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domingo, 8 de mayo de 2016

MENOS CAMPAÑAS Y MÁS SOLUCIONES PARA LOS CIUDADANOS

Menos campañas y más soluciones para los ciudadanos.
Desde esta semana los asturianos viajan a Londres en avión por lo mismo que cuesta un billete de autobús de un recorrido intrarregional. Una estupenda noticia cuando el deterioro, el aislamiento aéreo y la carestía de los vuelos eran la tónica habitual en los últimos meses. ¿Qué cambió? Sólo una cosa: la actitud de los encargados de solventar este agravio. "Ya están otra vez con los dichosos aviones", se irritaba hasta con desprecio el anterior consejero socialista del ramo cuando arreciaban las quejas de los usuarios. Una compañera suya de gabinete llegó a exclamar: "Quien va el fin de semana a Londres no lo pasa en Taramundi". Con esa mentalidad resultaba imposible atender con eficacia cualquier demanda. Sus sucesores, presionados por el clamor popular, escucharon a los expertos e intentaron cumplir sus recomendaciones. Bastó para invertir la tendencia.
En política se acabaron los sueños de grandeza. La crisis nos ha impuesto por mucho tiempo una gran cura de humildad y realismo. Pero todos los partidos siguen interpretando otra partitura. Aunque esta situación no puede prorrogarse indefinidamente, los ciudadanos no han echado en falta en cinco meses la ausencia de Gobierno. La economía crece a buen ritmo, las administraciones gastan lo mínimo y al menos nadie les atraganta el desayuno con más subidas de impuestos, nuevos recortes u ocurrencias disparatadas.
Lo mínimo por el bien común que puede hacer cualquier mandatario hoy es no molestar. Cumplió y pasó desapercibido, como los buenos árbitros de fútbol: han colocado tan bajo el listón que no cabe elogio mejor para el buen gestor. Si encima es capaz de impulsar medidas útiles, miel sobre hojuelas. No hacen faltan inversiones multimillonarias. Basta con despachar con eficiencia la normalidad. Hay cientos de cuentas pendientes para lucirse.
Abrir el aparcamiento subterráneo del Niemeyer, una vez construido y muy práctico para quien acude desde fuera de Avilés a los espectáculos, costó un lustro de trámites. En Llanes, estampar una simple firma para ceder los locales del centro de salud a la Consejería de Sanidad llevó 28 años, con la inseguridad jurídica que la provisionalidad entrañaba. Para acceder a la playa llanisca de Pendueles o a la riosellana de Arra hay literalmente que escalar. Unos argayos cortan los caminos. ¿Esperan a una desgracia para meter la pala?
Los habitantes de las Peñamelleras y Ribadedeva tienen un hospital a sólo veinte minutos, el de Torrelavega. No hay manera, pese a sus requerimientos, de que Asturias y Cantabria firmen un convenio para poder utilizarlo. La carretera a los Lagos es un peligro. Con marcas en la calzada para que los autobuses no pisen algunos tramos. Existe riesgo de deslizamiento. Es el gran escaparate exterior de Asturias, casi dos millones de visitantes al año, y nadie lo mejora. Por la desgana ante situaciones como éstas los electores denigran a sus elegidos.
El quiosco de la música del Campo San Francisco, de Oviedo, lleva más de un año vallado. El papeleo y las complicaciones para un rutinario lavado de cara acabaron por inutilizarlo. El metrotrén de Gijón sigue siendo un túnel a ninguna parte que costó un dineral y en cuyo mantenimiento se van 100.000 euros al año. Por no hablar de las estaciones de tren y autobús, impresentables para la ciudad más poblada de Asturias. En Aller, no hay forma de coordinar a dos estaciones de esquí de dos comunidades distintas con los mismos usuarios. Noreña cumple treinta años sin ordenanza de vados, rogando a los conductores que no aparquen ante los garajes. Navia tramita su plan urbano desde 2004. Lo que le queda. En Valdés, una ola barrió el Museo del Calamar. Nunca más se supo. La recuperación de la marisma de Vegadeo acumula 17 años de gestiones. Tineo tiene piscinas climatizadas sin estrenar por incapacidad para abrir sus puertas, y el geriátrico de Cangas del Narcea, iniciado hace dos legislaturas, no rebasó la categoría de agujero. En fin -imposible reseñar al completo los ejemplos-, la pasarela peatonal sobre la desembocadura del Nalón de San Esteban de Pravia a San Juan de la Arena, un atajo ansiado, aprobada y licitada en 1999, no existe.
Necesitamos recuperar la política en su dimensión más noble y auténtica, la de servicio público, y desarrollarla con intensidad. Necesitamos despojarla de su disfraz manipulador, que bajo falsos pretextos democráticos únicamente persigue colmar en cada convocatoria la saca para implantar la ley del embudo. Necesitamos despolitizar una sociedad civil invadida hasta extremos insospechados por la ideología y el maniqueísmo, en la que hasta para entrar en un consejo escolar, en una asociación de vecinos o en la directiva de un club de fútbol cuenta más la afinidad que la valía.
La verdadera revolución no consiste en apostar por el bipartido o el tetrapartido, en cambiar la ley electoral para liquidar los rodillos, en elegir líderes por primarias, en convocar referendos para opinar sobre cualquier asunto. Eso mejorará la calidad del sistema, nadie lo pone en duda, pero ocupa mucho a los grupos parlamentarios y nada al pueblo. La verdadera revolución consiste en servir y decir siempre la verdad, lo que entraña no prometer a sabiendas lo imposible ni arrojarse en brazos de la demagogia. Aplicarse en resolver multitud de pequeñas cosas, que no son cosas pequeñas porque cambian el discurrir diario, sería el primer paso para reconectar con el ciudadano y reconquistar el prestigio perdido.
AHORA SE TIRARÁN LA CAMPAÑA ECHÁNDOSE LA CULPA UNOS A OTROS DE NO HABER FORMADO EL GOBIERNO Y NO HABLARÁN DE CÓMO SOLUCIONAR LOS GRANDES PROBLEMAS DE ESPAÑA.¡ATENTOS¡

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