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domingo, 11 de marzo de 2018

ATLAS DE LA DELINCUENCIA EN MADRID.

El atlas de la delincuencia en Madrid: cuando el crimen va por nacionalidades

El atlas de la delincuencia en Madrid: cuando el crimen va por nacionalidades.

La casuística revela cómo, según su país, las mafias se especializan en delitos: españolas, asiáticas, latinas y del Este son las más numerosas.

Cada día, se denuncia en la Comunidad de Madrid una media de 1.044 infracciones penales. Un total de 381.242 durante el año pasado, según los datos oficiales del Ministerio del Interior. A tenor del balance de los homicidios y asesinatos consumados (39 en 2017), Madrid se sitúa, según Eurostat, entre el segundo y tercer puesto de la capital más segura del continente, solo por detrás de Viena (Austria) y Lisboa (Portugal). Pero, ¿quiénes están detrás de todo? La casuística es tan terca como real: la delincuencia puede ir por países, y los españoles tampoco nos libramos de ser «especialistas» en bastantes modalidades de tipos penales. Consultadas distintas fuentes, tanto de Policía Nacional como de Guardia Civil, así es este «atlas de la delincuencia» en Madrid.

Españoles: butrones, alunizajes y atracos

El delincuente patrio busca, sobre todo, un objetivo patrimonial instantáneo. Es decir, obtener dinero cuanto más rápido, mejor. De ahí que, en general, siempre vaya como hormiga a la miel a los robos con violencia en bancos y joyerías (no son, sin embargo, los más comunes); pero, sobre todo, a los cometidos con fuerza en las cosas. Este segundo aspecto se repite en otras nacionalidades: si no media intimidación o violencia entre el ladrón y a quien se le roba, las posibilidades de acabar en prisión son mínimas. Así funciona la ley, sobre todo en la etapa inicial de una investigación judicial, en la que es complicadísimo que un butrón o un alunizaje, por millonario que sea, le cueste la prisión provisional a sus autores. Más allá, incluso, de la multirreicidencia de estos sujetos.
Uno de los casos más recientes en este sentido lo vivimos hace un mes, el 10 de febrero. Una banda asaltó primero un bar en Chamberí y luego la tienda Lottusse de Serrano. En una persecución de película, llegaron a embestir coches policiales y meterse en el recinto del «Pirulí», en Torrespaña. Dejaron a cuatro policías heridos. Pues, pese a la petición de prisión provisional de la Fiscalía, quedaron en libertad con cargos.
Otra de las especialidades españolas, aunque fuera de las fronteras madrileñas, es el narcotráfico a gran escala en Galicia (cocaína) y Andalucía (hachís).

Polacos: robo y despiece de coches de alta gama

La población delictiva polaca no es muy extensa en España, pero se deja sentir en el robo y despiece de vehículos de alta gama. Son extremadamente «finos» en estas lides. La última banda internacional en caer se conoció hace tres semanas, dentro del dispositivo Wagen de la Policía Nacional, con la detención de 9 polacos, dos rumanos y dos españoles que sumaban más de cien antecedentes policiales. Al juez eso le valió de poco y solo envió a la cárcel a tres.
Estas mafias utilizan interfaces para desactivar las centralitas, normalmente por encargo. Metían los coches en camiones para despistar a las cámaras de seguridad de Tráfico y las piezas que no les servían acababan en el mercado negro de Varsovia y Portugal.

Rumanos: prostitución y robos en viviendas

Llegamos a una de las nacionalidades más versátiles a la hora de situarse al margen de la ley. Amamantados desde hace décadas en un sistema gubernamental de lo más corrupto, muchos que en la última época de Ceaucescu y años posteriores eran veinteañeros salieron del país en busca de un mundo mejor pero acabaron en la delincuencia. Y parte de su generación posterior siguen sus pasos. Los delincuentes rumanos son los «reyes» del proxenetismo, tanto callejero como en los 70 clubes de alterne y barras americanas que hay en Madrid. Aún persiste el legado del mayor «chulo» conocido, Ioan Clamparu, alias «Cabeza de Cerdo», condenado a 30 años de prisión; y de sus sucesores «Dorel» (muerto por sobredosis en México), «Becu» (detenido por la Policía recientemente y con poder en Marconi) y «Lucky» (arrestado en diciembre por la UCO de la Guardia Civil) y que llevaba la zona sur. Ahora, la técnica más utilizada en este sentido es la del «loverboy»: un joven enamora a una chiquilla en su país, la convence para venir a España y ya aquí la pone a prostituirse. Y, encima, ella casi que accede por amor: las denuncias son escasísimas.
El otro gran palo que tocan es el de los robos en pisos. Aquí se cuidan mucho de entrar, generalmente, de día y evitando que haya alguien en el interior. Las técnicas que utilizan son las más clásicas: desde el «resbalón» al «bumping» y el «impresioning», reventando o moldeando cerraduras.
El delincuente rumano ha sabido subirse al carro de los butrones en locales comerciales y naves industriales (tienen buena formación técnica en su país), bien acompañando a bandas españolas (como está ocurriendo también en entramados de tráfico de drogas, siempre con un papel secundario) o por su propia cuenta. El robo de cable de cobre es otro clásico, vinculado sobre todo a la capa más desfavorecida de esa nacionalidad, la gitana, que proviene de zonas como Braila y Tandarei.

Albaneses: asaltos a viviendas por la noche

Son de los pocos ladrones de viviendas que se «atreven» a entrar cuando sus moradores se encuentran dentro. Eligen casas de alto poder adquisitivo, en urbanizaciones donde, incluso, se pueden «hacer» varias en una sola jornada. Son los llamados murcigleros, que acceden por una ventana abierta, por ejemplo, a la zona superior, por el método del escalo, mientras la familia se encuentra viendo la televisión en la planta baja. Las primeras generaciones de estos sujetos tenían y demostraban una notable formación militar en sus golpes.

Búlgaros: especialistas en coches y extorsiones

Si hay alguien que sabe «levantar» bien un coche es un delincuente búlgaro. Así lo resumen los especialistas de la Policía y la Guardia Civil en el tráfico ilícito de vehículos. Como los polacos, pero de una manera mucho más trabajada, clonan las llaves de sus objetivos y luego los sacan hacía su país o, incluso, meten los coches en contenedores marítimos que acaban en Portugal, Asia o Marruecos.
A los búlgaros también es fácil verlos vinculados en el mundo de la noche, como «machacas» en las puertas de locales de dudosa reputación; pero también en otros muy de moda, en el centro de Madrid. Han sido (y aún lo son) objeto de investigaciones tan complejas como la Edén, contra las mafias de extorsionadores, y que se saldó con unos 150 detenidos. Aún sigue parada entre la Audiencia Nacional y la Provincial de Madrid.
De esa pata cuelgan grupos como los «Rompecostillas» y su control en «afterhours» de la capital.

Rusos: drogas, blanqueo y prostitución

Aunque el hábitat más natural de la mafias rusas es la Costa del Sol y el Levante, algunas tienen Madrid como lugar de paso o base de operaciones. No son delincuentes al uso. No bajan al barro. Saben dónde está el dinero, en el tráfico de drogas, la prostitución de lujo y el consiguiente blanqueo de capitales, y lo hacen pero a lo grande.

Chinos: blanqueo, prostitutas y explotación

Como en el caso de los rumanos, con los chinos nos encontramos con tal compendio de ilícitos penales, que estas mafias están ya por todos lados. Son un «vademécum» de la criminalidad. Su gran poder reside en la endogamia de estas personas: se relacionan entre sí, se atacan entre sí y jamás (o casi) se delatan entre sí. Es más fácil atrapar agua con un pañuelo que conseguir que un chino denuncie.
La extorsión a comerciantes se da en todos los niveles. Desde la tienda asiática del barrio a la mayor nave de Cobo Calleja (Fuenlabrada). Para ellos, las redes se valen de «machacas» chinos, torturas de todo tipo y amenazas que en algunas ocasiones llevan a término. También son conocidos por las condiciones infrahumanas en las que tienen sometidos a sus trabajadores, tanto en horarios y condiciones como en la manera en que los hacinan. Se multiplican los expedientes en Extranjería por prácticas sospechosas de esta índole.
Tanta voracidad delictiva exige, como es lógico, una buena red de blanqueo de capitales y fraude al fisco. La última tendencia en este sentido es utilizar el turismo de compras para dar salida a decenas de millones de euros. Los empresarios buscan a intermediarios que, a través de agencias de viajes chinas, captan a viajeros. Les dan grandes cantidades a cada uno para que compren objetos de lujo en Madrid que después son llevados a China y, con la vista gorda de autoridades corruptas, son puestos a la venta. Ese dinero revierte en las cuentas corrientes de los empresarios asentados en Madrid, que, entre otros, eluden el impuesto de sociedades y el IVA.
Por cierto, que, recientemente, la Guardia Civil está detectando plantaciones de marihuana «indoor» en distintos puntos de la Comunidad de Madrid.

Marroquíes: tráfico de coches, de hachís y cocaína

De una manera más rudimentaria (aunque con buenas conexiones en la logística del traslado a su país), los marroquíes también se dedican al tráfico ilícito de vehículos. Aunque su punto fuerte, por razones esencialmente geográficas, es el tráfico de drogas, tanto de cocaína como, muy especialmente, de hachís. Con dos puntos de salida esenciales, las zonas de Tánger (para la costa onubense) y el Rif (hacia la Costa del Sol y Cádiz), son los reyes del «chocolate», con embarcaciones de casi todo tipo, empleados corruptos, vecinos a sueldo y una red de intermediarios que se dedican a subirlo al resto de España, como Madrid. El hachís es la droga más consumida.

Italianos: blanqueo de capitales de la droga

La presencia de grupos organizados italianos en nuestro país se centra en el negocio estrella, el tráfico de drogas. Pero, sobre todo, en el blanqueo de capitales proveniente de esta práctica delictiva. Se trata de mafias asentadas en su país de origen y que se dedican, también, a la prostitución. La «ventaja» con la que cuentan los narcos italianos sobre los españoles es que allí la cocaína se cotiza mucho más cara: si en España, país donde recala la mayoría de la «merca» proveniente de Latinoamérica, el kilo ronda los 36.000 euros, en Italia oscila entre los 52.000 y los 60.000.

Colombianos: cocaína y «oficinas de cobros»

Son los emperadores del «polvo blanco»; pero hay que tener en cuenta que muy poco harían estos cárteles colombianos si no contaran con nexos importantes con narcos españoles, encargados de comprar, pero también de recepcionar y mover la droga por España y el resto de Europa. Además, los colombianos tienen abiertas las llamadas «oficinas de cobro» en nuestro país, encargadas de exigir el pago de deudas y de «vuelcos» a otras organizaciones.

Chilenos: «cogoteros» y robos en bancos

Los atracos a bancos y joyerías también están, en alguna medida, en manos de argentinos y chilenos, aunque ya no tanto como los españoles. De Chile proviene «Sabonis», Ángel del Amor Pastor, de 38 años. Con 17 años, mató a un policía en Vallecas. Asaltos a bingos y furgones blindados... Llegó a ser «skin head» y a liderar la banda de cogoteros del «Pelao Williams», «Tito», «El Pato» y «Tomy».
ME GUSTARIA VER CÓMO ESTÁ EUROPA DE DELINCUENCIA ¿TIENE TANTA COMO ESPAÑA?.ESOS DATOS NO SE DICEN¿POR QUÉ?

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