¿Puede un español medio pagar una factura mensual de luz de 760 euros? Le ocurrió a un conocido muy próximo a mí y claro la devolvió. Le dieron dos meses para pagarla sopena de cortarle el suministro. Y es que los costes energéticos son en España un problema serio que lastra la recuperación económica. La factura energética por hogar, contando luz , gasóleo y gasolina supone del orden del 25% de los ingresos medios mensuales, si añadimos los intereses, cuotas hipotecarias e impuestos de todo tipo, vemos que para el resto de actividades de las familias apenas queda un 30% de su renta disponible. ¿Cómo queremos que se consuma algún bien que no sea de los estrictamente necesarios para cubrir las necesidades básicas? Es imposible, basta con sobrevivir. Y no hablemos del ocio, que está reservado a unos pocos. Lo que crea empleo es el consumo de bienes diversos producidos por la mayoría de las empresas que son las que de verdad dinamizan la economía.
Hablemos de la eléctricas: el supuesto déficit tarifario no es más que una falacia admitida por los gobiernos y patronal eléctrica como compensación a unos costes de producción supuestamente superiores a los de venta: cuando los resultados anuales de 2013, año de crisis, estimados según lo publicado en este trimestre en la CNMV son para Gas Natural Fenosa de 1.500millones de euros, para Iberdrola de 3.000 y para Endesa de más de 2.000, es difícil hablar de déficit tarifario. Entre las tres superan en beneficios a los tres primeros bancos del país.
Conviene que el lector sepa que la primera pertenece mayoritariamente a La Caixa, tercer grupo financiero español, que además es accionista de control de Repsol, la primera petrolera nacional; la segunda con una posición significativa de ACS, una gran constructora controlada por Florentino Pérez y la tercera, ni más ni menos que al estado Italiano(¿Qué necesidad hay de cederles a nuestros amigos italianos más de 2.000 millones al año cuando el estado español no acierta a controlar el galopante déficit público? Y es que las tarifas eléctricas tanto para el consumidor como para la industria son de las más altas de Europa al haber subido un 60% en los últimos cuatro años, algo aberrante si consideramos que los salarios medios españoles están ahora por debajo de los de Chipre. Muchas industrias se están deslocalizando al sur de Francia, país donde, por cierto, la única compañía eléctrica existente es pública, lo que da idea de lo socialmente orientado que debe ser este sector, por el menor coste energético, con la consiguiente pérdida de empleo.
La desfachatez de la patronal eléctrica llega a tal nivel que sus representantes acaban de abogar por una nueva subida de la luz. Cuál es el objetivo? Hay más de 1,5 millones de hogares con la luz cortada por impago, cuando es un servicio básico que debería estar constitucionalmente protegido, en cualquier circunstancia; nuestros gobernantes remotos: Berlín y la mastodóntica Bruselas, ¿van a tener que intervenir como hicieron con la legislación hipotecaria, única en Europa, para recordar que no se puede dejar a un europeo sin poder calentar biberones en su domicilio? ¿Dónde están los tribunales de defensa de la competencia nacionales y europeos? Este oligopolio sería impensable en EEUU donde ya habrían sido severamente multados por acordar precios.
No hablemos de gasóleo y gasolina: por mucho que el titular de industria inste a las petroleras a controlar los costes, estas deben de considerar que es una broma y hacen lo contrario toda vez que la mitad del coste son impuestos. Esto afecta a todos los que se desplazan en automóvil a su trabajo que son la mitad de los que trabajan.
Propongo unas medidas contundentes para revertir esta situación insostenible, son claras:
1.-Real decreto de urgencia rebajando la tarifa eléctrica un 30% con efecto inmediato.
2.-Ley de liberalización del sector energético para dar entrada a cualquier agente que compita con los demás bajando precios.
Hablando de quienes dirigen estas empresas, desde luego no se puede decir que su mérito profesional ni ingenio para innovar sean excesivos: se limitan a cobrar compensaciones astronómicas por contemplar desde su despacho como se encienden y apagan los interruptores a diario, alimentados por las tarifas fijadas cómodamente por un real decreto.
Por cierto en Castilla y León, amplia zona de temperaturas bajas, y en Galicia están talando árboles y sustituyendo los sistemas de calefacción por calderas de leña y estufas por la imposibilidad de afrontar el coste del carburante. ¿Es que hay que volver al siglo XIX?
Al igual que la clase política ha reaccionado a la convulsión creada por los desahucios y sus protestas organizadas cambiando, aunque nimiamente, la legislación; un movimiento ciudadano en favor de la rebaja de costes energéticos probablemente forzaría una revisión de las condiciones del mercado energético español.
*Carlos de Orduña, presidente de Economistas Asesores Financieros.
COMENTARIO:
¿Cómo hemos llegado a esto?, en un país donde supuestamente la democracia y la justicia nos han costado 40 años de sufrimiento, en un país donde permanentemente se mira hacia atrás y donde nos restregamos todos en la memoria histórica, implorando las bondades del sistema democrático, descubrimos que encender una bombilla se nos convierte en algo inalcanzable, algo tan necesario como calentar un biberón es una hazaña para algunas familias, mientras políticos corruptos duermen calentitos al amparo de unas empresas energéticas dedicadas a la estafa consentida.
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