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domingo, 25 de septiembre de 2016

BORIS JOHNSON SE AFERRA A LA RETÓRICA PATRIÓTICA ANTE LA CRISIS DE GIBRLATAR



El Peñón de Gibraltar
                                                                   El Peñón de Gibraltar

Boris Johnson se aferra a la retórica patriótica ante la crisis de Gibraltar.
En una recepción a Picardo en julio y en un comunicado este mes reitera que protegerá la soberanía británica del Peñón
El referéndum sobre la UE abrió tensiones territoriales en el Reino Unido, con zonas muy relevantes que votaron por permanecer en Europa. En Irlanda del Norte el Remain se impuso con un 55,8%. En Londres ganó con el 59%. En Escocia, por el 62%, dato que ha llevado al nacionalismo escocés a relanzar la demanda de un segundo referéndum de independencia. Pero en ningún territorio se votó tan a favor de la UE como en Gibraltar: 96%.
Ese abrumador apoyo es el mejor indicativo de que Gibraltar sabe que la salida del Reino Unido de la UE podría cortar sus puertas al mercado europeo, un revés inmenso para un enclave que en realidad opera como un paraíso fiscal. Gibraltar vive del juego por internet, de los seguros —25% de los de coches británicos— y de los fondos de inversión que aprovechan su baja fiscalidad y acumulan allí capitales por casi 4.000 millones de dólares. Aunque sus datos son muy opacos, se calcula que en el Peñón se radican 20.000 empresas, algo inverosímil con solo 30.000 vecinos. Es además el único territorio ultramarino británico que forma parte de la UE.
El nerviosismo del Gobierno gibraltareño se hizo patente con la ronda diplomática que inició en Londres nada más conocerse el triunfo del Brexit. El mismo día en que May accedió al poder, el ministro principal, Fabián Picardo, logró reunirse con ella un cuarto de hora en una sala de los Comunes, aunque sin respuestas concretas.
El nerviosismo del Gobierno gibraltareño se hizo patente con la ronda diplomática que inició en Londres nada más triunfar el Brexit
El 16 de julio, Picardo se vio en Londres con el carismático y controvertido Boris Johnson, el flamante ministro de Exteriores de May. Gibraltar es un símbolo patriótico para los tories, pues encaja con sus nostalgias imperiales y nacionalistas. Ante el plan del ministro Margallo para buscar una soberanía compartida en el Peñón tras el Brexit, Johnson manifestó que «la gente en Gibraltar ha expresado en repetidas ocasiones y abrumadoramente su deseo de permanecer bajo soberanía británica y vamos a respetar sus deseos». Johnson dio a entender también que no se avendrá a entrar en el diálogo que propone Margallo para cambiar el estatus de Gibraltar aprovechando la oportunidad del Brexit: «El Reino Unido no entrará en ningún proceso de negociación de la soberanía con el que Gibraltar no esté contento».
El problema para Gibraltar es que ese discurso patriotero no arregla su inminente problema: si finalmente se produce un Brexit duro, su economía se verá estrangulada. En una entrevista con «Financial Times», Picardo ha llegado a abogar por un segundo referéndum sobre la UE. Los gibraltareños también invocan como posible solución para mantener su vínculo europeo el precedente del acuerdo de la UE con Dinamarca en 1985, cuando se aceptó que el país estuviese dentro de la unión y su territorio de Groenlandia, fuera. En este caso se trataría de hacer lo contrario: que Gibraltar pudiese quedarse si se va el Reino Unido. Pero ahí llegaría el veto de España.

Día Nacional de Gibraltar

Cada 10 de septiembre se celebra el que llaman Día Nacional de Gibraltar, que conmemora el referéndum de 1967, en la que los gibraltareños elegían entre la soberanía británica o la española y ganó casi por unanimidad la primera. En 2002 se organizó un segundo referéndum y el 99% volvió a inclinarse por el Reino Unido. En el pasado Día Nacional, Boris Johnson emitió un comunicado de «absoluto apoyo a Gibraltar»: «Continuaremos a su lado y en compromiso del doble bloqueo para proteger su soberanía británica», señaló en alusión a las dos consultas realizadas.
Gibraltar es parte del relicario sentimental del Partido Conservador. El derechista y eurófobo Liam Fox, hoy ministro de Comercio Exterior, interpeló a Cameron durante la campaña del referéndum sobre Europa para que protegiese al pequeño: «La soberanía del pueblo de Gibraltar siempre ha sido garantizada por el Reino Unido. Es imperdonable pretender que eso pueda cambiar, estemos dentro o fuera de la UE».
Picardo se ha reunido también en Londres con el ministro para la Salida de la UE, David Davis, otro eurófobo, pero sin que le dijese nada concreto. Un problema para Gibraltar es que más allá de la retórica patriótica y las frases hechas —«Brexit significa Brexit», repite May—, la verdad es que el Gobierno inglés carece todavía de una estrategia clara para la negociación con Europa. El desnorte es tal que Boris Johnson, el jefe de la diplomacia, acaba de declarar que «es un completo camelo» que no se pueda permanecer en el mercado único cortando al tiempo la libre circulación de trabajadores. Con carga irónica de la dura, el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, ha ofrecido enviar a Boris una versión del Tratado de Lisboa, para que conozca las bases de la UE, e incluso se ha ofrecido a viajar «para explicárselas en buen inglés».

Desafortunada comparación con la dictadura argentina

Boris Johnson, de 52 años, es periodista de profesión. En «The Times» lo despidieron por inventarse citas y pasó al «Telegraph», que hasta que se convirtió en ministro de Exteriores en junio le pagaba 320.000 euros anuales por un artículo semanal. En agosto de 2013, cuando España endureció sus controles fronterizos en Gibraltar, escribió una columna al respecto, donde diciendo que no lo estaba haciendo, en realidad venía a comparar el Gobierno de Rajoy con la dictadura de Galtieri. «Olvidad toda esa palabrería sobre los bloques de hormigón que han tirado al mar en Gibraltar. Los españoles están volviendo al bloqueo estilo Franco […]. Me temo que esto es una práctica de distracción por parte de Madrid, y aunque sería absurdo comparar el Gobierno de Rajoy con la tiranía de Galtieri, la táctica es más o menos la misma». Ese es el interlocutor diplomático que tiene hoy España.
ESPAÑA DEBE DE OLVIDARSE DE GIBRALTAR LOS INGLESES NO SUELTAN NADA POR LA BUENAS.

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