Pesa más la factura política del rescate que la financiación barata que traería.
Es muy probable que Bruselas exija una profunda reforma de las pensiones
Ocurre en los mercados financieros: los rescates se piden y reciben con la inquietante sensación de comenzar el primer día de un secuestro. Apenas nadie duda de que España, la que creció por encima de Europa durante años, la que tenía matrícula de honor como fiable pagadora de sus deudas hasta hace un par de años, acabará rompiendo el enésimo tabú de la crisis y solicitando ayuda financiera a sus socios europeos: crédito barato. Es el mecanismo que hará posible la ayuda del Banco Central Europeo (BCE) y la mejora de la financiación pública y, a la postre, que la economía española rompa el círculo vicioso en el que se encuentra y empiece a levantar cabeza. Así funciona la teoría. Y, sin embargo, el Gobierno parece resistirse hasta el último aliento por toda la factura que acarrea.
No habrá comidas gratis para España, ni caballeros blancos, ni conejos saliendo de chisteras. Habrá austeridad, más purga, y la duda —y la negociación que viene— estriba en cuánta más. Es muy probable, coinciden la mayor parte de expertos, que Bruselas exija una profunda reforma del sistema pensiones, que la jubilación a los 67 años entre en vigor antes de los previsto. Madrid perderá soberanía, más de la cedida ya a cuenta del rescate a la banca, y la tan manoseada marca España se verá definitivamente en barrena. El coste político para el Gobierno está servido.
Los rescates financieros, además, suelen traducirse en un cierre del mercado para los países que lo piden y más fuga de capitales. Pero hay una diferencia crucial entre el rescate pensado para España y los llevados a cabo en Grecia, Portugal e Irlanda, el papel de Draghi. Aquí entra en juego el compromiso del BCE de comprar deuda en el mercado secundario si España pide el plan de ayuda. Esa es la ventaja. “Este este caso se han diseñado los mecanismos para evitar el cierre del mercado: el BCE puede activar el programa para la compra de bonos en el mercado secundario (el de títulos ya emitidos que se intercambian entre inversores) y el MEDE (fondo de rescate permanente) puede hacerlo en el primario (las subastas de títulos del Tesoro público”, explica desde Washington David López-Salido, director de Asuntos Monetarios de la Reserva Federal de EE UU.
Si los organismos europeos compran bonos españoles, la fuerza de su demanda mejora su precio, con lo que baja la rentabilidad que se le exige a la deuda española. Así, la llamada prima de riesgo, que es la diferencia de interés entre la deuda española y la alemana, se reduce. Además, España ahora mismo sí puede afrontar los vencimientos de la deuda, a diferencia de lo que ocurrió con Grecia o Portugal, pero el rescate es el requisito que le exige Mario Draghi para actuar. Las empresas españolas pagan casi el doble que las alemanas por un crédito. Y estas dificultades crediticias ahogan una economía que tiene una deuda privada colosal, que triplica al producto interior bruto (PIB) del país.
La prima de riesgo acabó el viernes algo por encima de los 400 puntos básicos, después de empezar mal la semana, con el anuncio del adiós de Mario Monti y la vuelta a escena de Silvio Berlusconi en Italia sacudiendo la Eurozona. “No llegaremos a los 200 puntos básicos, que es muy probablemente el nivel que le gustaría bajar al Gobierno, pero sí mejorará notablemente y eso es urgente”, apunta el jefe de estudios de una entidad financiera. “Esperar es una mala idea, la economía sigue empeorando y es mejor negociar el rescate cuando aún tienes una buena posición fiscal. Además, no pedirán muchas más medidas de ajuste que las que ya están previstas”, añade.
Por otro lado, la relejación de los inversores en los últimos meses se debe a ese compromiso del BCE de ayudar a los países que lo necesiten, pero este efecto balsámico se está agotando.
España, con una deuda pública de más de 800.000 millones (el 77,4% de su PIB) va a necesitar dinero. Ahorro Corporación calcula una necesidad bruta de financiación de al menos 180.000 millones en 2013, entre el vencimiento de bonos (unos 60.000 millones), de letras ya en circulación y unas necesidades extra neta de otros tantos. Además, calculan que a lo largo del próximo ejercicio el Tesoro podría colocar hasta 35.000 millones más en letras a tres y seis meses, lo que elevaría la cifra a 210.000 millones.
“Hoy no lo necesitamos”, dijo esta semana el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a cuenta de la ayuda. ¿Por qué el Gobierno se resiste y espera? Hay un elemento clave: el BCE supedita esa ayuda a que el Ejecutivo cumpla los objetivos de reducción de déficit. Es muy importante que antes de esto España tenga atada y bien atada con Bruselas la hoja de ruta de reducción de desequilibrios presupuestarios con metas realistas (el Ejecutivo reconoce ya lo difícil que será cumplir este año con el 6,3%).
El economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, Díez también es de los que creen conveniente retrasar la petición de rescate y ponerse detrás de Italia, ahora blanco de los nervios del mercado por el adiós de Monti. “Nos hemos financiado, tenemos colchón de ahorro [casi 40.000 millones depositados en el Banco de España a cierre de noviembre] y los tipos están en niveles razonables. Ahora tenemos la oportunidad de ponernos de perfil porque se habla de Italia, y la economía alemana va a la baja”, apunta. “Si esperas, puedes ir de la mano de Italia y pedirle el rescate cuando Alemania claudique y tenga que aprobar planes de estímulo para su propia economía”, añade.
“El FMI empieza a darse cuenta de lo que pasa”, afirma desde Londres el economista griego Costas Lapavitsas, profesor en la Universidad de Londres, es de los que creen que muchos países europeos estarían mejor fuera del euro. A su juicio, "España debería formar un bloque para presionar a Berlín y cambiar esa política” que tiene la austeridad como único credo.
¿Cuánto tiempo que llevará a España recuperarse del estigma del rescate? Díez cree que poco: “Cuando los mercados vean que crece la economía, volverá el dinero; la codicia es más fuerte que la memoria”.
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