Con los funerales y las heridas aún recientes, las víctimas del accidente de tren de Santiago han entrado ya en un laberinto administrativo que por ahora les depara más dudas que certezas. Certificados de defunción, bajas laborales, justificantes de pago para el cobro de los seguros y, sobre todo, las demandas que deberán presentar para personarse en la causa que instruye desde este domingo el juzgado número 3 de Santiago de Compostela. Las compañías aseguradoras, Adif y Renfe ya lo han hecho como partes interesadas, pero nadie representa aún en el proceso a los verdaderos damnificados de la tragedia.
Los afectados se plantean la posibilidad de crear una asociación para coordinar las futuras acciones legales, pero no saben cómo hacerlo. “Es necesario y tendremos que hacerlo. Entre las víctimas ha surgido una gran unión y nos estamos cogiendo los teléfonos, pero es verdad que en estos momentos estamos más centrados en que nuestros familiares salgan adelante”, explica Ricardo, un joven de Madrid que tiene a su hermana, Beatriz, de 31 años, ingresada en el Hospital de La Rosaleda. Iba en el vagón 4. Se recupera de heridas en una pierna. “Los médicos le han dicho que si el corte es un centímetros más allá, se habría cortado una arteria”, respira nervioso su hermano. Su familia está recopilando todos sus gastos para que la aseguradora se los reembolse, pero el proceso judicial es más complicado. “Vamos a tener que coordinarnos”, afirma.
No será sencillo porque en el tren viajaban pasajeros de todos los puntos de España y de otros países. El papeleo colisiona además con vivencias que estremecen, como le ocurre a José Jamardo. Perdió a su hermano Antonio en el tren y tiene a su cuñada aún ingresada con lesiones graves. “Venían a mi boda, que se iba a celebrar este sábado. Justo ahora tendrían que estar volviendo a Madrid y yo volando a la Rivera Maya, fíjate”, cuenta José con impotencia, rodeado por sus otros dos hermanos y su madre.
Lamenta que su cuñada haya tardado más de 48 horas en poder conseguir la baja médica que le exigen en el trabajo, y que un empleado de la aseguradora que se ha hecho cargo del siniestro, la alemana Allianz, fue a visitarla sin ni siquiera identificarse. “Nos dijo que no era médico y que sólo venía a ver cómo estaba. Ni nos dio información ni nos dijo los siguientes pasos que tenemos que dar para gestionar el tema de los seguros. Tampoco en Renfe. Tenemos la sensación de que no saben nada”, denuncia José. “Y si nosotros estamos perdidos, que somos de Pontecesures, que está a 22 kilómetros de aquí, no quiero pensar como estarán las familias que son de Cádiz o Cartagena. Además, prosigue, también tenemos la suerte de que una de personas ha sobrevivido y nos puede dar datos de cómo compraron los billetes, dónde iban y qué fue lo que ocurrió. Pero han muerto familias enteras y sus allegados no saben absolutamente nada”.
Familiares de las víctimas de descarrilamiento
José cree que lo mejor será poner una demanda colectiva precisamente para simplificar las cosas y evitar “que pueda aparecer alguien que trate de aprovecharse de alguna víctima”. Abogados y empresas especializadas en siniestros han acudido estos días a Santiago para tratar de captar clientes. Algunos incluso están tratando de anticiparse creando su propia asociación, pero la gran mayoría de las víctimas aún no forma parte de ningún colectivo ni sabe tampoco cómo dar los primeros pasos para crearlo. Los profesionales del dolor les llevan la delantera.
El hijo de Jesús se ha pasado la mañana dando vueltas en silla de ruedas por el pasillo del hospital. Adrián, de 13 años, se fracturó el tobillo, el brazo y la clavícula de su lado izquierdo, pero se encuentra bien y cuentan los días que le quedan para volver a su casa “y jugar de nuevo con la consola”, explica su padre. “Psicológicamente se encuentra bien, no sufre ningún trauma. De hecho, él dice que tampoco ha sido para tanto. Y al día siguiente nos pidió ver las imágenes del accidente. Quería salir del hospital cuanto antes”, relata Jesús.
Ya ha iniciado los trámites de la póliza: “Nos han dicho los de la aseguradora que guardemos los papeles de todos los gastos: hotel, viajes, comidas... Pero de las indemnizaciones aún no sabemos nada. Hemos visto algunas informaciones que hablan de cantidades ridículas. Es un tema que tenemos que abordar”. Mantiene que lo mejor será crear una asociación para estar personados en el procedimiento y, al igual que otras víctimas, están recopilando datos y números de teléfono para poder seguir en contacto. “En estos momentos, lo que más nos interesa es que Adrián se recupere cuanto antes”. Luego vendrán las reclamaciones y el juicio. El del accidente de Spanair, el 20 de agosto de 2008, aún no se ha celebrado.
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