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viernes, 10 de enero de 2020

¿QUIÉN ME VA A PAGAR MI COMIDA Y VESTIDO?

EL PENSADOR
 
EL GRAN DEBATE FUTURO.
 
Cuando las compras de los clientes crecen por internet a grandes almacenes automatizados hasta para recibir llamadas estando sin luz y sin empleados; cuando los carritos de la compra se hacen excesivamente inteligentes; entonces, hemos de proteger a quienes ofrecen el servicio de persona a persona justo al momento. Cuando en esas circunstancias estalla un conflicto entre la empresa y las personas empleadas, la imagen será importante, pero más importante será mantener el máximo empleo, horario laboral justo y retribuciones dignas para el sostén de esas personas. Sin embargo, no se puede tentar a las empresas a que se automaticen, ni empujar a los clientes a considerar la opción de comprar usando plataformas digitales del tipo “e-fruta barata” y pedirle al “asistente” desde casa: “¡Asistente! Media docena de plátanos”, o “¡Asistente! Pregunta si hay lechuga trocadero”. ¡Sí! Sería el mismo “asistente” que te pone música el que te compra frutas y verduras. Sabe dónde comprar, porque controla todos los almacenes robotizados: distancia y rapidez de servicio.
¿Qué ocurriría si las personas empleadas poniéndose en huelga fueran a trabajar, cobrasen su salario y pagasen con él mediante una agencia de publicidad, un anuncio en la prensa explicando los motivos por los que esos días están trabajando en huelga activa para no perjudicar a los clientes? Por el contrario, se haría ver al cliente que el trato persona a persona exige un precio más alto en su retribución, y que esa relación beneficia a toda la sociedad por medio de empleos dignos. La pugna sería en la prensa y en la información, y no en la calle ni en la emoción. A lo mejor los clientes se dan cuenta de lo que está en juego y se presentan masivamente a dar su apoyo comprando cosas de escaso valor hasta agotar las existencias, causando así trastornos a la imagen de la eficiencia de la empresa. Pero el cliente que fuese esos días a comprar sería tratado exquisitamente.
No se pueden tirar piedras sobre los frágiles tejados de la precariedad. Se debe mostrar a la sociedad el peligro que dicha precariedad trae para ella misma a causa del método con que la propia sociedad usa la tecnología. He ahí el verdadero conflicto causa de la precariedad.
Hemos de conseguir un impuesto ISA sobre el servicio automatizado cuando no sea de persona empleada a persona cliente, y así garantizar el empleo en el sector servicios: sería sobre el tique (como el IVA), pero no lo pagaría el cliente, y sería específico de cada establecimiento. Su cuantía podría redistribuirse luego como cotización complementaria a la Seguridad Social y al subsidio de desempleo de todos los empleados de dicho sector.

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