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jueves, 8 de junio de 2017

PROHIBIDO EL DESPATARRE PÚBLICO Y EN EL METRO

Pegatina de la EMT.

‘Despatarre’ masculino en el transporte público.


La incomodidad experimentada por quien va al lado suele ser directamente proporcional al grado de apertura de él.

Lo vemos todos los días en cualquier lugar o medio de transporte público. El manspreading (algo así como “hombre despatarrado”) nos ha invadido hasta tal punto que se ha convertido en algo habitual, aunque este anglicismo nos suene menos. Me refiero a esas posturas expansivas que adoptan muchos hombres al sentarse en el metro, el autobús o la butaca del cine. Con las piernas abiertas, insinuando sus partes íntimas e invadiendo el espacio ajeno al ocupar más de un asiento (¡¡aquí estoy yo!!). Si además a su lado hay una mujer, la incomodidad experimentada por ella suele ser directamente proporcional al grado de apertura masculina.
La próxima semana, los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid llevarán pegatinas que advertirán contra este “despatarre masculino”. Lo anunció el área de Políticas de Género y Diversidad, después de una recogida de firmas por parte de colectivos feministas pidiendo medidas como ésta en los autobuses de la EMT y en los vagones de Metro. La empresa municipal trabajó junto al Área de Igualdad del Ayuntamiento de Madrid y con el colectivo Microrrelatos Feministas: "La misión de este nuevo icono pictográfico es recordar la necesidad de mantener un comportamiento cívico y de respetar el espacio de todo el mundo a bordo del autobús".
Desde hace años, lo hacen ciudades como Nueva York o Tokio. El objetivo, muy loable, es recordar que hay que respetar el espacio de todo el mundo, pero en el fondo debería hacernos pensar también en el lenguaje corporal que estamos comunicando. A estas alturas, ya estamos concienciados sobre normas cívicas como dejar libre el asiento a embarazadas, ancianos o personas discapacitadas, sin embargo, no reparamos sobre cómo nos sentamos o cuánto espacio ocupamos.
Más allá de cuestiones biológicas de la especie masculina, (evitar presionar los genitales) y etológicas (transmitir el poder de macho de la manada) esta peculiar manera de sentarse transmite dominancia, expresa afán de conquista y supone un allanamiento en toda regla del territorio vecinal. Los hombres abren sus piernas excesivamente mientras las mujeres, en la mayoría de las ocasiones —quizá por una cuestión también de educación— adoptan justo la postura contraria, piernas juntas o cruzadas, evitando cualquier tipo de contacto o roce con el hombre.
os analistas en comportamiento no verbal llamamos al estudio de este canal de comunicación, proxémica. El término fue acuñado por Edward T. Hall y hace referencia al uso que hacemos del espacio. El despatarre masculino en el transporte público supone, en este caso, invadir la burbuja privada del vecino y suele generar rechazo por parte del que lo padece.
Quizá no hayas reparado conscientemente en si lo haces o lo sufres. En cualquier caso, mientras afloran las campañas contra el manspreading y también aquellas que critican que el tema se centre en el género masculino, ya circula por las redes otro término, el shebagging, la ocupación de dos asientos que hacen las mujeres con sus bolsos.
SINCERAMENTE CREO QUE ES MÁS FALTA DE EDUCACIÓN QUE EXHIBICIÓN ALGUNA.TAMBIEN FALTA DE RESPETO A  LOS DEMÁS POR INVADIRLES SU ESPACIO DE ASIENTO.

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