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jueves, 15 de enero de 2015

UN D.JUAN EN TODA REGLA

Desde Lanzarote
Foto: José Ángel Miyares
 
¿Por qué el Tribunal Supremo solo ha admitido a trámite una de las dos demandas de paternidad presentadas contra el rey padre?
Aunque lo diga el rey por Navidad, la ley en España no es igual para todos.
¿Por qué razón el Tribunal Supremo solo ha admitido a trámite una de las dos demandas de paternidad presentadas contra el rey padre? Aún no conocemos los argumentos al detalle porque el Supremo todavía no ha hecho públicos los autos; los abogados de los dos supuestos hijos de Juan Carlos de Borbón se han enterado de la noticia por la prensa y no tendrán los escritos hasta el lunes. Pero sorprende que ante una misma reclamación, ante idéntico problema, un caso pase adelante y el otro se quede fuera.
Los datos que hasta ahora sabemos. Respecto a Ingrid Sartiau, la principal prueba de su demanda es una declaración ante notario de su madre, hoy una señora de 80 años. Ella asegura que, en 1965, mantuvo relaciones sexuales durante tres días con Juan Carlos de Borbón y se quedó embarazada de su hija.
En cuanto al supuesto hijo, Albert Solà, la madre biológica está en paradero desconocido –Solà fue dado en adopción–, así que no hay nada en la demanda. Lo que sí ha presentado su abogado como principal evidencia es una prueba de ADN tomada a partir de una supuesta muestra del rey que corroboraba la paternidad al 99,9%. Se supone que la muestra fue obtenida de forma un tanto irregular: a través de un agente del CNI –cuyo nombre aparece en la demanda– que pasó a Solà una copa que había usado Juan Carlos de Borbón.
Además, existe otra prueba más que al parecer no se ha aportado ante el Supremo: un test genético de consanguinidad entre los supuestos hermanos. Fue elaborado por el genetista belga Jean-Jacques Cassiman y los primeros resultados de la prueba aseguraban que Solà y Sartiu compartían padre al 91%, a pesar de tener madres distintas. Este es el informe, publicado hace dos años por El Confidencial. Sin embargo, el genetista belga  ha explicado hace unas horas a El País que posteriores pruebas, con muestras más completas, refutaron esta tesis. Según Cassiman, Sartiau y Albert Solà no son hermanos.
Si el genetista Cassiman tiene razón, solo uno de los dos –Sartiau o Solà– puede ser hijo del rey. La duda es cuál de los dos. O si ninguno de ellos.
Lo que parece seguro es que Juan Carlos de Borbón tendrá que someterse a una prueba de ADN o afrontar un juicio. Al fin, porque las primeras demandas de estos dos supuestos hijos fueron rechazadas de plano; el rey era inviolable, incluso para un asunto que supuestamente ocurrió antes de que se convirtiese en jefe del Estado, que no afectaba a su función pública y que privaba de derechos básicos a otros ciudadanos. Ha tenido que abdicar Juan Carlos de Borbón para que un juzgado acepte al menos estudiar sus demandas. Aunque lo diga el rey por Navidad, la ley en España no es igual para todos.
 
LO PEOR DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA HA SIDO SIEMPRE EL DESCONTROL DE SU VIDA SEXUAL, FUERON PERSONAS DE GRAN PROMISCUIDAD Y MUY POCA RESPONDABILIDAD HUMANA  A LA HORA DE DEJAR HIJOS NATURALES DESIMINADOS POR TODO SU REINO PARA QUE LOS ALIMENTARAN LAS MADRES ENGAÑADAS Y DESVALIDAS. 

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