viernes, 10 de mayo de 2013

ALFREDO LANDA UN FENÓMENO EN UNA ÉPOCA EN LA QUE NECESITABAMOS REIRNOS

¿Por qué gustaba Landa?

20 filmes protagonizados por el actor superaron el millón de espectadores .
Un señor bajito, velludo y con enorme gracejo. Carismático y reconocible. Tierno, algo temeroso. Uno de los nuestros, al menos para los millones de espectadores que poblaban los cines del tardofranquismo para coquetear con los placeres de unos tiempos que parecían nuevos. Algo estaba cambiando y el héroe no era sofisticado sino un españolito con los instintos carnales a flor de piel. Eso, más o menos y en síntesis, era el prototipo 'landista', icono de un país que no se puede borrar porque forma parte de lo que fuimos.
Pasadas unas horas de la muerte de Alfredo Landa parece que incomoda recordar aquello. La resistencia ha abarcado un largo tiempo en el que la historiografía y la crítica cinematográfica ha pasado de puntillas sobre el cine popular del periodo. Como si el camino del medio estuviera forjado exclusivamente por la búsqueda inequívoca de la belleza. Pues no. Francisco Umbral ya anunció que la España de la última década de la dictadura se resumía en aquellas obras, cuyos títulos apenas se citan porque parecen tan simples que no merecen estudio.
Pues tampoco: '¿Por qué te engaña tu marido?' (Manuel Summers, 1969), '¡Vente a Alemania, Pepe!' (Pedro Lazaga, 1971), 'Los novios de mi mujer' (Ramón Fernández, 1972), '¡No firmes más letras, cielo!' (Pedro Lazaga, 1972) y 'Dormir y ligar: todo es empezar' (Mariano Ozores, 1974) son sólo algunas de la veintena de producciones que tuvieron a Landa como cabeza de cartel y que superaron, según los datos oficiales, el millón de espectadores en el momento de su estreno. 'No desearás al vecino del quinto' (Ramón Fernández, 1970) superó los cuatro millones y fijó una marca sólo superada en la industria nacional por 'Torrente 2: Misión en Marbella' (Santiago Segura, 2001). Ahí hay algo.
Hay, sobre todo, el reflejo y/o la generación de una imagen: la de un hombre que intenta asimilar las transformaciones que pretendían los Planes de Desarrollo, con sus infraestructuras, su turismo y su supuesto progreso de centro comercial y Seat 600. Eso, las minifaldas y los biquinis.

Amor, odio

Las novedades del entorno atraían pero también causaban inquietud. En ese paisaje irrumpió Landa con filmes rodados a toda prisa, con descuido en el acabado formal y con un arsenal de referencias a los usos y costumbres. Sexo, sexo, sexo. Así se forjó una variante del convencional 'macho ibérico', amante en permanente celo y muy fértil gracias a su origen racial.
El varón, por español, garantizaba atractivo, potencia y acierto. El protagonista de 'Cuando el cuerno suena' (Luis María Delgado, 1975) mantiene relaciones con tres jóvenes y las tres acaban embarazadas. Y en 'Manolo, la nuit' (Mariano Ozores, 1973) las nórdicas se disputan unos favores de hotel costero, algo a lo que Manolo no se resiste a pesar de estar casado, pues el adulterio suele aparecer como algo tan natural en ellos como pecaminoso en las esposas.
No es extraño, así, que el éxito del ciclo tardofranquista incluyera 'El reprimido' (Mariano Ozores, 1974), cuyo título aclaraba cómo era el sujeto al que encarnó Landa. Un individuo que llegó a la categoría de fenómeno sociológico bautizado como "landismo" por Tomás García de la Puerta, crítico de 'Pueblo'. Pronto llegaría, sin embargo, su revisión en 'El puente' (Juan Antonio Bardem, 1977), primer paso hacia las películas de prestigio que estaban por llegar y que han monopolizado, de forma un tanto reduccionista, la valoración profesional que se ha hecho de quien fue uno de los nuestros.
COMENTARIO:
SIEMPRE ESTARÁS PRESENTE EN NUESTRO RECUERDO POR AQUELLAS TARDES DE CINE QUE TANTO NOS HICITES REIR,SOÑAR Y PENSAR SOBRE ELVIVIR DE CADA DÍA,ERES UN PEDAZO DE HISTORIA Y QUIEN QUIERA VER UN TESTIMONIO DE NUESTRO ESTILO DE VIDA DE LOS 60 QUE VEA TUS PELÍCULAS. LA HISTORIA HARÁ JUSTICIA LO QUE  TE NEGÓ EN VIDA UNA SOCIEDAD QUE SE AVERGÜENZA DE UNA REALIDAD PASADA DONDE LA GENTE REÍA Y CANTABA EN LA CALLE. 
 

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