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lunes, 20 de enero de 2014

LAS SOMBRAS QUE NOS ACECHAN DEL 2014

Las nubes que nos acechan.
«Tendremos un mañana colmado de días azules y soleados». Esa frase, digna del optimismo naif de Zapatero, en aquellos días alegres e inconscientes anteriores a Pearl Harbor, fue pronunciada por un profesional del realismo político, como lo es Rajoy, ante el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, en el acto de entrega del Premio Carlos V.
No han pasado ni siquiera nueve meses desde aquella rueda de prensa ofrecida al alimón por Cristóbal Montoro y Luis de Guindos en la que desinflaron todas las expectativas de mejora sustancial de la economía al marcar como objetivo para 2016 rebajar el índice de desempleo al ¡¡24,8!! Es decir, concluir la legislatura con 700.000 parados más de los que había cuando el PP ganó las elecciones.
En 2014 la economía irá mejor, pero el paro se mantendrá en niveles insoportables
¿Qué ha ocurrido en estos nueve meses para que el Gobierno pase de augurarnos un futuro lleno de sombras a prometernos días de vino y rosas?
Hace tres semanas, en esta misma columna, concreté en diez puntos las razones que podían apuntalar un cambio de ciclo real de la economía, que, en mi opinión, puede crecer este año por encima del 1%. Apunté también que en el tercer trimestre de 2013 el PIB habría crecido un 0,3%, cosa que ha confirmado la pasada semana el ministro de Economía.
Sin embargo, no es el momento de echar las campanas al vuelo. Tan malo es echar un jarro de agua fría sobre los ciudadanos que llevan ya más de seis años sufriendo una dura crisis, como levantar falsas expectativas de recuperación; sobre todo, cuando ese cambio de ciclo sólo se va a notar levemente en el principal problema: el paro.
El presidente Obama, que no escatimó en elogios a Rajoy en su reciente visita a la Casa Blanca, le recordó que el paro sigue siendo un «enorme desafío».
El propio secretario del Tesoro, Íñigo Fernández de Mesa, en una presentación ante inversores extranjeros, el pasado 8 de enero, confesó que 2014 podía terminar con una destrucción de 39.500 empleos. Afortunadamente, ese mensaje pasó casi desapercibido internamente, pero es un dato que no hay que perder de vista. Sobre todo, para agitar las conciencias de los que piensan que ya está todo hecho.
Seguramente España podrá colocar sin problemas los 242.000 millones de euros de deuda que necesita para financiarse este año. Incluso es probable que la prima de riesgo siga cayendo aún más. Pero no hay que confundir un exceso de liquidez con la felicidad. El verdadero test de la recuperación está en la generación de empleo.
Recuerda Luis Garicano, que acaba de publicar 'El dilema de España', la enorme dificultad que va a tener ese millón y medio de parados expulsados del sector de la construcción y sin apenas formación para lograr un nuevo empleo. Como no es probable -ni deseable- que se produzca una nueva burbuja inmobiliaria, una parte muy importante de esas personas están condenadas a continuar desempleadas o enganchadas a subempleos ligados a la economía sumergida.
El entorno tampoco nos va a ayudar mucho. El pasado miércoles, en una conferencia pronunciada en el Club Internacional de Prensa, en Washington, la directora general del FMI, Christine Lagarde, advirtió del peligro que representa en estos momentos la deflación.
Para las autoridades europeas, Cataluña es ya el 'mayor resgo' para la recuperación española
Señaló el dato de diciembre de 2013 para la Eurozona, con un índice de precios del 0,8%, mientras que el paro se situó en el 12,1%. Esos datos son aún más alarmantes en España: la inflación cerró en el 0,3% y el paro roza el 26%.
Lagarde utilizó el siguiente símil para describir la situación: «Si la inflación es el genio, la deflación es el ogro contra el que hay que luchar decididamente».
El peligro en estos momentos es que la economía de la Eurozona tienda a japonizarse, es decir, que vayamos a un modelo parecido al de Japón, lo que significaría adentrarnos en un largo periodo de baja inflación, pero con raquítico crecimiento y, por tanto, un elevado nivel de paro.
Si miramos lo que está ocurriendo en Alemania, en Italia y no digamos ya en Francia, las perspectivas de recuperación del empleo no son muy halagüeñas.
A los factores puramente económicos, en España y justamente este año, se suma el reto del soberanismo en Cataluña, que ya ha comenzado a contar como un factor objetivo de riesgo en los informes de las agencias de calificación, como acaba de hacer Moody's.
Las autoridades económicas europeas no dudan en calificar el desafío soberanista en Cataluña como «el mayor riesgo para la recuperación económica en España».
Lo que, hasta hace unos meses, no era más que un puntual ruido de fondo, ahora ha encontrado hueco en las agendas de la política internacional. Hasta el punto de que la Casa Blanca ha llegado a interrogar discretamente a la Comisión Europea sobre las posibilidades reales de una separación de Cataluña.
Por todas esas razones, el Gobierno no debería dejarse adormecer por los cantos de sirena de una prima de riesgo relajada y una cómoda colocación de la deuda.
No solo es preciso continuar con las reformas, sino que, al mismo tiempo, Rajoy tiene que afrontar el problema político más peliagudo al que se ha enfrentado la democracia española desde el golpe de Estado de 1981.
En ambos terrenos es necesario actuar con una gran determinación.
Mucha gente piensa que 2013 ha sido un año muy difícil. Es verdad. Pero 2014 va a ser más importante para nuestro futuro.
De cómo se resuelvan los problemas económicos pendientes (la chapucera reforma eléctrica o la última subida encubierta de la Seguridad Social no apuntan en la buena dirección) va a depender en gran medida si la salida de la crisis no se va a quedar en un espejismo, como lo fue la mejora de 2010.
Sin embargo, donde nos jugamos el futuro es con Cataluña. Rajoy debería construir un gran pacto de Estado con el PSOE y otros partidos para establecer las líneas rojas que la Generalitat no debe traspasar.

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