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sábado, 20 de septiembre de 2014

¿DE QUÉ RECUPERACIÓN HABLA EL GOBIERNO?

Los olvidados de la recuperación(Ana Pastor) 

 El momento se repite. La frase es muy parecida. La mirada clavada. La voz entrecortada. La dificultad para acabar lo que estás diciendo. Cuando los periodistas hacemos bien nuestro trabajo es porque escuchamos a los ciudadanos y cuando lo hacemos muy bien es porque estamos escuchando especialmente a aquellos que se han quedado fuera de juego. A aquellos a los que la salida de la crisis les resulta una quimera. A los olvidados de la llamada recuperación económica. A los que no salen en las estadísticas de los brotes verdes y la prima de riesgo.
Son los ciudadanos a los que el paro convirtió su vida en un infierno. Y tienen nombre y apellidos. Y tienen voz aunque se les entrecorte. Y lanzan frases que duelen porque son terriblemente ciertas.
Ciudadanos valientes como Adrián y Vanessa. Tienen dos hijos y sus ingresos no llegan a los 600 euros. El paro. El maldito paro que se coló en cada rendija de sus vidas. Adrián y su voz entrecortada. Un padre queriendo explicar. Habla de fracaso. Pero no es suyo aunque él lo sienta así. "Es muy duro", dice, "que a tus hijos les exijas que rindan en el colegio y que tú no puedas darles lo más básico que es un plato de comida". "Es muy duro", repite, "mis hijos son mi vida". Frases que retumban. Se llama Adrián pero puede ser cualquiera.
1 de cada 5 personas está en riesgo de exclusión en España. Y no hay discurso político que dulcifique la realidad de tantas y tantas familias. Y aún nadie nos ha explicado por qué en tiempos de bonanza ya teníamos niveles lamentables de pobreza infantil y no se hizo nada. Las únicas respuestas las encontramos siempre en los mismos. En los únicos que han estado a la altura cuando en muchos hogares se ha hecho de noche.
Son las organizaciones como Ayuda en Acción quienes han rescatado del abismo a los ciudadanos que se han quedado atrás. “1 de cada 5” denuncia una realidad devastadora.
Podemos seguir ignorándola o afrontarla. Podemos dejar que las organizaciones civiles asuman toda la responsabilidad de un monstruo inabarcable que crece y crece gracias a los recortes. O podemos exigir a las administraciones públicas algo muy obvio: que atiendan a los ciudadanos.
La respuesta, esta vez, parece evidente. No tenemos tiempo. Y hay muchas familias a las que no se puede pedir más.
UNA REALIDAD SOCIAL QUE ME MUERDE LAS ENTRAÑAS

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