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domingo, 27 de octubre de 2013

¿EL NACIONALISMO PUEDE DAR LUGAR A GUERRAS?

 Jacobo Siruela: «El nacionalismo es una justificación para una guerra»
Jacobo Siruela.El editor muestra su preocupación por la deriva soberanista y opina que el libro del siglo XXI debe ser útil desde el punto de vista cultural.
Desde el Mas Pou de Vilaür, la sede de Atalanta, Jacobo Siruela contempla el paisaje ampurdanés mientras repasa las pruebas de los «Libros proféticos» de William Blake, el libro ochenta de la editorial. Aparentemente alejado del mundanal ruido, el editor no es ajeno al ruido y la furia de la actualidad: conversa con ABC sobre los vampiros de ayer y hoy, la crisis económica, el libro electrónico, los piratas digitales y la deriva independentista catalana.
La «Antología universal del cuento fantástico» que acaba de ver la luz, es el fruto de un viejo sueño: publicar en español la canónica «Anthologie du fantastique» de Roger Caillois. La dificultad para conseguir los derechos de autor en Gallimard, impulsó al editor a realizar su propia antología que es su biografía como lector. Los cincuenta y cinco títulos seleccionados le han acompañado a lo largo de su vida. Aunque no recuerda cuándo se produce el descubrimiento de esas historias de misterio e imaginación, Jacobo Siruela cree que el su primer escritor fantástico fue Poe: «Lo que puedo afirmar es que a los 20 años devoro algunos libros de Borges y eso cambia de raíz mi universo literario. Borges fue mi maestro, mi guía de lectura».
Una antología que amplía el concepto de «fantástico», como «categoría estética universal». Un cuento fantástico, advierte el antólogo, no ha de ser necesariamente de terror: «En términos generales, trata sobre aquello que no es comprendido por la razón pero en cambio sí puede ser percibido por la sensibilidad. Lo fantástico es ese sentimiento de misterio que falta a nuestro mundo y que el arte ofrece como sustituto. En realidad, tiene que ver con la poesía, pues al igual que ésta crea un clima, una atmósfera…»
-José Manuel Lara Bosch afima que un editor no debe confundir su catálogo con su biblioteca. ¿Está de acuerdo?
-Bueno, Lara en parte tiene razón. Un buen editor averigua, o trata de averiguar, cuales son los gustos del público, pues lo más meritorio de su labor es el interés que despierta sus apuestas en el público. Este es el tipo de editor pagado por las grandes compañías exactamente para eso. El editor independiente es más intuitivo, más tahúr. Lo personal se confunde con lo profesional, pero eso no es malo, porque una editorial debe de tener rostro, personalidad, y gracias a eso goza de una clientela de lectores y seguidores.
-Vivimos en la era de la realidad virtual. ¿El abuso de efectos especiales banaliza lo fantástico?
-El arte fantástico fue una reacción puramente moderna frente a la razón ilustrada que barre del mapa todo lo sobrenatural, todo lo que no es racional e identifica con las supersticiones del pasado. Y los artistas reaccionan en contra. Una realidad puramente objetiva, sin ningún tipo de subjetivismo anímico, les parece una realidad sesgada, incompleta. Primero se oponen a esto los románticos, luego los escritores de cuentos fantásticos y por último los surrealistas. Digamos que este linaje atraviesa las vanguardias del siglo XX y podríamos decir que es la otra cara de la modernidad. Por otro lado, con respecto al abuso de efectos especiales... a mi me encantan. Quiero decir que las películas cada vez están mejor hechas y unos buenos efectos especiales son gozosos. Cuando el arte se vuelve consumo, éste inevitablemente se banaliza y la repetición acaba produciendo aburrimiento. Pero eso es otra cosa. En realidad, todo arte sigue vivo cuando aún no se ha dominado su técnica del todo. Cuando en la pintura ya no queda nada nuevo que conocer y llega la fotografía, los artistas plásticos buscan otros caminos.
-Usted ya publicó una antología de cuentos de vampiros, un personaje actualmente muy mediático. Volviendo a la banalización. ¿Qué opina de la saga “Crepúsculo”?
-Un bodrio.
-¿Cómo son los vampiros del siglo XXI?
-Voltaire dice en su “Diccionario filosófico” que los vampiros de su época de Londres o París eran ciertas gentes de negocios que chupaban la sangre al pueblo. Pues bien, en el siglo XXI estos hombres de negocios se han convertido en los accionistas invisibles de las multinacionales que con un apetito desmedido intentan dominarlo todo. Tener el monopolio de las semillas del mundo, de la distribución de la cultura, de la energía, etc.
-Fantasmas, diablos, vampiros, casas hechizadas… ¿Qué diferencias hay entre lo fantástico y la parapsicología?
-Curiosamente, siempre se han desarrollado paralelamente. Varios de los autores de la antología, como, Machen, Blackwood o Bulwer-Lytonn, estaban en relación estrecha con los círculos esotéricos más importantes de la época. Y el hecho de que un autor como Dickens, tan poco proclive a este tipo de especulaciones, aluda en su cuento a transmisiones telepáticas o sueños premonitorios es un claro indicio de que se discutían mucho estos asuntos en las tertulias de la época.
-La literatura fantástica llega tarde a España, en 1831, con la «Galería de espectros y sombras ensangrentadas» de Agustín Pérez Zaragoza y las «Leyendas» de Bécquer. ¿Por qué se produce ese hecho diferencial respecto a Europa?
-España perdió el carro de la historia en el siglo XVIII. El Siglo de las Luces apenas ilumina nuestro país y sólo llega a una minoría de afrancesados, como se llamaban entonces. La Revolución industrial también se produce de una manera muy localizada en nuestro país. De modo que no existe una necesidad en los escritores de reaccionar contra el absolutismo de la razón sino más bien de todo lo contrario, de tratar de implantarlo.
 
-Sorprende descubrir escritores que uno no asociaría al relato fantástico: Balzac, Dickens, Turguéniev, Kipling, Papini… Polemicemos con el antólogo. ¿Podría figurar Stephen King?
-Bueno, Dickens y Kipling son grandes escritores fantásticos. Los otros cultivan esta modalidad de forma más lateral. Stephen King es un gran autor de género, y mi idea no ha sido centrar la antología en términos de género de terror. Por tanto, no está. La era dorada del cuento de fantasmas se produce entre la última década del siglo diecinueve y la primera y segunda del veinte. Entonces, no veo la necesidad de incluir a un autor que sobre todo es novelista.
-De entre los autores españoles está Rosa Chacel, Javier Marías y Cristina Fernández Cubas. Seguimos provocando… ¿No faltaría Pedro Antonio de Alarcón?
-Sí, «La mujer alta» y «El amigo de la muerte» son dos cuentos interesantes que podría haber incluido. Desde luego, me he dejado muchos autores en el tintero. Pero el espacio tiene un límite y esta antología, 1.224 páginas.
-De los relatos seleccionados, ¿cuáles van a ser un auténtico descubrimiento para el lector?
-El cuento de Hithchens, «Cómo llegó el amor al profesor Guildea» y el de Oliver Onions, «La bella que saluda». Son dos de los mejores relatos de fantasmas jamás escritos. También, seguramente, «Las islas nuevas» de María Luisa Bombal, «Los cicerones» de Robert Aickman o «Allal» de Paul Bowles.
- Atalanta cumplirá ochenta títulos con William Blake. Toda una declaración del principios…
-Blake es un nombre del que todo el mundo habla sin saber bien lo que dice. Fue el hombre más moderno de su época y a la vez el que hace una crítica más radical a la modernidad y la Revolución Industrial. Creo que con los «Libros proféticos» bilingües, por primera vez publicados en su totalidad acompañados de todas sus láminas en color, y el libro de Kathleen Raine que ya hemos publicado hace unos meses, «Ocho ensayos sobre William Blake», se podrá entender de forma cabal a Blake en España en su doble aspecto de poeta y artista.
-¿Cómo se lleva con la crisis económica?
-Como publicamos poco y muy pensado, y nos dirigimos a un lector especial, no sufrimos tanto la crisis. Además nuestra pequeña empresa, con pocos gastos fijos, es como un corcho que puede sortear monzones sin hundirse. No se trata de publicar mucho y crecer sino de acertar en lo que se publica.
-La cuidada edición, la calidad del papel y el cromatismo de las cubiertas, parecen alejarnos del libro electrónico. ¿Cree que este soporte sólo es adecuado para determinado tipo de libros o se universalizará?
-Estoy convencido que el tipo de libro que hace Atalanta es el libro del siglo XXI. Un libro cuidado y útil, desde el punto de vista cultural. Ahora me alegro de haber sido de los pocos en dudar de que el e-book fuera a ser el soporte universal futuro, una especie de nuevo tótem del progreso. Y en esto no hay progreso de ninguna clase. Simplemente es un gigantesco negocio de tres multinacionales cuyo objetivo es, convertir el mercado en un monopolio, destruyendo la diversidad actual. Pero acabo de enterarme que hasta en Estados Unidos, las ventas han caído un 8%. El libro electrónico no será el único dueño del futuro, como se ha profetizado. Afortunadamente, el pluralismo es el presente y también será el futuro. Espero que mucha gente despierte ya del viejo sueño del progreso que se ha convertido ya en un grandísimo negocio cada vez más destructor.
-¿Ha visto alguno de sus libros pirateados?
-Muchos de ellos, incluso con las tapas y la portadilla de la editorial. No deja de ser muy pintoresco comprobar aquellos que se llenan la boca con palabras de justicia y libertad no entiendan que el pirateo es simplemente un robo y que no existe ningún derecho a ello. La corrupción para ellos sólo existe en los políticos, cuando la realidad es mucho más triste y desalentadora. La corrupción es algo generalizado. Es un producto de la cultura de una sociedad y va desde la base de la pirámide hasta su punta. Hasta que no haya una transformación general, nada cambiará.
-Algunas editoriales siguen publicando demasiado. ¿Existe un desfase entre oferta editorial y hábitos lectores?
-Desde luego, uno de los problemas del mundo del libro es su saturación y no se puede hacer nada al respecto. Pero la realidad, finalmente, colocará a cada uno en el lugar que le corresponde.
-¿Le han susurrado al oído alguna oferta de compra?
-No. Ahora no vendería. Es la editorial que deseo tener, va bien, y además no hay ninguna razón para desprenderme de ella, como hice con Siruela.
-¿Se plantea otras colecciones?
-Por ahora no. Quizá tengamos que hacer menos libros al año. En lugar de nueve o diez, quizá seis o siete. Como he dicho antes, se trata siempre de acertar en este juego no de implementar el reino de la cantidad.
-¿Con qué obra iniciaría a un niño en la lectura y con qué obra mantendría a un adolescente pegado al libro antes de perderlo para siempre como lector?
-Para mi un buen cuento de hadas ha de ser fascinante para el niño. En la adolescencia, creo que la literatura fantástica es la mejor manera de atrapar a un lector joven. Chesterton decía que la literatura es un lujo y la ficción una necesidad. Y en ningún momento tienes esa necesidad más presente que durante la juventud. Aunque nunca hay que perderla, creo.
-Su editorial está en Gerona. ¿Cómo contempla la deriva secesionista en Cataluña? ¿Le preocupa como editor en lengua castellana?
-Para mi todo tipo de nacionalismo es siempre preocupante. No hay más que echar mano a la historia para comprobarlo. Siempre ha sido el argumento perfecto para justificar una guerra. Es uno de los consejos que da Maquiavelo al príncipe: invéntate un enemigo exterior y todo será fácil. Me preocupa que se fracture la sociedad catalana. En cualquier caso, yo estoy muy contento viviendo en Cataluña y si no se ponen las cosas muy pesadas, yo me quedo en esta tierra viviendo como vivo, al margen de todo ruido exterior.

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