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sábado, 31 de agosto de 2019

LLEGUÉ A TRABAJR 14 HORAS DESCANSANDO UN DÍA A LA SEMANA.

Un repartidor de Glovo: «Llegué a trabajar 14 horas des.cansando un día a la semana»

Uno de los primeros jóvenes que se unieron en Granada a la plataforma explica su experiencia.

Los repartidores de plataformas de comida a domicilio como Glovo y Deliverro llevan meses luchando en los tribunales para demostrar que estas empresas les emplean como falsos autónomos. Desde entonces ha habido varias sentencias dispares, aunque si una ha marcado un precedente fue la que ganó la Seguridad Social a Deliveroo. Un caso que seguramente no será el único y que presumiblemente acabe resolviéndose en el Supremo.
Uno de estos repartidores era Jesús Ruiz, un joven de 28 años de Granada que fue de los primeros en trabajar en Glovo cuando la plataforma desembarcó en la ciudad andaluza hace poco más de un año. Según explica en el diario Ideal, la empresa al principio le pintó todo «muy bonito», pero luego la realidad de los repartidores es distinta. Así, por ejemplo, los repartidores pueden ir en varios medios de transporte: bicicleta (más común), moto o coche. En principio, los que van en bici están destinados a recorridos más cortos, pero Ruiz asegura que hay jóvenes que se recorren la ciudad de punta a punta.
Los repartidores cobran por pedidos y están conectados mediante una aplicación. Según la distancia recorrida cobran más o menos, pero siempre «había una base mínima de 2,55 euros y en base a eso se sumaba el resto del pago». La pega es que el sistema de horas para trabajar tiene su base en unos puntos que los repartidores tienen. Esta puntuación aumenta cuanto más se trabaja, mientras que no hacerlo penaliza. De esta manera, Ruiz relata que «hasta nevando hemos trabajado».

Así, para ganar dinero, debía de sacrificar muchas horas de trabajo. «El mes en el que más gané, ingresé 1.800 euros», explica. Lo hizo trabajando «prácticamente 14 horas al día», salvo un parón de 30 o 45 minutos para comer y un descanso «en lunes, martes o miércoles». A esa remuneración había luego que quitarle lo que te retienen por IRPF, la cuota de tarifa plana como autónomo, el gasto en gasolina y el mantenimiento de la moto con la que hacía los pedidos, además de una fianza de 60 euros por el material que aportaba la empresa:una mochila, un portamóviles y un cargador.
Tras la denuncia del sindicato –siempre de acuerdo con su relato– los ingresos pasaron a 150 euros durante sus últimas quincenas de trabajo, en las que estuvo localizado en la zona de trabajo pero sin tramitar encargos. «Tenía que estar pidiendo dinero a mis padres, hasta 400 euros».
Ya en otra empresa, se siente «relajado y satisfecho» por el informe que reconoce la «injusticia» con los trabajadores. «Más que por el dinero y la devolución de los pagos me siento contento por saber que mis compañeros y yo teníamos razón contra esta forma de esclavizar a la gente en el siglo XXI».
LA EXPLOTACIÓN DE LOS NECESITADOS.

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