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martes, 27 de agosto de 2019

LA AUTODESTRUCCIÓN DE LA HUMANIDAD.

esto me da mucho que pensar...

Apocalipsis Now en las Islas Afortunadas y en el Paraíso Natural.
El apocalipsis ha llegado a las Islas Afortunadas motivado por incendios criminales que las asolan dando un tinte más negro a sus volcánicos paisajes bañados por el océano. En el oficial Paraíso Natural, que es la Asturias Natural, conocemos muy bien, por desgracia, lo que son incendios provocados y simultáneos, decenas de ellos se produjeron cuando nadie lo esperaba y de forma masiva. Aún padecemos ver algunos importantes como el de Paredes, en Valdés, y el de Pola de Allande.
El Papa Francisco, en el capítulo primero de la “Laudato Si’”, que lleva por título: “Lo que le está pasando a nuestra casa”, cuando trata de la contaminación y el cambio climático, presenta un panorama próximo al apocalíptico. Tratando de la contaminación, basura y cultura del descarte escribe: “Existen forma de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. Se enferma, por ejemplo, a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general”.
Este análisis de la destrucción del medio ambiente recuerda al libro del Apocalipsis, el último del Nuevo Testamento, quien da una visión teológica-simbólica con la apertura del séptimo sello en la que aparecen los siete ángeles con sus respectivas trompetas y arrojan sobre la Tierra todos los elementos que destruyen el medio ambiente: árboles, hierba verde, manantiales de agua, aire, ríos: mucha gente murió porque las aguas se habían vuelto amargas. Ni el Papa Francisco ni el libro del Apocalipsis pretenden meter miedo, pavor y pánico, sino alertar a todos para evitar todo lo que destruye la casa común que es la Tierra, por eso llama a todos los hombres de buena voluntad a una conversión que nos una a todos, porque el desafío medioambiental que vivimos y sus raíces humanas nos interesan y nos impactan a todos. A los fieles católicos les invita a la oración y a la meditación, por eso la encíclica finaliza con una hermosa oración por la nuestra Tierra, por la creación, para que sepamos asumir los compromisos que nos plantea el Evangelio de Jesús.

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