PARA VIVIR UNOS CUANTO DEL CUENTO
Sin pretender para nada faltar al respeto ni ser más listo que cuantos/as el sábado 16 de octubre se manifestaron en Oviedo en defensa de la oficialidad de la llingua, yo, que también me considero en democracia con derecho a discrepar de lo que ellos pretenden, creo sinceramente, respetando su opinión, que se equivocan en sus aspiraciones.
Aún no encontré a uno/a solo/a de quienes pretenden llevar este tema adelante que me sepa explicar dónde están las ventajas de oficializar la llingua. Vivimos en un mundo globalizado y todo nos lleva a necesitar entendernos más allá, no solo de nuestras fronteras, sino incluso más allá de nuestro continente, y nosotros, a mi entender, haciendo alarde de un aldeanismo trasnochado. Nada tengo en contra de que en la Enseñanza Primaria se dedique un tiempo a conservar la lengua regional para que no se pierda, pero de ahí a darle carácter oficial, cuando ni siquiera la llingua es la misma en todo nuestro territorio astur, me parece una pérdida de tiempo y dinero, que a buen seguro nos va a costar.
Está demostrado que la lengua, en singular, une. Las lenguas, en plural, dividen; y si los españoles tenemos un idioma, el castellano, que nos permite entendernos con millones de seres más allá de nuestras fronteras, ¿por qué ahora también nosotros los asturianos, que sacamos pecho y presumimos de grandones repitiendo una y otra vez que: "Asturias es España y el resto tierra conquistada", cómo podemos hacerles el juego a ciertos vascos y catalanes que demuestran odiar a España en cuanto tienen ocasión de demostrarlo? La verdad, no lo entiendo. A mi nieto, la empresa asturiana para la que trabaja, lo destina a distintos países europeos, se defiende con el inglés que medio aprendió en su época de estudiante; nunca le oí decir que por ahí afuera alguien le preguntara si sabía falar la llingua. Yo mismo fui emigrante en Alemania y mi bable mierense no me sirvió más que como recuerdo nostálgico de lo que había dejado atrás el día que monté en el tren rumbo a tierra extraña.
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