Admitámoslo, había algo de ganas y cierta inquietud por ver a un banquero en la cárcel y el juez ha decidido enjaular a Miguel Blesa, sospechoso de una gestión que no puede calificarse de turbia porque nos quedaríamos cortos. Existe una convicción bastante generalizada de que los banqueros y los políticos han sido, en ocasiones al alimón, los principales causantes del descalabro económico que vivimos. Y, consecuentemente, casi nadie suele quedarse tranquilo cuando los culpables siguen sin pagar por lo que han hecho.
El escarmiento se echa de menos en situaciones límite; los grandes atracos desde las alturas provocan aún una indefensión mayor. El pueblo clama por justicia. Por ver a gobernantes procesados y delincuentes de cuello blanco camino de la trena. Ha sucedido así y seguirá sucediendo. Muchas de las grandes insurrecciones se han producido en la historia en medio del desamparo de la justicia y encabezadas por no pocos justicieros.
El peligro está en saltarse las garantías de un sistema para satisfacer la necesidad lógica de escarmentar que reclaman, en este caso, las víctimas de un monumental saqueo. En el caso de Bankia, hay millones que no se sabe adónde han ido a parar y otros miles de ellos que el Estado ha metido en un saco sin fondo a cambio de renunciar a hospitales, colegios, transporte público o investigación, por poner sólo algunos ejemplos. De modo que aquí, en todo este asunto, tendría que haber ya más de un culpable penando por delitos.
Pero como vivimos en un Estado garantista, cabe hacerse la pregunta de si el juez está vulnerando el proceso al decretar medidas cautelares contra Blesa y promover acciones que se consideran irregulares. El ministerio público cree que sí, pese a que el magistrado, al que no le acaban de convencer las razones del banquero, sostiene que dejar al pájaro fuera de la jaula podría afectar a algunas importantes diligencias judiciales. El asunto se vuelve todavía más delicado cuando los derechos fundamentales de la persona se cruzan en el camino de la investigación de los hechos, por otro lado, tan fundamental.
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