Manuel Fernández ‘Lito’ (Mieres, 1947) abandona la federación del metal de UGT. La noticia no tendría mayor transcendencia si no fuera porque se trata de un sindicalista de largo recorrido: 25 años en el cargo. Y lo que es todavía más significativo. Durante ese tiempo, los sindicatos han hecho un trayecto de ida y vuelta. De ser respetados durante los primeros años de la Transición, son ahora cuestionados por parte de la opinión pública, que los culpa de ser casi corresponsables de la crisis. En esta entrevista repasa su historia. Admite errores y, sobre todo, apunta soluciones.
P.- ¿Cómo ha cambiado la sociedad española?
R.- La sociedad ha cambiado mucho en 25 años. Cuando yo llegué a Madrid -el 28 de octubre de 1988- me dijo Nicolás Redondo: "Ya estamos preparados para la huelga general [el14-D]". Había mucha ilusión, pero hoy todo es distinto. Lo que se ha logrado en estos años tiene mucho que ver con los grandes acuerdos entre sindicatos y aquella CEOE. Recalco, aquella CEOE. Pusimos mucho sentido común en momentos difíciles. ¿Qué tiene que ver Díaz-Ferrán con Cuevas? Pero por favor… Los intereses generales se anteponían a los particulares, y eso se ha perdido.
P.- Parece evidente que quienes han envejecido prematuramente son los sindicatos.
R.- Es verdad que nosotros nos hemos separado mucho de la sociedad. Incluso, en muchos momentos, hemos cometido el error de convertirnos en una institución más del Estado.
P.- Por qué ha sucedido eso.
R.- Los sindicatos somos los trabajadores, pero es verdad que a veces parecemos otra cosa. Es verdad que nos hemos hecho fotografías que no teníamos que habernos hecho. También es cierto que en momentos difíciles, hemos tenido que tomar decisiones que no son fáciles de entender por los trabajadores. Hace dos años hicimos un acuerdo de pensiones que muchos no comprendieron y nos acusaron de complicidad con el anterior Gobierno. Y lo que queríamos era blindar el futuro. Y la gente, como te tienen más cerca, tiende a responsabilizarte de lo que pasa.
P.- Probablemente porque no han sabido o podido ensanchar su base ideológica. Se los sigue viendo como parte de la izquierda política, no como simples sindicalistas.
R.- Habría que preguntarse por qué los sindicatos no han cultivado la afiliación entre los trabajadores que votan a la derecha. Probablemente, por la rivalidad sindical que hay en España. En Alemania, dentro de IG Metall, por ejemplo, la CDU -los democristianos- tienen una presencia en el sindicato. Un puesto en la ejecutiva siempre está reservado a un miembro del partido de Merkel. Muchos sindicalistas son de la CDU. Eso es impensable en España. Yo conozco a miembros del PP que están en UGT y te dicen: "A mucha honra". Y tienen razón. En España se han polarizado los sindicatos entre el viejo movimiento comunista y los de orientación socialista. No fuimos capaces de decir en su día que nosotros defendíamos los intereses de los trabajadores. Creo que cuando en UGT decidimos mantener el principio de sindicato de orientación socialista, en realidad lo que hicimos fue espantar a mucha gente.
P.- ¿Sería la solución una fusión con CCOO?
R.- A mí se me pasó por la cabeza una fusión con CCOO, pero luego vimos que era una tarea imposible. Si cuatro locos hubiéramos intentado esto, se habrían creado nuevos sindicatos. Es un problema de raíz. Esto no es Alemania. La unidad sindical es hoy imposible. Y eso que tenemos muy pocas diferencias. Hubo un momento en que avanzaron en un terreno estrictamente teórico dirigentes como José María Zufiaur y Julián Ariza, pero no salió nada. Incluso se llegó a hablar de una fundación. Eso se planteará algún día, pero tendrá que pasar mucho tiempo. Nosotros, los sindicatos, tenemos un problema: tenemos que competir en las elecciones y a la vez ser aliados en las fábricas.
P.- Los casos de corrupción, ahí está el asunto de los ERE, tendrá mucho que ver con el desgaste sindical...
R.- Se ha reaccionado tarde y a veces, incluso, ni se ha reaccionado, y ahí tenemos un déficit tremendo. Algunos estamos defendiendo que los toros se cogen por los cuernos. Aquí no hace falta una ley de transparencia, lo que hace falta es ser transparentes. No tenemos nada que ocultar, pero es cierto que a veces la opinión pública piensa lo contrario.
P.- Demasiadas fotos con el poder político y económico pasan factura.
R.- En ocasiones, los sindicatos hemos firmado programas con determinados Gobiernos que no nos han aportado nada, pero que han trasladado la imagen de que lo que pretendíamos era recibir una subvención. Y a veces hay que decir: ¡métase la subvención por donde le quepa, hombre!
P.- ¿Por qué los sindicatos se han puesto de perfil en el asunto de Cataluña?
R.- Dentro del sindicato hay un componente nacionalista. La gente todavía no se ha hecho la siguiente reflexión. ¿Por qué en el País Vasco hay sindicatos nacionalistas y por qué no los hay en Cataluña? Sin duda, por el componente nacionalista de UGT y de CCOO. En Cataluña, las relaciones institucionales no las hemos hecho con la izquierda, sino también con Convèrgencia, con Unió, con ERC, con todos… Este es un debate ideológico complicado. Yo soy partidario de que el sindicato se mantenga al margen del debate todo lo que pueda. En la cadena del otro día no estábamos, pero también es verdad que estamos en otros órganos que plantean el derecho a decidir o la independencia. Es complejo. Pero lo importante es que esto no puede seguir así. En algún momento alguien tendrá que poner los pies en el suelo y decir: vamos a hablar en serio y ver lo que tenemos que cambiar. A mí me parece una contradicción que un trabajador sea nacionalista. Yo soy federalista. Lo ideal sería decir, vamos a hacer algunas leyes comunes a todos los ciudadanos y a continuación que cada uno haga lo que quiera. Pero siempre con lealtad federal. Hay que discutir el modelo de Estado.
P.- ¿Dónde están los socialdemócratas en este momento histórico?
R.- Hace algún tiempo yo oía hablar de la Internacional Socialista, y ahora de vez en cuando me pregunto: dónde estará esa gente. Se está perdiendo la cultura socialdemócrata, y en su lugar se pone a Tony Blair, que es de derechas. Me acuerdo en Alemania hablando con un dirigente político y yo le decía: "Este Schröder no es capaz de ver donde nos lleva…" Y él me respondía: "Sí lo ve. Lo que pasa es que alemán". Y yo le contesté: "Tú también eres alemán". Entonces me cogió y me dijo: "Mira, él sabe que va camino del precipicio y que se va a matar, pero se tira. Porque es alemán…"
El gran error de los socialdemócratas es que han gestionado con escasas diferencias con la derecha. Los impuestos no son de derechas ni de izquierdas: son un medio para conseguir unos fines. Y lo que hay que identificar es en qué y para qué se quiere gastar ese dinero. El problema es de política, de prioridades. Lo importante es la redistribución, y eso se está perdiendo. El primer Gobierno Zapatero hizo mucho por la ampliación de las libertades y los derechos civiles, pero sin soporte económico.
P.- ¿Cómo son los empresarios españoles?
R.- Yo conozco excelentes empresarios en España. Me peleo todos los días con ellos, pero reconozco que los hay fantásticos: en la automoción, en la siderurgia, en bienes de equipo, en componentes... Pero también hay algunos horrorosos. En la construcción los hay muy buenos, pero también hay otros a quienes se llama ‘pistoleros’. A los grandes jefes de la construcción, como empresarios, se les puede reprochar poco.
P.- ¿Tienen futuro los sindicatos?
R.- Hace tiempo se ponía como modelo la concertación entre sindicatos y empresarios. Pero ahora resulta que estamos ante una especie de caza y captura del sindicalista. Si a eso añadimos la desinformación, que es mi opinión es achacable a nosotros, y lo rematas con algunos casos de presunta corrupción, que ya veremos en qué quedan, pasa lo que nos pasa. Tenemos que salir a explicar lo que hacemos, con jornadas de puertas abiertas o con lo que sea. Todo esto del sindicalismo es un mundo que no se conoce fuera.
P.- ¿Se va con el mismo patrimonio con el que llegó?
R.- Mi casa la estrené estando en Madrid ya. Cuando vivía en Asturias, me hice una casa en un prado precioso al lado de Oviedo. Y eso es lo que tengo. Soy un privilegiado.
COMENTARIO:Como trabajadora, yo empecé afiliada a UGT -supongo que supuse que era la mejor-, y cuando les necesité para un simple tema administrativo que por una determinada puntualización mejor lo tramitaban ellos, estuvieron MESES Y MESES , además obligándome a ir a la sede ¿¿¿?? varias veces y total para nada... Llegó otra persona de UGT que estaba descontenta allí, quería irse a otro sindicato y captaba gente y en TRES DÍAS cogió mi caso y lo resolvió. Y más que podría contar, pero aquí lo dejo... Los sindicatos españoles, el 90% de ellos, en mi modesta opinión, son mediocres. Que aprendan de los alemanes, esos sí que se lo trabajan. Yo les haría vivir exclusivamente de las subvenciones de los trabajadores.
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