domingo, 2 de febrero de 2014

EL PP TIENE UNA VÍA DE AGUA MUY GRNADE-VOX

El espíritu de Fraga

Las banderías amenazan a la derecha.

El Partido Popular ha sacado del sarcófago a la momia que hizo posible la reconciliación de la derecha en España para apelar a la unidad en un difícil trance. La nueva derechona llegó en los tiempos de Manuel Fraga para recoger con pinzas los restos de la UCD, que se había hecho añicos tras una guerra de banderías y el intento fallido de juntar en un mismo partido al Movimiento, los democristianos y un grupo de socialdemócratas de última hora. Liberales, lo que se dice liberales, no hay que engañarse, jamás ha habido demasiados en la derecha cortijera española.
Sí ha existido, sin embargo, una reticencia a llevarse bien, como si todos no fueran parte de lo mismo. Incluso en los años del franquismo se produjo un hecho curioso a propósito de las rencillas políticas entre conmilitones, cuando una delegación del Parlamento británico visitó las Cortes Españolas. Los MP se sentaron en la tribuna de honor acompañados por un procurador que hablaba inglés. Uno de ellos, más despistado que un pulpo en un garaje o quizá lo suficientemente presto a poner el dedo en la llaga, le preguntó: "Y aquí, ¿dónde se sienta la oposición?". El procurador, sin saber qué contestar, tuvo, no obstante, los suficientes reflejos para salir del paso con una ocurrencia: "Está un poco dispersa por todo el salón de sesiones". Años más tarde se me antoja ilustrativa para describir el pulso interno familiar en el Partido Popular. Los populares se encuentran algo dispersos, me refiero a los que no se han ido ya.
Con creciente oposición interna, desplantes y un riesgo cada vez mayor de fragmentación, Cospedal no ha tenido inconveniente, sin embargo, en proclamar: "El PP somos todos". Como es obvio, cuesta entenderlo.
Los partidos, cuando llegan al poder, se encuentran con la imposible misión de cumplir con su programa electoral y eso tiene habitualmente como consecuencia un estallido interno que no siempre es fácil de apagar. En el caso de la derecha, la idea de mantener prietas las filas no resulta fácil. En este momento, menos que nunca.

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