Entradas populares

viernes, 31 de enero de 2020

SIETE HORAS QUE FORZARON EL VOLANTAZO DE MONCLOA Y EVIDENCIARON SU DEPENDENCIA DE ERC.

Siete horas que forzaron el volantazo de Moncloa y evidenciaron su dependencia de ERC

En menos de siete horas, y tras una reunión de Sánchez y Rufián en Moncloa, rectifica su decisión de no celebrar la mesa de diálogo entre gobiernos hasta después de las elecciones catalanas.

En un ejercicio de contorsión política sin precedentes, el Gobierno rectificó ayer en un plazo de menos de siete horas su posición respecto a la negociación con Cataluña una vez abierto el periodo electoral. La maniobra de Quim Torra, anunciar elecciones pero sin fijar la fecha, enturbia el panorama político de la legislatura nacional. Y los inminentes acontecimientos, como la reunión entre presidentes y la puesta de largo de la mesa de negociación entre gobiernos, se ven alterados.
Tras unas largas horas en silencio después del anuncio de Torra el pasado miércoles, el Ejecutivo decidió reaccionar con contundencia anunciando que la mesa de negociación entre gobiernos, pactada entre PSOE y ERC para facilitar la investidura de Pedro Sánchez, tendría que posponerse y no celebrarse hasta que se celebren las elecciones y se constituya el nuevo Govern en la Generalitat. La contrapartida era que sí se mantenía la reunión con Quim Torra del próximo 6 de febrero, aunque intentando rebajar su excepcionalidad a la normalidad institucional entre Administraciones.
Durante algo menos de siete horas esa cita con Torra quedaba desprovista del carácter que quería imprimir la Generalitat: una cita previa a la constitución de la mesa de gobiernos. Fue el tiempo que tardó Moncloa en rectificar y en atender las quejas de ERC, que había mostrado un enorme malestar ante un «incumplimiento flagrante» del acuerdo de investidura. «ERC denuncia el incumplimiento del acuerdo con el PSOE por la mesa de negociación entre gobiernos y exige una fecha de reunión para los próximos días», afirmaban desde el partido de Oriol Junqueras.

Reunión tras la queja

Unas horas después de haber pospuesto este espacio de diálogo, el Gobierno decidió cambiar el rumbo. Considerando que el precio a pagar, las denuncias de torpedear el diálogo, erosionaban su posición ya que es intentar capitalizar esa bandera de nueva etapa la que quieren blandir los socialistas de cara a las elecciones. «Para descartar cualquier duda respecto a nuestra voluntad de dialogar, manifestamos nuestra disposición a celebrar la mesa de diálogo entre gobiernos acordada, antes de las elecciones catalanas», rezaba la rectificación del Gobierno.


No escondieron desde el Gobierno que su volantazo se debía a las presiones de ERC, aunque evitó referirse expresamente a ellas. «A lo largo del día de hoy, hemos escuchado poner en duda nuestra voluntad de dialogar y nuestro compromiso de cumplir con los acuerdos pactados», decía el comunicado del Ejecutivo. Sin embargo, lo que no mencionaba La Moncloa en su comunicado es que este cambio de postura se producía después de una reunión entre el presidente del Gobierno y Gabriel Rufián en las dependencias del presidente. Un extremo del que informaba ERC.
Sánchez cedía, y lo hacía sin pretender justificar el cambio de postura, ya que reiteraba que considera que esa negociación no debe sustanciarse en estos momentos. El Gobierno defiende su «clara vocación de iniciar el diálogo con el Govern de Cataluña», pero reitera que «dado el horizonte electoral decidido por el president de la Generalitat» no se dan las mejores circunstancias «para iniciar el diálogo entre gobiernos, cuando uno de ellos ha puesto punto y final a la legislatura y el nuevo Govern no podrá constituirse hasta la celebración de las elecciones anunciadas».

Reunión con Torra

Pero pese a mantener ese criterio se decidió cambiar de decisión. La reunión con Torra de la próxima semana vuelve a revestirse así de la entidad que el presidente de la Generalitat había reclamado: una cita previa antes de la reunión entre gobiernos. Esa es la motivación de la cita. Pero el Ejecutivo quiere enmarcarlo en una minigira de Sánchez por Barcelona. Antes de volver a aceptar la mesa de negociación entre gobiernos, La Moncloa reivindicaba que la cita con Torra se celebraba porque las elecciones no impiden la «necesaria relación entre administraciones para resolver los problemas urgentes de la sociedad catalana». Pero tratando de enmarcar la reunión en la normalidad institucional. Y no como la reunión previa a la constitución de la mesa de negociación entre gobiernos, sino una reunión que el Gobierno quiere enmarcar en la relación normal entre el Ejecutivo central y el autonómico. Y pone de ejemplo la necesidad de colaboración entre administraciones a cuenta de la borrasca Gloria. Cuestiones prácticas sobre las que la Generalitat no quiere centrar el debate. Y anunciaba que un día después, el 7 de febrero, Sánchez se citará con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y con la presidenta de la Diputación de Barcelona, Nuria Marín, del PSC, además de con la entidad «Barcelona Global», que en engloba a 221 empresas, centros de investigación, escuelas de negocio, universidades e instituciones culturales. Tras marcar Moncloa esta posición tuvo lugar otra conversación entre los gabinetes de Sánchez y Torra en la que estos últimos se quejaban de estar cerrando el lugar del encuentro a la vez que La Moncloa enviaba un comunicado «en esos términos». El equipo de Torra dejó claro que en la reunión se hablaría del referéndum de autodeterminación «dijesen lo que dijesen» porque eso es lo que habían acordado por teléfono.

La debilidad

Moncloa defendió que la reunión con Torra se iba a mantener «como no podía ser de otra manera», lo que en cierta forma ya significaba una corrección de unas declaraciones de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, en las que había dejado en el aire la reunión con Quim Torra. Y en las que, por contra, había defendido que el Gobierno ya estaba «en condiciones» de formar la mesa de negociación entre gobiernos. Era justo lo contrario de lo que el Gobierno iba a anunciar después: reunión con Torra sí, pero no mesa de negociación. Y al final del día fueron las dos cosas. El Gobierno arrancó el día con un mensaje fuerte, intentando liderar el debate y marcando los tiempos de los contactos con la Generalitat. Y lo terminó corrigiéndose a sí mismo.
El cambio de guión demuestra la limitada capacidad de maniobra del Ejecutivo si quiere mantener abiertas sus opciones de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. En La Moncloa ya asumen que entramos en «dinámica electoral» y que la guerra en las filas independentistas hará imposible que haya nada concreto. Ni por supuesto que los independentistas asuman posiciones más conciliadoras. Ya antes del anuncio electoral se pensaba que Torra buscaría «tensionar al máximo» esa reunión, por lo que se esperaba poco de la cita. Ahora, atribuyen ese movimiento de Torra al intento por evitar que esa mesa de diálogo se constituya, dado que ésta podía interpretarse como una victoria de ERC. Una victoria que, finalmente, decidieron brindar a sus imprescindibles socios. Ante el riesgo de que lo contrario diera aire a Junts Per Catalunya. Antes del cambio de criterio, desde el entorno presidencial se quitaba importancia al hecho de retrasar la mesa porque interpretan que al celebrarse podría volver a ponerse el foco en la división del mundo independentista. Se optó por primar esta estrategia y no afectar al relato del diálogo con la rectificación. En su primera versión, e Gobierno intentaba forzar los tiempos para que se conociera ya la fecha electoral. «Cuanto antes se celebren las elecciones y haya nuevo Govern, antes iniciaremos el diálogo». Y esto es clave porque Moncloa necesita certezas en el calendario. Para calcular la tramitación de unos Presupuestos clave para poder alargar la legislatura. El planteamiento de calendario hecho por Torra sitúa las elecciones en torno al mes de junio, cuando el Gobierno las hubiera preferido lo más pronto posible.
UN GOBIERNO ASI DESARMA ESPAÑA.

No hay comentarios: