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domingo, 23 de octubre de 2016

A PARTIR DE AHORA, QUÉ HACER

Foto: J.A. Miyares Valle "EL CAMINO"

A partir de ahora, qué hacer.



Se trata de pasar de una democracia de propietarios a otra de propietarios del sistema.

Hoy comienza una nueva etapa en el socialismo español. Ello es importante no sólo para los que se reclaman de esa ideología sino para todos los ciudadanos, dada la centralidad que el PSOE ha jugado en las cuatro décadas de democracia española. Más allá de los asuntos económicos coyunturales y de los problemas orgánicos, tendrá que actualizar su proyecto ideológico y estratégico, no abordado desde la Conferencia Política de 2013, siendo Rubalcaba el secretario general.
La idea fuerza tradicional de la socialdemocracia ha sido la lucha contra la inequidad. Ahora más que nunca, pues se ha producido un “vuelco hacia la desigualdad” muy significativo desde principios de los años ochenta. Lo demuestra en un extraordinario libro (Desigualdad, FCE), el profesor de la London School of Economics Anthony B. Atkinson. A las cuestiones de por qué disminuyó la desigualdad en Europa a partir de la postguerra y por qué hubo un cambio de tendencia desde 1980, Atkinson responde: a la primera, por la existencia de un Estado de Bienestar, la expansión de las transferencias, la creciente participación de los salarios y los impuestos progresivos, como resultado de la intervención del Estado y de la negociación colectiva; a la segunda, porque los factores citados han sido revertidos o finiquitados.
La desigualdad ha crecido tanto que se ha convertido en el centro del debate en todo Occidente y en todas las opciones políticas, dejando de ser un argumento exclusivo de los socialdemócratas. Sin embargo, el combate contra la desigualdad a través del gasto social parece insuficientemente eficaz y tiene efectos menguantes (hay incremento de las desigualdades sin disminuciones apreciables del gasto público). Varios de los partidos socialistas europeos (el laborista de Corbyn, el francés de Hollande, el gobierno de Matteo Renzi…) y bastantes estudiosos de matriz progresista están incorporando poco a poco a las soluciones el concepto de predistribución. La predistribución es el conjunto de políticas que en lugar de fijarse en mitigar la desigualdad se concentran en originar previamente menos desigualdad: tratar de incidir sobre las causas de la inequidad personal y no sólo procurar paliar sus consecuencias. Ello implica superar el modelo Beveridge-Plus-Keynes, en definición de Gosta Esping-Andersen. El Nobel de Economía James Meade, compañero de Keynes, lo definió del siguiente modo: “Reformar radicalmente los mercados y las relaciones de poder para empoderar a las clases asalariadas. Pasar de una democracia de propietarios a otra de ciudadanos propietarios del sistema”.
El PSOE habrá de diferenciarse de su derecha y de su izquierda no sólo en la labor parlamentaria, y adquirir tintes propios. Uno puede ser el de la predistribución. En el año 2014, la Fundación Ebert, de los socialdemócratas alemanes, concedió el premio a la mejor publicación económica en lengua germana al libro Austeridad. Una idea peligrosa (Crítica), del profesor norteamericano Mark Blyth. En su discurso de recogida puso el dedo en la llaga: el centro izquierda de toda Europa no sólo ha aceptado, sino que en muchos momentos ha apoyado activamente unas políticas que no han hecho más que perjudicar a sus supuestos miles de votantes. “Lo importante”, terminó, “es que recuperen su voz, no sólo su memoria histórica. Su porcentaje de votos no cae porque hagan lo mismo que están haciendo los conservadores. Caen porque si todo lo que hacen es eso, ¿por qué debería votarles alguien?”.

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