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domingo, 5 de julio de 2020

LA AÑORANZA DEL BUEN SINDICALISMO.

¿Y AHORA QUÉ?
Desde hace unos años los sindicatos se fueron devaluando hasta convertirse en simples representantes de sí mismos y comparsas de las decisiones del gobierno de turno. No así el otro sindicato de los empresarios, que siempre hace gala de defender los intereses de sus representados a capa y espada.
Cada firma de acuerdo social entre las tres partes, solo una de esas tres patas esenciales no representa a nadie, más que a los sillones de sus mandatarios: UGT y CC OO. Cuando las tres tienen un sitio de privilegio en nuestra constitución.
Es cierto, los sindicatos de clase (CC OO y UGT) han tenido un papel primordial para la reconstrucción de nuestra democracia y el avance en derechos, libertades y de bienestar en todos los sentidos para bien de los trabajadores. Eso fue en el pasado, con unos dirigentes enormes en cuanto a seriedad, profesionalidad y personalidad (Marcelino Camacho y Nicolas Redondo) eran respetados y oídos. Incluso un socialista de pura cepa como Nicolás Redondo le hizo huelgas generales al gobierno socialista de Felipe González. ¿A Josep María Álvarez Suárez, alias Pepín, le ven capaz ahora de movilizar a la clase trabajadora para algo parecido? ¡verdad que no! como tampoco lo haría quien empezó a disminuir a este sindicato antaño respetado: Méndez, que al igual que Unai Sordo ahora forma pareja con Pepín, antes tenía a su homólogo de CC OO Toxo conformando dos parejas de ineptos que convirtieron a sus sindicatos en marionetas sin rumbo y puro desprestigio.
La corruptela llegó a los sindicatos, fueron pasto también de la avaricia del ser humano, lo vimos aquí con los dirigentes del SOMA, lo vimos por casi todo el país con los cursos de formación y otras informalidades impropias de representantes sociales. Todo ello, y sumado a la escasa personalidad de sus últimos dirigentes, los sindicatos poco más hacen que pedir permiso para estar con gobierno y patronal. Y no es esa la labor de un sindicato, debe estar siempre y en cada momento defendiendo a la clase obrera por ser la parte más débil del eslabón laboral.
Recuerdo aquellos tiempos de Redondo y Camacho, tenían abogados laboralistas gratis para defender la causa de sus afiliados, siempre atentos a los problemas, injusticias, desigualdades y discriminaciones. Ahora se quejan de falta de afiliación, los trabajadores ven lo que pasa, son conscientes de que quizás un gobierno socialista es mejor defensa para ellos que afiliarse a acomodados del ático.

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