nahles, tampoco ha querido ampliar los fondos disponibles.
“Es un desastre. De un día para otro nos hemos enterado de que las reglas han cambiado”, asegura indignado Christian Seefried, alemán que colabora como voluntario en la integración de los jóvenes europeos en el hotel de Rostock. “Los aspirantes pueden usar nuestro número de información o nuestro correo electrónico para enterarse de cómo marcha su solicitud. Las empresas también pueden asumir el papel de respaldo a los jóvenes, ayudándoles con el primer paso que quieren dar en Alemania, como la vivienda”, responde una portavoz de la Oficina Central de Colocación, el organismo que gestiona el programa.
El malagueño, que quiere buscarse un futuro como cocinero en Alemania, confía en acabar haciendo sus prácticas en la empresa que ya le han asignado. Peor suerte correrán los que están en una fase inicial del proceso, que tienen todas las papeletas para quedarse fuera. No solo lo sentirán los jóvenes. Las empresas también echarán en falta una mano de obra necesaria en algunos sectores deficitarios, como la hostelería o la atención a mayores.
¿Te arrepientes de haber ido a Alemania? “No, porque un compañero echó el currículum y al día siguiente ya le estaban llamando de otra empresa. Aquí hace falta gente. Y, pese a la incertidumbre actual, la situación no va a estar peor que en España”, concluye Kaddaure.

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