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miércoles, 24 de abril de 2019

SÁNCHEZ SIGUE SIN ACLARAR SU PLAN PARA CATALUÑA.

Sánchez sigue sin aclarar su plan para Cataluña en un debate a su medida

Rivera elevó el tono y protagonizó un fuerte cara a cara con Casado, que se reveló como la alternativa más sólida

Iglesias se concentró en lanzar una imagen de sensatez, ajena a la bronca política, a la caza de los votantes más hastiados .

La confrontación moderada que caracterizó el debate electoral del lunes mutó en tan solo 24 horas en un careo que a ratos resultó demasiado bronco y faltón en Atresmedia. Las interrupciones fueron más que recurrentes. Sobre todo, entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. También voló más de una descalificación.
El jefe del Gobierno salió al plató dispuesto a recuperar los metros perdidos el lunes aunque sin arriesgar demasiado. Con un debate diseñado a su favor - la moderación no siempre resultó neutral y las preguntas más incisivas fueron dirigidas al líder del PP- Pedro Sánchez ganó en viveza respecto al lunes pero tampoco logró salir victorioso en este último «round».
Sus dos puntos débiles volvieron a quedar expuestos ya que no logró aclarar ni su hoja de ruta para Cataluña ni los posibles pactos postelectorales que tiene en el cabeza. La falta de claridad sobre sus futuros pactos con los separatistas puede pasarle factura entre quienes dudan entre votar al PSOE o Ciudadanos. Y la incógnita sobre si tendrá la mano a Ciudadanos tras el domingo puede restarle apoyos entre quienes se debaten entre Sánchez e Iglesias. A tres días de la jornada de reflexión, el margen para enmiendas es más bien escaso.

Pugna Casado y Rivera


Rivera, presionado por mantener el listón alcanzado el lunes, acabó confundiendo espontaneidad con faltonería y su intervención se caracterizó por las interrupciones y la hostilidad hacia todos. A diferencia del lunes, Casado sí entró en el cuerpo a cuerpo y ambos evidenciaron su pugna por el liderazgo de la derecha en temas tan dispares como el empleo, la eutanasia, las pensiones o la política fiscal.
Sin embargo, el líder del PP logró consolidar una imagen más presidencial, como era su objetivo, entre los ataques poco creíbles que le lanzó Rivera. El más cuestionable: que el PP no crea empleo. Una dureza que aunque puede costarle apoyos en la derecha puede granjeárselos en el centro.
El secretario general de Podemos intentó, de nuevo, seducir a los votantes hastiados de la bronca política ejerciendo de moderador del debate hasta el exceso. Una fórmula que le convirtió en el líder menos lucido. El debate de doble vuelta se salda así con una nueva victoria del centro-derecha.

La tesis hace aparición

El primer encontronazo llegó rápido y a cuenta de Cataluña. Sánchez aprovechó la pregunta sobre pactos, en la franja de máxima audiencia, para intentar enviar un mensaje claro. «No he pactado con los independentistas, es mentira, es falso», subrayó mientras Casado y Rivera le interrumpían entre protestas. «Podrá repetir 2.000 veces una mentira. Falso es falso, no es no y nunca es nunca», apostilló el presidente ignorando a sus contrincantes y callando sobre el futuro. Más tarde se comprometió a no permitir la independencia de Cataluña pero no acotó hasta dónde llega su plan de diálogo ni si éste incluye los indultos a los líderes separatistas encausados.
Rivera aprovechó este bloque para lanzar el primer golpe de efecto de la noche. «Le ha traído un libro que usted no ha leído: su tesis doctoral», atacó con ironía regalando al presidente un ejemplar, intentando trasladar que la palabra del presidente no es de fiar. Sánchez, más preparado que el lunes, reaccionó regalando a Rivera el libro de conversaciones entre Fernando Sanchez-Dragó y Santiago Abascal que probablemente tenía previsto para otro momento. El líder naranja pasó con habilidad a dirigirse directamente a los ciudadanos, una táctica que utilizó varias veces. «Juzguen si miente o no miente», emplazó.

No descarta Cs

En cuanto a los pactos que podrán salir después del 28 de abril, Sánchez también intentó parecer más transparente que el lunes. Pero de nuevo sin éxito. Aseguró que «sus planes» pasan por formar un Gobierno socialista y no por buscar un acuerdo con Cs lo que, en la práctica, no significa nada. En el escenario actual de fragmentación del voto no es posible alcanzar La Moncloa con los votos de un único partido como Sánchez dijo planear. Y una cosa es tener una estrategia prevista y otra muy distinta rechazar de plano el resto de posibilidades. Al no negar una unión con la formación naranja, mantuvo viva esa opción.

Vox y la violencia género

Otro de los momentos de tensión llegó a cuenta de la violencia de género. Un bloque que Sánchez aprovechó para intentar captar el voto feminista azuzando el miedo a Vox y a las medidas que Santiago Abascal pueda exigir si el PP necesita sus votos. «Hay un riesgo cierto de que sumen estos dos con la ultraderecha», advirtió el presidente, aunque centrando sus críticas en Casado al que acusó de desconocer lo que es la violencia de género.
Según aseguró, el gobierno andaluz hostiga a los trabajadores que luchan contra la violencia de género. Casado le frenó en seco. «Utilizar a las víctimas de violencia de género le inhabilita como presidente», le advirtió. «No le voy a tolerar que me señale», advirtió. A lo que Sánchez replicó tirando de victimismo. «Ya estamos con los insultos. Casado y Rivera siempre insultando», se quejó.
Los candidatos tienen ahora por delante un «sprint» de tres días en el que acelerarán su ritmo de mítines. Sin embargo, no conoceremos ya nuevas encuestas ni sondeos. Habrá que esperar hasta el cierre de los colegios electorales para conocer si los debates han servido para inclinar la bolsa de indecisos hacia alguno de los partidos.
SI TODO RUIDO Y NADA MÁS.

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