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domingo, 11 de septiembre de 2016

DESMOVILIZADOS

Los electores se muestran contrarios a unos terceros comicios

Desmovilizados.


La falta de pactos empuja a los ciudadanos hacia la abstención.

No es una botella medio llena o medio vacía, sino un estado de cosas inaguantable para la inmensa mayoría. El rechazo de los ciudadanos a la convocatoria de unas terceras elecciones generales es la consecuencia del hartazgo provocado por la situación política, de la que un 58% hace responsable directamente a los actuales líderes. Decepción, engaño, malestar o indignación, esas son las palabras con las que los españoles describen espontáneamente su estado de ánimo, según el sondeo de Metroscopia publicado hoy por EL PAÍS.
En estas condiciones, que siete de cada diez personas descarten votar de nuevo debe considerarse la respuesta lógica de unos ciudadanos que se siente convidados de piedra. Lo esperable es una abstención cercana al 40%, lo cual marcaría el récord de participación más desalentador entre las elecciones generales celebradas desde el restablecimiento de la democracia. Cuando la abstención se convierte en la primera opción de los votantes, las fuerzas políticas tienen un gran problema.
Todas las alternativas para evitar las terceras elecciones pasan por el PSOE, aunque no todas disponen del mismo grado de apoyo. Pedro Sánchez debería tomar nota: cerrar las rendijas al compromiso para impedir el gobierno en minoría del partido más votado es el camino juzgado menos deseable. Un 58% del total está a favor de la abstención socialista para hacer posible un Gobierno del PP en minoría, incluidos algo más de cuatro de cada diez votantes del PSOE.
La alternativa es un hipotético pacto entre socialistas y Podemos, que divide en dos al conjunto de la ciudadanía (48% a favor, otro tanto en contra) si contara con el apoyo o la abstención de Ciudadanos; pero sería rechazado por el 56% en caso de incluir a fuerzas nacionalistas. Las cosas están bastante claras entre la opinión pública y carece de sentido ignorarlo con maniobras tácticas destinadas a ganar un poco más de tiempo y hacérselo perder a todo el país.
El problema de fondo es que el sistema político ha cambiado tras los resultados del 20 de diciembre y del 26 de junio, pero cada opción permanece agazapada en sus fortines, refractaria a las negociaciones y concesiones necesarias en un sistema representativo tan fragmentado como han deseado los electores. Los partidos proclaman que quieren ser como los de otros países europeos, pero no aprenden. Solo Ciudadanos ha hecho honrosos intentos de apoyar las investiduras intentadas por Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, ambas fracasadas; y por cierto, sin perjuicio para su líder, Albert Rivera, que sigue siendo el mejor valorado.
Tal vez los promotores de las iniciativas políticas se engañen sobre las causas más profundas de la paupérrima impresión causada entre los electores. La abstención no se debe a la desidia de unos votantes insuficientemente informados sino a la incapacidad de los principales partidos para responder a los deseos de la soberanía popular. Urge desbloquear el camino para que pueda constituirse un Gobierno de verdad. La estrategia recomendada a los principales actores políticos es la cooperación y no la competencia maximalista.
CONMIGO Y MUCHOS DE MIS CONOCIDOS QUE NOC UENTEN PARA EL VOTO EN UNAS NUEVAS ELECCIONES QUE NOS DEJARÍAN CON EL MISMO PANORAMA.

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