lunes, 22 de abril de 2013

UN DESAHUCIADO ITALIANO DE 80 AÑOS VIVE VIAJANDO PERMANENTEMENTE EN EL TREN

Entregó su vida por los demás como enfermero y desde hace ocho meses vive en los trenes de Italia. Su única riqueza es un carnet de inválido que le permite transportarse gratis.

Silvano Toniolo, de 80 años, exenfermero, vive permanentemente en los trenes que le sirven de casa para no dormir a la intemperie. Evita así tener que convertirse en un sin techo y verse condenado a vagabundear en la calle. Silvano no utiliza los trenes que están parados o estacionados de forma fija en los raíles, sino en los que se mueven por Italia. Así lleva ya ocho meses, desde que fue desahuciado y echado de un pequeño apartamento que tenía en el centro de Turín. Puede hacerlo al disponer de un carnet de inválido desde que tuvo un ictus que lo ha dejado parcialmente inválido, lo que le permite viajar gratis. En estos ocho meses, no se ha bajado del tren, salvo para cambiar de ruta y destino. Se conoce de memoria los horarios y diversas combinaciones que puede hacer para llegar a diversas ciudades.

Exenfermero y voluntario

Silvano, hombre generoso, entregó su vida a los demás en hospitales y como voluntario: «He trabajado como enfermero. He sido también voluntario en una misión en Uganda», ha contado Toniolo al Corriere della Sera. Después volvió a Turín y trabajó varios años en hospitales hasta su jubilación. «Puedo viajar en toda Italia, pero suelo hacerlo en Piemonte y Liguria», regiones donde , al no tener parientes, conserva algunos amigos: «Los voy a ver alguna que otra vez y a veces incluso me invitan a comer o cenar, cosa que aprovecho teniendo en cuenta las condiciones en que me encuentro».
El carnet para viajar gratuitamente lo utiliza respetando las reglas que le impone la compañía nacional ferroviaria: «Nunca me he parado a dormir en la estación, sino que viajo también de noche, bajo al final del recorrido y vuelvo a subir en otro tren que parte».

Ligero de equipaje

Silvano viaja my ligero de equipaje, pero su existencia es peligrosa: «Me han robado dos veces. Llevo conmigo una mochila negra que uso como almohadilla. Así no me la quitan». En su interior incluye una camisa de recambio, un par de calcetines, cepillo de dientes y jabón para afeitarse. En un bolsillo interno del chaquetón, que lo tiene en permanente control, lleva un monedero con un puñado de euros y el carnet que le permite viajar gratis en tren. «Esta es mi única riqueza. El resto de mis pocas cosas las he dejado en custodia en un instituto religioso. Voy allí de vez en cuando para coger lo que me sirve y lavar la ropa», afirma con entereza.

«Me gustaría dormir en mi cama»

Vive Silvano en la pobreza absoluta, pero con gran dignidad: «No soy un sin techo. No me he hundido o desesperado. Cuando me despierto por la mañana, voy al lavabo del vagón para lavarme y afeitarme». Silvano se ha habituado a esta vida «sui generis» y llega incluso a apreciarla: «Viajando conozco a muchas personas. Uno se abre a los demás. Conozco a casi todos los inspectores de los trenes, con alguno de ellos soy amigo. A veces por la mañana me traen el café». Mientras tanto, ha hecho una petición para que le den un alojamiento popular, pagando un modesto alquiler. Espera confiado que algún día se lo concedan: «Cuando tenga una pequeña casa, no echaré de menos esta vida. Tengo ochenta años y durante la noche me gustaría dormir en mi cama».

Crisis dramática

El caso de Silvano Toniolo es el reflejo de la sutuación dramática que esta viviendo Italia, donde cada día pierden el trabajo 2.500 personas. Los italianos, angustiados por la crisis económica, miran con enorme preocupación y angustia la incapacidad de su clase política para superar la crisis y el caos que se desató tras las elecciones del 25 de febrero, que dieron como resultado un parlamento ingobernable. En estos dos meses, Italia ha perdido el 1 % del PIB por la crisis política, según la Confindustria, la patronal italiana. Parece evidente, y de ahí la desesperación de millones de personas, la clase política desoye el clamor de la gente y ante casos como el de Silvano Toniolo, y otros aún más dramáticos, mira hacia otro lado.

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