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jueves, 26 de septiembre de 2013

ASÍ VA LA ECONOMÍA ESPAÑOLA MUY MAL COMO SE PUEDE VER

Miedo: este gráfico produce escalofríos.
Si siempre una imagen vale más que mil palabras, hay ocasiones en las que esa ratio se multiplica exponencialmente. Así ocurre en el caso que nos ocupa.
Déjenme, por un instante, ponerles en situación. Saben que los tipos a largo de las economías desarrolladas han repuntado significativamente en los últimos meses. Se han dado distintas interpretaciones a tal fenómeno, algunas de ellas extremas: que si la economía se recupera y, por tanto, la deuda no hace sino anticipar dinero más caro ante las mejores perspectivas de crecimiento, o, por el contrario, que es tal el grado de recesión mundial que los estímulos van a perdurar en el tiempo generando, al final del día y cuando la liquidez circule, procesos inflacionarios, por una parte, y falta de confianza en el dinero fiduciario, promesa de pago imposible de cumplir, por otra.
Sorprende que pocas de las explicaciones aportadas por estrategas y analistas recurran a un argumento tan básico como las dinámicas de oferta y demanda que son, en definitiva, las que fijan el valor de un bien o servicio.
Sí lo ha hecho J.P. Morgan, que, tras analizar el primero de los factores, las compras de bonos por parte de los distintos agentes económicos, ha descubierto lo siguiente (resumen del FT Alphaville del documento original Flows & Liquidity):
  1. Si en 2012 los inversores minoristas adquirieron 855.000 millones de dólares de renta fija pública (para un total de 2,5 billones en cinco años), en lo que va de 2013 el importe se ha reducido hasta los 162.000. El anterior gráfico, que compara periodos de seis meses en seis meses, muestra cómo el desplome es absoluto y no parece haber indicación alguna de que se vaya a producir un repunte coincidiendo con el cierre del ejercicio, por más que los autores del informe así lo defiendan.
  2. Los compradores extranjeros se han unido al carro de las menores inversiones, al menos por lo que al Treasury americano respecta. Así, el saldo neto asciende a más 47.000 millones frente al incremento de 187.000 del año anterior. Por primera vez desde 2005 los japoneses son vendedores netos en 80.000 millones de dólares frente a compras superiores a los 200.000 de 2010 o 2012. A la menor exposición contribuye, además, la liquidación forzada de algunas naciones emergentes a fin de defender su divisa este verano.
  3. Tampoco la banca comercial ha salido al auxilio de los emisores, que han visto cómo la toma de posiciones en sus bonos soberanos de las principales instituciones financieras mundiales se ha situado en tasas negativas, próximas a los 200.000 millones de dólares frente a los 500.000 positivos de 12 meses antes. Algo que no sucedía, al menos, desde 2003.
Estamos hablando en su conjunto de una demanda en lo que va de 2013 inferior en 1,6 billones de dólares a la de 2012 para una oferta menguante en apenas 200.000. Un desequilibrio, por tanto, de 1,4 billones, parte de la cual es venta pura, lo que justificaría el repunte de los tipos de interés, mientras que hasta 900.000 millones son asumidos por, tachán-tachán, los principales bancos centrales del planeta.
El cuadro produce escalofríos, la verdad. El porcentaje de participación de los supervisores se acerca al 75% de las compras totales netas de deuda soberana. Tres de cada cuatro títulos adquiridos en el mercado primario o secundario terminan en su balance. Absolutamente espectacular: el concepto de represión financiera, transferencia de riqueza de particulares al Estado y la oligarquía financiera (aquella que se beneficia de las sucesivas burbujas), llevada al extremo. Hombre rico, hombre pobre.
Nunca antes su papel relativo fue tan importante, no tanto en absoluto. Sólo en 2009, en pleno meollo de la crisis, el volumen total de sus adquisiciones de renta fija pública fue superior. Pero sin superar en ningún caso el 50%. El hecho de que su actividad se multiplique seis años después del inicio de la actual coyuntura pone de manifiesto tanto la dependencia estructural de los gobiernos respecto a su acción como la fragilidad de la cacareada reactivación en el mundo desarrollado, entre otras realidades.

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