NOSOTROS LO HEMOS QUERIDO.
Hemos llegado al momento de preocuparnos y de revisar cuál va a ser el futuro de Europa. En estos tiempos están en lucha dos ideologías: la tradicional cristiana, que es la que ha estructurado el ser de Europa, y la de la izquierda derivada del marxismo, interpretada según intereses de grandes sectores económicos, que descuadernan la identidad europea. Llegando a motivar una ruptura con la ética tradicional que pone limitaciones a ciertos abusos, que las nuevas corrientes ideológicas quieren impulsar, alegando una libertad que fomenta las pasiones que desestructuran a la persona y la convivencia social, pero que, por lo visto, resulta muy rentable.
La doctrina tradicional que es cristiana nos ha proporcionado la cruz como raíz y símbolo de la convivencia, pues la vida exige ciertas renuncias para un entendimiento de las personas. Cruz que la izquierda está arrancando en pueblos donde es profundamente sentida por los vecinos. Cristianismo que vemos reflejado en nuestro calendario jalonado con fiestas que tradicionalmente regulan el ritmo de los tiempos de trabajo y descanso, con gran aceptación popular: la Navidad, la Semana Santa y fiestas patronales que marcan las fiestas y romerías de los pueblos. No es la primera vez que se ha intentado eliminarlas y sustituirlas por antiguas reminiscencias paganas como en la Revolución Francesa, y en los intentos de postergar las Navidades. Fiestas que han creado manifestaciones populares y culturales como los belenes, villancicos, pastorales, procesiones, y que se ha tratado de trastrocar por otras muestras que el pueblo no ha podido asumir.
Siguiendo la labor civilizadora del cristianismo se recibieron los nombres de raíz cristiana para las personas, sobre lo que hay una fuerte labor para cambiar por nombres sin ninguna expresividad por mero remedo. Asimismo, nos encontramos con lugares, instituciones, celebraciones, hasta empresas con nombres de expresión cristiana, contra lo que hay una voluntad de sustituirlas con nombres neutros, que intentan calificarlos de laicos. Y hasta los sacramentos se ha querido sustituir por una fiesta civil, y cuando no ha sido fácil suprimir los ritos eclesiales se les ha revestido de un gran festejo, que lleva a dejar en el olvido el sentido religioso del sacramento.
Por mucho que se quiera eliminar el cuerpo social del cristianismo, resulta difícil, pues es inmensa la aportación que ha hecho al pensamiento: es quien ha enseñado a razonar con la creación de las universidades, quien ha producido una gran literatura, recuérdese entre otras muchas obras: la “Divina Comedia” de Dante, la obra poética de Petrarca, el “Quijote”, el teatro de Calderón, etcétera. En cuanto al arte, conviene tener en cuenta las catedrales que adornan nuestras ciudades, las obras de nuestros mejores escultores y pintores clásicos: Giotto, Fray Angélico, Miguel Ángel, Velázquez, Goya. Esta nueva cultura que nos quieren meter, ¿podrá hacer olvidar toda esa riqueza?
SUMARIO: Preocupación por la ruptura con la ética tradicional que promueve la izquierda derivada del marxismo
DESTACADO: De la ideología cristiana proceden la idea de persona, que rige en nuestra legislación, y la dignidad humana que se deriva de este concepto, y la afirmación de la igualdad y libertad de toda persona
Añadamos a todo este bagaje de cultura lo que ha supuesto en la estructuración del Derecho que nos ha permitido implantar el sentido de la vida de Europa. De la ideología cristiana proceden la idea de persona, que rige en nuestra legislación, y la dignidad humana que se deriva de este concepto, y la afirmación de la igualdad y libertad de toda persona. Cuando en los inicios de la Edad Media se quiso aportar el Derecho Romano resulto inaplicable, y fue el Derecho Canónico el que creó un derecho que se aplicó respondiendo a la vivencia del pueblo y que duró hasta la Revolución Francesa, que la asumió como propia, pero negando su raíz, y desde entonces se ha tratado el olvidar su origen. Con esta legislación canónica se suprimió el esclavismo; el que los niños deformes, recién nacidos, fueran desechados; que el trabajo tuviera valor por la función social que realizaba, y que se valorara la libertad de la persona en cuanto persona, no por razón de los rangos sociales.
Si se deja toda esta tradición cristiana y se aceptan las orientaciones de las nuevas ideologías, ahí están las ofertas de las nuevas corrientes que nos quieren meter: volver a los hechos de un paganismo moderno; al extremismo de los nazis del siglo pasado, dolorosamente recordado, y para valorar sus efectos, que nos ofrecen, examinen la vida en los países dominados por la Unión Soviética de los tiempos recientes, qué creó el Gulag soviético, como nos describe Alexsandr Solzhenitsyn, y los abortos masivos que esta nueva sociedad está promoviendo. ¡Es ese el mundo que se quiere para el futuro de Europa!
El día que se elimine y olvide la cultura cristiana, nada va a obstar para que se promueva la eutanasia con amplísimos márgenes, y que se autorice cualquier experimento con la vida humana. Además, se abre un campo de libertades en el que se admita cualquier posibilidad, incluso las más imaginativas y novedosas de relaciones sexuales y la destrucción de las familias. Amén que los Estados caminen a unas dictaduras, como se anuncia en España si no cambiamos de Gobierno.
Frente a la cultura que ha creado la Europa que conocemos, se ofrece el experimento de una sociedad plenamente laica, más propiamente atea, a la que muchos pretenden llegar por considerarla como una utopía, pero no para el hombre que necesita una sociedad real. La cual se presenta como la exposición de un mago que promete sacar de la chistera una sociedad ideal, y que hace vivir por algún tiempo ese sueño. Pero ahí tenemos a donde se ha caminado con la experiencia de la ideología nazi, con los efectos de la teoría marxista a la tiranía soviética, y a la no menor dominación de Cuba, y a dictadura que se anuncia en España.
Todas estas experiencias que se prometen para el futuro han olvidado a la persona, y han venido a atribuir el ser a conceptos abstractos como los trabajadores, la democracia, que al final vienen a ser campos de dominio de unos amos, que es lo que significa el termino griego tirano. Y hoy día, estas secuelas de la interpretación del marxismo que nunca se ha podido llevar a la práctica las están aprovechando los enormes capitales para desestabilizar la sociedad tradicional y aprovecharse de la rentabilidad para sus intereses.