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jueves, 2 de abril de 2020

¿DÓNDE ESTÁN LOS 52.000 SANITARIOS QUE PROMETIÓ EL GOBIERNO?

Personal sanitario del Hospital Madrid Sanchinarro recoge unas pizzas a la entrada de Urgencias.

¿Dónde están los 52.000 sanitarios que prometió el Gobierno?

El Ministerio de Sanidad anunció hace dos semanas que miles de jubilados y estudiantes reforzarían el sistema, pero la incorporación ha sido anecdótica.

En un sistema desbordado por una pandemia sin precedentes, toda ayuda es poca. Sanidad anunció el 19 de marzo que 52.000 sanitarios iban a reforzarlo, entre médicos y enfermeras residentes, estudiantes de último año, jubilados y licenciados sin plaza. El ministro Salvador Illa volvió a sacar a relucir la cifra el martes y dijo que se añadirían más si fuera necesario. Pero, dos semanas después, estás incorporaciones son anecdóticas, según ha cotejado EL PAÍS con las comunidades autónomas, que son las encargadas de contratar a este personal. Existen trabas burocráticas para su incorporación y algunas aseguran que ni siquiera los necesitan.
El anuncio inicial venía con trampa, según advirtieron en su día los sindicatos sanitarios. En los 52.000 se incluían 7.633 residentes de último año que, de facto, ya están en el sistema y no acaban sus contratos hasta mayo o junio. 13 sociedades médicas emitieron este miércoles un comunicado conjunto en el que rechazaban que se prorrogue su contrato en lugar de hacerles uno como médicos adjuntos, que es lo que les corresponderían una vez que han terminado su periodo de formación.
Además, en esos 52.000 se incluyen 31.200 estudiantes de último año de Medicina y Enfermería, así como jubilados. Este periódico ha pedido reiteradamente el número de los que se han incorporado al Ministerio de Sanidad, que asegura no disponer del dato. También a las comunidades autónomas. La de Madrid, por ejemplo, afirma que ha contratado a más de 7.915 sanitarios para reforzar su sistema durante esta crisis, pero de ellos, solo 650 son jubilados, estudiantes, médicos y enfermeras que se presentaron a los exámenes MIR y EIR sin obtener plaza y extracomunitarios.
En Andalucía, donde el sindicato CSIF calcula que ha habido 3.000 incorporaciones, la Junta especifica que ninguna es parte de esos 52.000 sanitarios. “Los estudiantes y jubilados son recursos que hasta la fecha no se han necesitado”, responde una portavoz. Una respuesta similar ha dado Aragón. En Castilla-La Mancha, de las más de 2.900 contrataciones que ha hecho, según su consejería, hay 80 estudiantes y tres jubilados. En La Rioja, 30 y 80, respectivamente. Algunas comunidades ni siquiera saben con cuántos cuentan. Es el caso de Castilla y León y Cataluña, que dicen estar recopilando datos. En el País Vasco hay un número que su Gobierno no determina a la espera de arreglar un proceso “jurídico” que permita su incorporación. El resto ni siquiera ha contestado.
Pero media docena de sindicatos médicos y de enfermería consultados aseguran que la tónica es la misma en toda España: estas incorporaciones apenas se están realizando. Los sistemas de salud están tirando de todos los eventuales que había, así como de las bolsas de trabajo y empresas de contratación temporal, pero el recurso de jubilados y estudiantes está siendo escasísimo. “Hacen falta, pero es un problema de gestión, se está fracasando estrepitosamente en esto”, asegura Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública. Según explica Ignacio Barriendos, fundador de Binternational, que está poniendo en contacto a trabajadores con Administraciones para su contratación, estas están “desbordadas” desde el punto de vista burocrático. A Antonio Pujol, presidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), le sorprende la poca demanda de licenciados sin plaza y alumnos: "Nos llama la atención que armaran tanto revuelo y que luego apenas nos hayan contactado”.
Para completar la cifra del ministerio todavía faltaría saber qué ha sido de 11.000 profesionales médicos y de enfermería que realizaron pruebas selectivas especializadas y se quedaron sin plaza. Aunque la Comunidad de Madrid los incluye en sus cómputos, ninguna otra lo hace, así que es posible que formen parte de las contrataciones de personal de refuerzo.
Los jubilados y estudiantes estaban pensados como un refuerzo para tareas que no requirieran una asistencia directa, como pueden ser las consultas telefónicas o un apoyo puntual. Sheila Justo, de la Confederación Española de Sindicatos Médicos, explica que se acordó que los estudiantes hicieran labores de apoyo con contrato de auxilio sanitario, siempre con supervisión. “Por lo que sabemos, se ha cumplido”.
Guillén del Barrio, del sindicato MATS, asegura que aunque en general hacen apoyos, conoce excepciones, como el caso de un hotel medicalizado, donde hay enfermos leves, en los que una estudiante de enfermería tiene una planta a su cargo, con la ayuda de un auxiliar.
“Estamos encantados de ayudar”
Marisa Fernández y otros dos estudiantes de sexto de Medicina llevan desde el 21 de marzo colaborando en el Hospital de la Paz (Madrid). Primero estuvieron un par de días formándose y revisando los informes y estudios sobre la Covid-19. Actualmente, se dedican a jornada completa a tareas no asistenciales y “siempre con la supervisión de un doctor”, repite esta joven de 23 años. Entre sus encargos diarios: elaborar una base de datos que recoja los factores comunes de los pacientes de coronavirus o servir de nexo entre los laboratorios de microbiología y urgencias. “Es genial sentirte útil en un momento tan crucial”, cuenta.
Todos los estudiantes están firmando estos días un contrato de tipo “auxilio sanitario, apoyo médico” de tres meses prorrogables, con nóminas que oscilan entre 900 y 1.200 euros. Un modelo similar al de los R1, residentes de primer año. A Antonio Pujol, presidente del CEEM, sin embargo, le preocupa la insistencia de algunas residencias madrileñas, que contactan con los alumnos inscritos y solicitan sus servicios en los geriátricos. “Sabemos que están también desbordadas, pero no tenemos la cualificación para hacerlo”, asevera. “Advertimos a los estudiantes para que solo acepten tareas no presenciales”.
En el Hospital de Alcalá al menos 12 estudiantes llevan una semana a cargo del seguimiento telefónico de los pacientes que han dado positivo en coronavirus y se encuentran cumpliendo la cuarentena en sus casas. Otra de las labores de estos voluntarios es pasar consulta a los que llegan al hospital con síntomas. Laura Pérez, de 24 años, asegura que guardan “una distancia prudencial” y que cuentan con mascarillas, guantes y geles suficientes. “Con esa valoración inicial, hacemos una primera criba para saber a quién se le hace la prueba de la Covid-19 y a quién no”, explica. “Luego lo consultamos con los doctores adjuntos y ellos deciden”, cuenta.
Volver al terreno sanitario es como estar en casa para muchos médicos jubilados. Es el caso de José Ignacio Sánchez Miret, doctor de medicina interna e intensiva durante más de 30 años en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa (Zaragoza). Actualmente, atiende de manera voluntaria y por teléfono las dudas médicas de los aragoneses. El servicio de salud autonómico ha creado una aplicación móvil en la que todo aquel que sienta síntomas propios del coronavirus puede rellenar un test de nueve preguntas. “En caso de que las respuestas parezcan indicar contagio, les llamamos inmediatamente para ver si damos parte de sus casos o para darle algunas recomendaciones”, narra el doctor de 69 años. Sánchez y un equipo de estudiantes y jubilados se organizan en turnos para atender las más de 100 llamadas diarias.
MUCHAS MENTIRAS Y POCAS REALIDADES

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