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lunes, 1 de junio de 2020

TRES DE CADA DIEZ PACIENTES GRAVES PODRÍAN DESARROLLAR SECUELAS POS-COVID-19.

Tres de cada diez pacientes graves podrían desarrollar secuelas pos-Covid-19.

Las pulmonares serían las mas frecuenes, pero el coronavirus también podría dejar huella en otros órganos .

Algunas de las incógnitas que siguen rodeando al Covid-19 giran en torno a las secuelas que la enfermedad podría dejar en los pacientes que han logrado superarla. A pesar de los esfuerzos de la ciencia por buscar respuestas, los investigadores aseguran que solo el tiempo será capaz de dar con ellas. Aun así, cada vez hay más estudios que intuyen que, al menos un porcentaje de enfermos, sufrirá secuelas pos-Covid-19. Hasta el momento, todo hace indicar que las más comunes serían pulmonares, aunque también hay evidencia de huellas neurológicas, cardíacas e incluso psicológicas.
Por este motivo, varios hospitales han impulsado unidades específicas para el seguimiento y el estudio de estas secuelas. Es el caso del Hospital
 del Mar (Barcelona), donde han creado una unidad multidisciplinar coordinada por el Servicio de Enfermedades Infecciosas y el de Neumología, dirigido por Joaquim Gea Guiral, catedrático de Medicina de la Universidad Pompeu Fabra: «El objetivo es detectar las secuelas y actuar con rapidez. Las que más llaman la atención son las pulmonares. Estas se pueden producir como consecuencia de inflamaciones muy importantes que generan una especie de cicatrización que llamamos fibrosis y que hace que el tejido pulmonar, que normalmente es esponjoso y elástico, se vuelva rígido. Además, este virus tiene una segunda manera de atacar: lesionando los vasos de todo el organismo, especialmente los pulmonares porque los encuentra enseguida. En el pulmón provoca trombos y puede incluso generar necrosis».

Según datos que maneja Gea Guiral, y aunque aún es pronto para sacar conclusiones, un 30 % de los pacientes que han estado en la UCI podrían desarrollar secuelas: «El síntoma principal es el ahogo cuando se hacen pequeños esfuerzos. Sin embargo, también hay otros pacientes que han tenido neumonía, no han estado tan graves y desarrollan secuelas similares». En todos los casos es esencial actuar, ya que aunque se desconoce el riesgo de cronificación, este existe: «Tanto la fibrosis como la trombosis se pueden parar con fármacos. A los que estuvieron graves los tenemos controlados, pero no es una tontería sondear también a los más leves». Aun así, todo parece indicar que el riesgo de secuelas es mayor en quienes tuvieron problemas más serios en la fase aguda.
En cuanto a la relación entre el tipo de paciente y las secuelas que puede dejar el coronavirus, el desconocimiento de la enfermedad impide saber más al respecto: «Todavía estamos intentando relacionar lo que pasa tras la fase aguda con cómo fue esa fase aguda y los antecedentes del paciente, pero aún no hay respuesta. Sí parece que las enfermedades cardiovasculares son más determinantes en las secuelas que otras como la diabetes o las enfermedades respiratorias crónicas que, curiosamente, no tienen tanto impacto».
No obstante, las secuelas que puede dejar un virus no son ninguna novedad. Incluso un resfriado o una gripe común pueden traer consigo problemas una vez se ha superado la enfermedad. Sin embargo, la particularidad del Covid-19 es su agresividad. «Es un virus que ataca por dos vías diferentes: la inflamación y la lesión vascular. Sabemos que otros virus que afectan al pulmón, inmediatamente después de la enfermedad o a los tres meses, dejan un número de secuelas importante, sobre todo a nivel funcional. Solo para el 5-10 % serían permanentes. En este caso, todo hace pensar que algunos pacientes críticos de coronavirus, sin saber aún el porcentaje, quedarán con secuelas».

Secuelas neurológicas

David A. Pérez
David A. Pérez - Neurología 12 de Octubre
En este mismo sentido se explica David A. Pérez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre (Madrid). Su centro, como ya ha hecho Hospital del Mar y tantos otros, también tiene previsto crear una unidad multidisciplinar liderada por Medicina Interna y Neumología, con participación del Neurología, Psiquiatría y Rehabilitación. Respecto a las secuelas neurológicas, Pérez también cree que será el tiempo el que acabará despejando los interrogantes, si bien hay algunas consideraciones que se pueden ir teniendo en cuenta: «En la fase aguda, los pacientes con Covid-19 han presentado una elevada frecuencia de síntomas neurológicos. Los más frecuentes han sido anosmia (pérdida de olfato) y cefalea, habitualmente asociados a cuadros más leves. La pérdida de olfato se ha ido recuperando en un número muy importante de pacientes, pero algunos la mantienen después de varios meses y no sabemos cuál será su evolución posterior. Previamente conocíamos las anosmias por otros virus; por ejemplo, la más frecuente era por el virus de la gripe. La mayoría se recuperaban, pero en algunos casos no era así. Por tanto, habrá que ver dicha evolución».
Además, igual que ocurre a nivel pulmonar, son los pacientes más graves los que más papeletas tienen de sufrir estas secuelas. «Ha sido frecuente encontrar confusión y bajo nivel de conciencia, lo que llamamos encefalopatía. Estos cuadros no son raros en pacientes graves, especialmente si tienen fallos en otros órganos y tienen edad avanzada. En principio podrían no estar relacionados directamente con el virus, sino por la situación de gravedad clínica general del paciente. En todo caso, los que se recuperaron de dicha situación son candidatos a seguimiento para ver si es un factor para desarrollar deterioro cognitivo posteriormente». Al mismo tiempo, Pérez explica que se han detectado casos de encefalitis, inflamación de los nervios periféricos como S Guillain-barre o parálisis aisladas de algunos nervios, aunque aún no está claro que sea una lesión provocada por el virus: «Parece más probable una lesión indirecta producida por el sistema inmunológico propio que se altera en la infección y ‘ataca’ zonas específicas del propio organismo. Las terapias en estos caso pasan por inmunomoduladores y posterior rehabilitación».

Riesgos en la salud mental

Manuela Pérez Chacón
Manuela Pérez Chacón - Pta. PAS
Por último, y no menos importante, hay que hablar de la salud mental de estos pacientes. Según datos facilitados por Manuela Pérez Chacón, psicóloga sanitaria y presidenta de la Asociación Española de Profesionales de la Alta Sensibilidad (PAS), se estima que casi el 30 % de los recuperados presentarán secuelas psicológicas. Estas cifras son todavía una suposición y se calculan extrapolando los porcentajes de pandemias anteriores como el SARS. «Las secuelas que más estamos observando en pacientes recuperados están relacionadas con ansiedad, depresión y estrés postraumático», explica Pérez Chacón.
Estas emociones podrían aflorar por la cobertura mediática de la pandemia, lo vivido dentro del hospital o el impacto por una situación completamente nueva e inesperada: «Ese shock es lo que desemboca en lo que conocemos como estrés postraumático. Y ese miedo es un síntoma asociado a ello, precisamente por verse en esas condiciones de impotencia, de inseguridad, de salud física y de incertidumbre».
Por desgracia, a diferencia de en otros ámbitos sanitarios, los mecanismos para hacer seguimiento psicológico de los enfermos no están del todo pulidos: «Creo que a lo mejor deberían establecerse más protocolos en este aspecto, pero no se está dando un protocolo especial, se está siguiendo lo que se ha hecho siempre». En este sentido, Pérez Chacón resalta la «particularidad» de la psicología, en referencia a la forma que tiene cada paciente de afrontar algo así. Pese a ello, insiste en la necesidad de que se atienda a este tipo de secuelas: «No tratar en su momento trastornos de este tipo supondría a la larga que se quedaran crónicos. Por eso es fundamental que se ofrezcan tratamientos y el paciente los acepte».
NO ES QUE PODRÍAN QUE SEAN CLAROS SABEN QUE LOS DEJAN Y MAS DE ESE PORCENTAJE.
 

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