EN HONOR A MUCHOS PADRES QUE SUFREN EN SILENCIO
TRISTE DESPEDIDA
“Ingratitud de los hijos”·
Llegó la hora maldita,
Salieron con paso indeciso de su casa,
Atrás quedaban recuerdos de juventud,
Había llegado la hora de partida…
Tras la puerta quedaban jirones de vida,
Fotos de momentos alegres de las paredes
colgadas,
El olor de la casa, la vieja lámpara,
El tirano reloj que les hizo envejecer,
Sin comprender, su hijo les apresuraba,
Cogiendo las pesadas maletas,
Dirigieron pasos cansados hacia el coche,
Con lágrima en los ojos dejaban la
morada.
Entre suspiros y sollozos entraron en la
residencia,
Casa por el hijo también ponderada,
Una señora de buen porte les dio la
bienvenida,
Tras numerosos elogios entraron en la
habitación designada.
Se sentaron en sus camas,
De sus cansados ojos surcaron,
Por las mejillas ajadas,
Muchas lágrimas acompasadas.
Tras un beso y un abrazo,
El hijo les animó.¡ Aquí vais a estar
bien,¡
Vieron entre neblina de lágrimas
Su silueta desvanecerse en la lejanía.
Pensaron que ya nunca más volverían a su
casa,
Para ver sus cosas, oler sus muebles,
armarios,
Ver las amarillentas fotos de boda,
nacimientos,
Bautizos, primeras comuniones, todo había
terminado.
¡Ingrato hijo¡ Así pagas los desvelos de
tus padres,
Ellos te dieron la vida, el sustento, la
educación,
Y hoy sin volver los ojos atrás les
acortas la vida,
Para el día de su muerte colmarlos de
flores y lágrimas.
¡Valiente hipocresía¡
Autor: José Ángel Miyares Valle.
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