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lunes, 22 de junio de 2015

UN HOMBRE TIRA TRES PERROS A UN POZO DE ALQUITRÁN

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Tres cachorros en una poza de alquitrán.
El teléfono de Amparo sonó a las 21.55. Cuando descolgó se quedó de piedra. Acababa de salir de una reunión de la Federación de Protectoras de Animales  de Cartagena (Murcia) Animur que ella misma preside. Era tarde ya y pensaba irse a casa a descansar. Al otro lado del móvil, la voz nerviosa de un vecino de la zona, Silvestre Martínez, le pedía ayuda. Acababa de rescatar de una poza llena de alquitrán a tres cachorros que se debatían entre la vida y la muerte. A las 22.05, Amparo llegó junto a Ana Rama, expresidenta de la Asociación Cuatro Gatos de Cartagena, a la finca abandonada donde se encontraban los héroes improvisados. Llegaban con tan solo una furgoneta plastificada por dentro y el corazón en un puño.
La imagen era dantesca, y el relato estremecedor. Silvestre estaba paseando una hora antes por la zona junto a su mujer, su hijo y un amigo de la familia cuando empezó a oír unos ladridos desesperados. “Se habrán enganchado con una cadena”, le dijo su mujer. Pero algo en él no pudo dejar atrás aquellos gritos, más bien alaridos, llenos de pavor. Cuando los cuatro paseantes asomaron la cabeza a la poza la sorpresa fue mayúscula: los tres perros, mestizos de galgos y podencos de apenas cuatro meses, estaban impregnados de arriba abajo de una sustancia viscosa, negra, pastosa, que conforme el sol se escondía se empezaba a solidificar con ellos dentro. Silvestre lanzó al centro de agujero un palé tirado por la zona y comenzó su rescate particular.
 
El primer cachorro salió relativamente fácil. Asustado, temblando, sin parar de ladrar. Los otros dos seguían hundidos, más desesperados si cabe. “Parecía que pedían a gritos que les ayudaran a ellos también”, contó la familia poco después. El segundo cachorro tardó en salir; el alquitrán pesaba sobre su cuerpo, y fue una tarea titánica levantarlo y despojarlo del resto de chapapote. Sacar al tercero fue literalmente un milagro. Silvestre encontró fuerzas de donde no creía tener para izarlo, mientras su mujer le sujetaba por la cintura para que no acabara dentro del pozo. Su hijo la agarraba a ella y el amigo de la familia terminaba la cadena humana entre esfuerzos coordinados para luchar contra un alquitrán cada vez más sólido. Amparo llegó a tiempo para ver una masa negra con tres cabezas. Asustados, los cachorros se habían arrimado unos a otros buscando su propia protección sin saber que ese instinto de salvación les había unido irremediablemente con ese pegamento que les embadurnaba el cuerpo. Separarlos, en todos los sentidos, fue otro acto lleno de dolor. Pero el tiempo pasaba y tenían que actuar con rapidez si no querían que el esfuerzo de Silvestre y su familia no sirviera para nada.
Mientras llevaban a los animales a la clínica de Nieves, la veterinaria de la zona, llamaron a la responsable de Medio Ambiente de la Federación de Asociaciones de vecinos de Cartagena para saber cómo limpiar a los animales en estos casos. A su vez, estos se pusieron en contacto con compañeros de Galicia, muy duchos -a su pesar- con todo lo relacionado con el chapapote. Diagnóstico: muchos lavados con aceite de girasol y lavavajillas neutro.
3A las tres mujeres se les unió Tere Sánchez, otra vecina. Las cuatro se pusieron, guantes en ristre, a frotar a contrarreloj para salvar a los perros. No llegaron a tiempo. Habían tragado mucho alquitrán y uno de ellos no consiguió sobrevivir a las primeras horas. Se centraron en los otros dos, y tras muchos lavados, les sorprendió la madrugada y el cansancio. Chapa y Pote, como acabaron bautizando a los cachorros que sobrevivieron, estaban ya exhaustos, y los dejaron dormir, aún bastante impregnados.
A partir de aquí comenzó la revolución en las redes sociales. Cuando las mujeres llegaron a casa, con el olor a alquitrán metido en sus entrañas, Tere decidió colgar en su Facebook y Twitter la historia y las fotografías de los perros. Llegó la indignación, las protestas y la pregunta más repetida: ¿Qué desalmado se atrevió a hacer esto?.
Para responder a esa pregunta la Guardia Civil, a través del SEPRONA, ha pedido ayuda ciudadana para dar con la persona que se atrevió con semejante salvajada, los medios se han interesado por el tema, y el teléfono de Amparo no para de sonar. “Me alegro mucho de que esto se sepa y sirva para concienciar, pero llevo 20 años luchando por el maltrato animal y las he visto de todos los colores. Los lanzan a pozos de minas, de agua… los cuelgan… Les hacen de todo…”, explica esta ingeniero técnico agrícola de 49 años que dejó su trabajo para dedicarse a luchar por lo que realmente cree. Hace 11 años fundó el refugio El Portalico, donde ahora se encuentran los dos supervivientes esperando un nuevo hogar. “No podemos darlos hasta que no estén bien del todo. Las analíticas han sido positivas, el alquitrán no les ha llegado a los riñones y hay esperanza. Pero hay que esperar. Se pasaron dos días expulsando chapapote”, cuenta. Por lo pronto, a Chapa parece que ya le ha cambiado la vida: con tanto ruido ya la está esperando una casa de adopción. Pote, por ahora, cuenta con una de acogida. “Pero estoy convencida de que también lo conseguirá”, dice Amparo. La razón: ya ha sobrevivido al chapapote y, lo más importante, sigue vivo tras cruzarse con un alma negra como el carbón.
COMENTARIO:
Seres como este individuo nos hacen dudar de que todas las personas sean realmente humanas. Algunos tienen el aspecto pero carecen de sentimientos, de Alma y de Consciencia, porque de haberlos jamás podrían proceder de ese modo.

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