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martes, 24 de junio de 2014

MEJOR QUE PONGA COMEDORES SOCIALES EN CHINA

Chen Guangbiao, el pasado diciembre

El millonario Chen Guangbiao pone mil pobres en su mesa

El excéntrico filántropo chino pagará cuatro comidas a personas necesitadas en el Central Park neoyorkino.

El millonario chino Chen Guangbiao es tan conocido en su país por su fortuna y sus actos filantrópicos como por su afán de autopromoción. El hombre que se describe en su tarjeta de visita como “La persona más influyente de China” vuelve a acaparar titulares al prometer que invitará a comer este miércoles en el Central Park de Nueva York a mil pobres estadounidenses, a cada uno de los cuales también dará 300 dólares en metálico.
Chen publicó su oferta en un un anuncio en inglés y mandarín, diseñado por él mismo, en los diarios The Wall Street Journal y The New York Times. Precisamente, a comienzos de este año aseguró que intentaría comprar este último periódico, pese a la tajante negativa de sus propietarios, la familia Ochs-Sulzberger.
El primer almuerzo, para 250 personas, tendrá lugar este miércoles en el restaurante Loeb Boathouse de Central Park. Un almuerzo que Chen amenizará con su versión de la canción We Are The World, de Michael Jackson. Luego le seguirán otras tres comidas. Según aseguró Chen en una entrevista para South China Morning Post, se trata de “difundir la idea en EE UU de que hay buenos filántropos en China y no todos gastan a lo loco en productos de lujo”. También, asegura, quiere contribuir a las buenas relaciones entre los dos países. “Filántropos estadounidenses donaron dinero en desastres naturales en China. ¿Por qué no podemos ayudar nosotros a los pobres en EE UU?”, reflexiona.
El empresario calcula que la iniciativa le costará cerca de un millón de dólares, y espera que quienes reciban el dinero en metálico lo empleen en cursos de formación. Un presupuesto que parece asequible: la consultora china Hurun Report le calcula una fortuna de más de 600 millones de euros. Muy lejos de la pobreza de sus primeros años. Nacido en 1968, en plena Revolución Cultural, en una familia de granjeros en la provincia de Jiangsu, vio morir de hambre a dos de sus hermanos durante la infancia, una época en la que solo conseguía probar la carne una vez al año: en la fiesta de Año Nuevo.
Se graduó en Medicina tradicional china y se inició en el mundo de los negocios trabajando en empresas de equipamiento médico, desde donde dio el salto para fundar la compañía que le ha hecho millonario, Huangpu Renewable Resources Limited, especializada en el reciclaje de desechos domésticos y material de construcción.
Saltó a la fama como filántropo durante el terremoto de Sichuan de 2008, en el que se calcula que fallecieron casi 70.000 personas. Chen se personó en la zona afectada y extrajo cerca de 200 cadáveres, según afirma. Donó también maquinaria para la reconstrucción y dinero en efectivo a las víctimas. Sus esfuerzos le valieron el que la revista Forbes le incluyera en su lista de los filántropos más destacados de Asia ese año y en 2009. En 2011 prometió que a su muerte sus hijos no le heredarían y en su lugar su fortuna se destinaría a programas caritativos.
Pero desde entonces sus actos filantrópicos de este millonario se han hecho cada vez más extravagantes y cada vez más mediáticos. Desde el reparto de vehículos de fabricación nacional a los propietarios que vieron destrozados sus automóviles japoneses durante las protestas antiniponas de hace dos años en China hasta la distribución de decenas de miles de dólares en metálico entre los ciudadanos taiwaneses, sus actos de caridad suelen llamar la atención por su naturaleza insólita -y por la cantidad de prensa que convocan-.
Hace dos años quiso llamar la atención sobre la grave contaminación medioambiental que padece China mediante la venta de aire puro enlatado. Por 5 yuanes (unos 0,65 euros), los compradores podían disfrutar de una ráfaga de aire puro del “prístino Tíbet” o del “Taiwán post-industrial”. El diario taiwanés Want Times aseguró en su momento que Chen vendió más de ocho millones de latas en diez días.
Es lo que a él le gusta describir como “filantropía llamativa”, y otros consideran vulgares actos de autopromoción, aunque siempre controlada por él: Chen no respondió a ninguno de los repetidos intentos de este diario por hablar con él. Que le gusta la publicidad, está claro. Y que la modestia no es uno de sus fuertes, también. En la tarjeta que suele entregar a la prensa occidental figuran, además de su foto y sus datos de contacto, títulos como “Persona más influyente de China”, “Filántropo más prominente de China”, “Líder Moral de China” y “Modelo a imitar más conocido y amado de China”.
COMENTARIO:
NO ME GUSTA LA FILANTROPÍA DE LA PUBLICIDAD

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