domingo, 16 de marzo de 2014

LOS GRUPOS ULTRAS CRECEN EN MADRID

Disturbios durante una protesta por la futura Ley de Seguridad Ciudadana en el centro de la capital

El repunte de los ultras

Los grupos radicales de extrema derecha y extrema izquierda afloran con una mayor actividad delincuencial en los últimos años, en los que también se han incrementado las detenciones.

Las calles de la región han vivido en los últimos años un repunte de la violencia ultra de ambos signos. Quema de contenedores, destrozos en el mobiliario urbano y agresiones a simples viandantes se han mezclado por parte de radicales de ultraderecha y ultraizquierda, que han vuelto a protagonizar graves problemas delincuenciales. La policía y la Guardia Civil han aumentado su control de tal forma que desde enero de 2012 han detenido a 504 integrantes de ambas ideologías (249 de extrema derecha y 255 del signo opuesto).Un rápido vistazo a la distribución de las zonas en que se reparten ambos sectores permite ver que están muy repartidos por la región, pero que sus principales áreas de influencia se sitúan en la capital.
Decir un número de radicales resulta bastante difícil. Según fuentes policiales, habría unos 2.000 ultraderechistas y un número aproximado de ultraizquierda, aunque estos datos varían de un mes para otro.Entre las dos, la violencia más visible ha sido la de ultraizquierda. Esta a su vez se divide en dos grupos claramente diferenciados. Los anarquistas y libertarios forman un núcleo duro de unas 250 personas, entre los que hay bastantes menores. El segundo bloque lo integran los antifascistas, entre la que destacan la Coordinadora Antifascista, algunas pequeñas formaciones legalizadas y las Brigadas Antifascistas (BAF), vinculada directamente con los Bukaneros, los seguidores ultras del Rayo Vallecano, según fuentes policiales.
Esta amalgama se caracteriza por actuar siempre de la misma forma. En las últimas algaradas que han promovido se han infiltrado en manifestaciones y concentraciones pacíficas y comunicadas a la Delegación del Gobierno en Madrid. Una vez que están estratégicamente situados se dedican a romperlas y a promover graves disturbios. Para ello utilizan fórmulas similares a la kale borroka (lucha callejera) vasca, según explican fuentes policiales. “Siempre buscan el mejor escenario, el que les es más propicio para no levantar sospechas e intentar crear el mayor daño posible”, destacan algunos mandos.
El punto de inflexión lo marcó la protesta de Rodea el Congreso de los Diputados del 25 de septiembre de 2012, cuando tanto anarquistas como antifascistas rompieron su tradicional aislamiento y se unieron en el llamado Black Block (Bloque negro) en una táctica violenta sin precedentes en España. En aquella ocasión hubo un reparto de tareas de forma que cada grupo, llegados incluso de fuera de Madrid, sabía lo que tenía que hacer y en qué momento preciso. Unos iban identificados con banderolas rojas (antifascistas) y negras (anarquistas). Mientras unos llevaban medidas de protección a tipo de escudos, otros cargaban en mochilas materiales para lanzar como adoquines y rodamientos. De esta forma, se aseguraban la retirada. En esa revuelta un mando de la Brigada Provincial de Información (dedicada a investigar a estos grupos además de la lucha antiterrorista) resultó lesionado de manera grave.
La segunda vez que, supuestamente, actúan de manera coordinada ocurrió casi dos meses después, en la huelga general del 14 de noviembre de 2012. En aquella ocasión, se aumentó de manera considerable la violencia. De hecho, se detuvo a integrantes de las BAF con cócteles molotov listos para ser utilizados. “Estaban muy bien preparados, como lo hacen en Grecia. Llevaban sustancias para se adhirieran a las prendas de las personas contra las que se tiran de forma que no puedan apagarse las llamas”, recuerdan mandos de Información. Su intención llegaba más allá y no se descarta que su intención fuera lanzárselos a policías nacionales, en especial a los integrantes de la Unidad de Intervención Policial (UIP, los antidisturbios) durante alguna encerrona en las calles estrechas del centro de la capital.
El ataque que sufrió el Foro Universitario Francisco de Vitoria, en la facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, el pasado 20 de noviembre ha sido una de las últimas veces que han actuado juntos. Resultaron heridos cinco jóvenes de carácter leve después de que les atacaran con los propios extintores del edificio. Semanas después fueron arrestados 19 supuestos autores de la agresión.En la capital suelen distribuirse por Carabanchel, Vallecas y Tetuán. Fuera, se ubican en tres municipios fundamentalmente: Móstoles, Alcorcón y Collado-Villalba.
Recientemente ha nacido un grupo nuevo Valdemoro Antifascista (VAF), del que se desconoce el número de integrantes. “Se suelen financiar en conciertos en casas okupas y en fiestas privadas, que califican como antirrepresivas, y con charlas. Las entradas cuestan entre dos y cinco euros, más lo que sacan de las copas. Aparte venden productos como camisetas”, relatan fuentes policiales.
Dos policías durante los disturbios de la huelga del 14 de noviembre de 2012 en el paseo del Prado. / isaac f. calvo
Si por algo se caracterizan estos grupos de ultraizquierda es por un magistral control de las redes sociales. Son capaces de hacer que un determinado tema se convierta en tendencia incluso mundial y que todas las concentraciones y movilizaciones se convoquen en cuestión de minutos, para la sorpresa de la policía. “En una hora pueden lanzar un mensaje y que se hagan eco del mismo miles y miles de seguidores. Eso sí, pasado ese tiempo paran para no saturar la red”, añaden otros mandos.
Aunque parezca que la ultraizquierda y la ultraderecha están muy alejadas, les unen bastantes aspectos y formas de actuar. De lo que se han percatado los mandos policiales es que cada vez ingresan más jóvenes y a menores edades en sendos grupos. Las últimas detenciones han llegado incluso a chavales de 15 y 16 años, lo que en algunos foros ya se considera “muy preocupante”. Y la edad en que se jubilan de la lucha activa y directa también suele ser idéntica: los 30 o 35 años. Muchos de ellos porque ya han encontrado un trabajo estable o indefinido y porque han formado o están en ciernes de formar una familia. Ambos aspectos atemperan bastante.
Si la ultraizquierda se mueve en zonas más periféricas de la capital, la ultraderecha se localiza en el centro. Distritos tradicionales como Moncloa y Salamanca se unen al de Chamberí y Retiro. Además, la policía ha detectado en los últimos meses los intentos de captación de jóvenes en institutos de este último distrito, lo que resulta significativo. En la periferia se congregan en municipios con rentas altas, como Pozuelo y Majadahonda, junto con otros más humildes, como Parla. “No son grupos estáticos. Se junta por afinidades o por amistades. Sigue todavía el tema futbolístico como los seguidores radicales del Frente Atlético y de los Ultra Sur”, aseguran fuentes de Información.
Lejos han quedado las agresiones de principios de los años noventa en que la ultraderecha, con una clara estética de cabezas rapadas, salían de caza por Moncloa y apuñalaban a los guarros (en su terminología), es decir, a todo el que no fuera de su tendencia ideológica. “Ya no se juntan para buscar víctimas. Eso sí, se cruzan por la calle con alguien que no les guste se lanzan a por él. Mantienen esa rivalidad antagónica que viene desde hace décadas”, describen esas fuentes. La noche y los fines de semana son sus momentos preferidos.
Disturbios en la plaza de Neptuno tras la victoria del Atlético de Madrid en la Liga Europa en mayo de 2012. / carlos rosillo
Frente a los mensajes públicos en redes sociales de los de extrema izquierda, la ultraderecha se caracteriza por utilizar foros muy restringidos para hacer sus acciones y transmitir su ideología. También suelen comunicar sus manifestaciones y concentraciones en sitios muy concurridos a la Delegación del Gobierno en Madrid, cosa que no hacen sus contrarios. Abundan los mensajes privados entre personas de confianza, de forma que no entre nadie extraño al grupo. También van mejor armados que sus oponentes. Suelen ser detenidos con navajas y puños americanos, y a veces hasta con porras extensibles. Otra de sus armas son los cinturones con grandes hebillas.
La reacción ante la policía y la Guardia Civil también es opuesta. Si la ultraizquierda se caracteriza por ser combativa hasta sus últimas consecuencias, los de extrema derecha suelen demostrar un respeto total hacia los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. De hecho, bastan pocos agentes para filiar a los 300 o 400 asistentes a alguno de sus conciertos. Eso sería impensable en el otro extremo, donde es precisa una presencia masiva de UIP además de agentes de paisano.
Uno de los casos más graves que han protagonizado estos violentos fue el ataque el 11 de septiembre al centro cultural Blanquerna, en la calle de Alcalá, cuando unos radicales boicotearon los actos del día de Cataluña. La idea surgió en una comida a la que acudieron todos los participantes. Querían atacar este acto que consideraron independentista y que atacaba la soberanía del Estado. La investigación policial permitió detener a 19 personas entre septiembre y diciembre de 2012, acusadas de desórdenes públicos, amenazas, lesiones y daños. El 23 de enero de este año, se detuvo a siete integrantes de un grupo ultra vinculado a la extrema derecha. Estaban acusados de participar en una brutal agresión ocurrida el 31 de diciembre en el bar Río Duratón, en la calle de San Epifanio (junto al estadio Vicente Calderón), en el que resultaron apuñaladas tres personas, una de ellas de carácter grave. A esas detenciones se unieron otros tres imputados, que se presentaron directamente con sus abogados en el juzgado.
Entre los arrestados estaba Javier O. G., de 33 años, un bombero del parque de Santa María de la Cabeza (Usera), en la capital, que ya había sido detenido en otras tres ocasiones. Esta misma semana ha sido detenido como supuesto autor de dos robos con violencia e intimidación en una vivienda y en un trastero de Alcorcón y Majadahonda. También fueron arrestados otros dos integrantes de los Ultra Sur, entre ellos, Antonio M. M., conocido como El niño.

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